Signos de los tiempos
Thomas Sowell
Si se pudieran gastar grandes sumas del dinero ajeno diciendo sólo
unas pocas palabras mágicas, ¿no se estaría tentado de hacerlo?
Barack Obama ha gastado cientos de miles de millones de dólares del
dinero de los contribuyentes usando solamente las palabras mágicas
"estímulo" y "empleos".
No importa que el estimulo no esté en realidad estimulando y que la
tasa de desempleo permanezca alta, cerca del nivel de dos dígitos, a
pesar de todo el gasto y la retórica sobre los empleos. Y por
supuesto, no es nada negativo para aquellos que son parte del culto
Obama, incluyendo muchos en los medios de información.
Para el resto de nosotros, sin embargo, hay mucho que pensar sobre
el desastre económico en que estamos. No sólo el gasto disparado y
la rápida escalada del déficit, a niveles nunca igualados, fallaron
en conseguir algún progreso real en reducir el desempleo, sino que
todo este dinero bombeado en la economía también ha fallado en
producir inflación. Esto último es en si mismo un beneficio, pero
sus implicaciones son de meditar.
¿Cómo pueden incorporarse miles de millones de dólares en la
economía y ni siquiera ver el nivel de precios subir
significativamente? Los economistas han sabido desde hace tiempo que
no es sólo la cantidad de dinero, sino también la rapidez con la que
circule, lo que afecta el nivel de precios.
El año pasado el periódico The Wall Journal informó que la rapidez
de circulación del dinero en la economía norteamericana ha
descendido a su más bajo nivel en medio siglo. El dinero que la
gente no gasta no causa inflación. Ni tampoco estimula la economía.
El número circulante de la Bloomberg Businessweek tiene un artículo
sobre los negocios que están actualmente manteniendo enormes sumas
de efectivo. Dicen, por ejemplo, que la compañía farmacéutica Pfizer
está manteniendo efectivos de hasta 26 mil millones
($26,000.000,000). Siendo así, no debe haber un gran misterio en
cuanto a por qué no lo invierten.
Con un gobierno de Obama antinegocios, alardeando de que está
poniendo atacando algún negocio, y con el Congreso produciendo más y
más regulaciones, más mandatos y más intervenciones en los negocios,
¿arriesgaría alguien $26,000 millones que quizá no pudiera
recuperar, y mucho menos obtener ganancias de esa transacción?
Pfizer no es caso único. Los bancos han disminuido sus préstamos, a
pesar de los miles de millones de dólares que recibieron en nombre
del "estimulo." Los consumidores también han disminuido sus gastos.
Por primera vez se compra más oro como inversión, para conservarlo
como reserva contra una inflación inexistente, que el que compran
los fabricantes de joyería. Pudiera no haber inflación ahora, pero
eventualmente el dinero comenzará a moverse, al igual que el nivel
de precios.
A pesar de una gran disminución en la cantidad de oro usada para
confeccionar joyería, la demanda de oro como inversión ha aumentado
de forma tan pronunciada que va mucho más allá de la demanda
reducida de oro de joyería y, de hecho, ha aumentado el precio del
oro a niveles tan altos como nunca.
¿Qué es lo que dice todo esto? Que la gente no sabe qué paso esperar
de este gobierno, que raramente deja pasar un mes sin nuevas leyes
anti-negocios.
Cuando se contrata a alguien en este entorno, se sabe lo que se ha
comprometido a pagarle, y qué costos adicionales pudiera haber para
su seguro de salud y otros beneficios. Pero no hay forma de saber
qué costos adicionales impondrán los políticos en Washington, cuando
constantemente se están apareciendo con nuevas brillantes ideas para
imponer más mandatos en los negocios.
Uno de los signos poco advertidos de lo que está pasando en
Washington ha sido el aumento en el empleo de trabajadores
temporales. Los negocios han estado cubriendo crecientemente sus
necesidades laborales contratando trabajadores temporales y dando
trabajo de sobretiempo a los empleados existentes, en lugar de
contratar nuevo personal.
¿Por qué? Porque los trabajadores temporales no obtienen usualmente
seguro de salud y otros beneficios, y dar tiempo extra de trabajo a
los empleados existentes no añade al costo de sus beneficios.
No hay nada gratis, y el mayor precio lo paga la gente desempleada,
porque los políticos no pueden dejar que la economía se recobre por
si misma, ya que repetidamente se ha recuperado más rápido cuando se
la deja sola que cuando los políticos deciden que "tienen que hacer
algo."
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