La verdadera revolución en América Latina
Marc Wachtenheim
En junio de 2009, mientras miles de jóvenes iraníes
protestaban en las calles de Teherán contra una elección
fraudulenta que mantendría en el poder a Mahmoud Ahmedinejad,
comentaba los aconteceres del día con el jefe de la oficina
en Washington de una importante agencia de noticias. "Dadas
las dificultades en reportar los hechos, ¿quién es el
principal competidor para ustedes en Irán?", le pregunté. Me
respondió con una palabra: "Twitter".
No me imaginé en ese momento que unos meses más tarde
conocería a Jack Dorsey, el joven fundador de Twitter. Ante
la pregunta "¿En algún momento te imaginaste que la
tecnología que inventarías contribuiría a tumbar regímenes
políticos?", su respuesta fue igual de breve: "¡Sí!".
Tuve la oportunidad de conocerlo en el único foro de su
especie en existencia, uno que reúne a jóvenes que emplean
los nuevos medios de comunicación social e internet para
mejorar al mundo, con compañías de tecnología, incluyendo
Howcast, MTV, Facebook, Twitter, Google, YouTube, Hi5,
Access 360 Media, My Space, Mobile Behavior y Causecast.org,
para intercambiar libremente
La iniciativa, llamada Alliance of Youth Movements (AYM), es
creación de Jared Cohen -el miembro más joven del equipo de
planeación de políticas del Departamento de Estado de
Estados Unidos- y de Jason Liebman, Stephanie Rudat y Roman
Tsunder. AYM se inspira en el ejemplo de ciberactivistas
como Óscar Morales, fundador del movimiento No Más Farc, que
llevó a cabo la primera protesta a nivel mundial organizada
a través de Facebook (hablaremos más sobre él luego). Otro
ejemplo nos lo ofrece la periodista Natalia Morari, quien
encabezó la primera "Revolución Twitter" a principios de año,
cuando movilizó a 20.000 jóvenes moldavos en protesta por
las cuestionadas elecciones parlamentarias en su país. ¿El
resultado? Nuevos comicios, por medio de los cuales el
partido comunista fue derrocado del poder.
El encuentro de este año, el segundo para AYM, se celebró en
México. El escenario no fue accidental. Según Alexander
Banks, director para América Latina de ComScore (empresa que
investiga el fenómeno de internet), América Latina
representa el 8% del público global de internet y cuenta con
un crecimiento de 28% anual. Sólo en México existen
aproximadamente 25 millones de usuarios, ubicándolo en el
decimoquinto puesto a nivel mundial. Brasil ocupa el noveno.
Además, como reportó la periodista mexicana Susana Mendieta
recientemente en Milenio: "Las redes sociales están jugando
un papel extremadamente importante en este crecimiento, con
Twitter creciendo un 2,5 millón por ciento en el último año".
Cerca de 82% de los usuarios de internet en América Latina
utilizan las redes sociales, y 78% son miembros de Facebook.
Los teléfonos móviles también se han convertido en portales
al mundo de la red global. Entre usuarios de móviles, en
promedio 24 minutos por día se emplean en conectarse a
Facebook, estrictamente a través del teléfono. Y los móviles
van creando sus propios lazos de interconexión. Según el
líder estudiantil venezolano Yon Goicochea, "Blackberry
Messenger se ha convertido en su propia red social para
promover la democracia y organizarnos".
La juventud latinoamericana, cada vez más conectada
virtualmente, rápidamente llega a ocupar la delantera en
emplear estas redes, y las tecnologías que las permiten,
para romper los monopolios de los medios de comunicación
tradicionales. Están difundiendo sus mensajes,
transmitiéndolos velozmente, llevándolos a públicos cada vez
más amplios, y hasta transformando sus mensajes en acciones
que hacen frente a la violencia. En enero de 2008, el
colombiano Óscar Morales, en ese entonces un desempleado
ingeniero de informática, fundó el grupo de Facebook llamado
"Un millón de voces contra las Farc". Mediante su grupo,
organizó una marcha mundial sin precedentes en contra de esa
organización terrorista colombiana. Como se describe en una
página web: "En sólo un mes, el grupo ganó casi medio millón
de miembros y movilizó a más de 12 millones de personas en
casi 200 ciudades y más de 40 países a lo largo del mundo.
Se considera que estas manifestaciones están entre las más
grandes y más extraordinarias en la historia del planeta".
No está mal, por ser organizada desde la sala de una casa,
con un computador, una conexión a internet y una cuenta en
Facebook.
Las nuevas generaciones latinoamericanas también encuentran
maneras de emplear las innovadoras herramientas virtuales
para combatir la censura oficial, incluso en las sociedades
más cerradas. Yoani Sánchez, una filóloga cubana, empezó a
plasmar por escrito sus escalofriantes vivencias y algunas
reflexiones sobre la vida cotidiana en Cuba. A través de
internet y mediante la creación de su blog, "Generación Y",
logró penetrar el muro oficial de la censura para acercar su
testimonio a los ojos y a los corazones del mundo entero.
Así, una joven cibernauta pudo desarticular la antigua
política oficial de censura estatal de su gobierno,
encapsulada en la ahora célebre frase de Fidel Castro: "Dentro
de la revolución, todo; fuera de la revolución, nada". Como
reacción a sus escritos, el gobierno cubano le bloqueó a
Yoani la posibilidad de acceder a su propio blog, creando
así la primera "bloggera ciega" del mundo. En abril de 2008,
Sánchez fue galardonada con el Premio Ortega y Gasset para
el Periodismo Digital, y en mayo de 2009, la revista Time la
nombró una de las cien personas más influyentes del planeta.
Y ha seguido ganando más premios. ¿Qué la motiva? "Probé el
silencio y la evasión, pero no tuvieron resultado". Ya en
enero de 2009, "Generación Y" recibía catorce millones de
hits mensuales. Donde los medios de comunicación
tradicionales no logran operar libremente, en América
Latina, los nuevos medios y la tecnología tumban barreras y
forjan su propio camino.
En un genuino ejemplo de "participación popular", los
cibernautas latinoamericanos comienzan a crear diálogo en
torno a uno de los flagelos más insidiosos y nefastos que
enfrenta la región, y que atenta contra la institucionalidad
y el mismo tejido democrático: la corrupción. En julio del
año pasado, la vida de Jean Anieu cambió. Un mensaje
transmitido por Twitter (un "tweet" o "trino") de 96 letras,
enviado por este ingeniero guatemalteco a sus amigos,
sugirió a los que tenían ahorros allí que los retirasen de
un banco nacional que se encontraba involucrado en un
escándalo de supuesta corrupción. Lo acusaron de generar un
pánico financiero, por lo que la policía lo detuvo,
convirtiéndolo en el primer humano arrestado a razón de un
tweet. Una corte luego determinó que no había evidencia
suficiente para justificar un juicio. La Associated Press
reportó que Jean comparó el fallo de la corte con un mensaje
de Twitter por su brevedad. La fianza y sus gastos legales
se pagaron con donaciones a través de PayPal, solicitadas
vía Twitter. El tiempo será juez para saber si las acciones
de Jean fueron acertadas o no. Evidentemente, un pánico
financiero genera víctimas, aun si se comprobara la
corrupción. Lo que sí queda claro es que el papel de
denunciar, en el pasado delegado en gran medida al cuarto
poder de la prensa tradicional (un rol que con demasiada
frecuencia desconocen), ahora lo empezarán a asumir
ciudadanos-periodistas armados con Nokias y Blackberries.
¿Qué significa todo esto para el futuro del libre
intercambio de información, de expresión y de la prensa en
América Latina? En primer lugar, que seremos testigos de un
cambio histórico en el posicionamiento del campo de la
batalla. Las mismas divisiones seguirán existiendo, entre
los que defienden estas libertades y los que las coartan.
También se preservarán los viejos campos de batalla: la
plaza pública, la imprenta y la torre de emisión. Pero en
los próximos años, cuando en América Latina halla más
cuentas de Youtube que cuentas bancarias, serán el proveedor
de internet, el personal digital assistant y la red de
minúsculos cables de fibra óptica los que mejor simbolizarán
el teatro de operaciones de la batalla por venir. Las
personas y los gobiernos que hoy buscan controlar las
columnas editoriales y el espectro de ondas
electromagnéticas -a menudo con éxito en ambos casos-,
mañana tratarán de restringir nuestra capacidad de poblar
libremente el ciberespacio con las ideas y la información
que elijamos. Esto se presentará en la medida en que
nuestras libertades de expresión, de información y de prensa
son atacadas en los espacios tradicionales. Y es que, es
precisamente en las sociedades en las que peligran estas
libertades donde más valor cobran los espacios abiertos por
las nuevas tecnologías, pues en estos casos son el último
refugio de la mente verdaderamente libre.
Esto es para alarmarse, pero no para desesperarse. Y es
porque esta nueva realidad tendrá un impacto mucho más
trascendental que el ya descrito: los intentos de limitar
sistemáticamente el libre acceso a la información, a la
libre expresión, y a la libertad de prensa en el campo
digital -aun cuando disfruten de un éxito de momento- están
finalmente condenados al fracaso. El hecho de que regímenes
empleen medios autoritarios para centralizar el poder y
limitar las libertades no deja de ser una tendencia
preocupante, pero no contienen nada novedoso en sus modelos
o tácticas. La verdadera revolución es la que se da en el
seno de los hogares de millones de latinoamericanos,
precipitada por la nueva tecnología. Óscar, Yoani y Jean
forman parte de una transformación profunda en la forma en
que nos comunicamos y relacionamos. La comunicación a través
de las nuevas tecnologías es, por naturaleza propia,
irrestricta, indisciplinada, y espontánea. Nos abre un mundo
de información instantánea, de comunicación abierta, rica en
diversidad, a veces caótica, en la que cualquiera puede
dejar oír su voz. Y esta democratización del manejo de la
información, nunca antes visto en la historia de la
humanidad, es el mejor antídoto contra la censura. En los
años que vienen, las herramientas serán más poderosas, su
uso más universal, sus aplicaciones mayores, limitadas
principalmente por la imaginación del usuario. Y algunos de
estos usuarios serán, sin duda alguna, generosos idealistas.
Sus contribuciones serán decisivas para intensificar el
arsenal de la libertad. Esto es lo que inspira a los que
concibieron la Alliance of Youth Movements y los que
participan en ella. Esto es lo que inspira a gente como Jack
Dorsey a hacer lo que hacen. Quien intente evitarlo o
controlarlo, se verá emboscado por la historia.
* Marc Wachtenheim es Director de la Cuba Development
Initiative. Pan American Development Foundation. Estados
Unidos.
Fuente: Perspectiva