Los EE. UU. islámicos de Obama. ¿De que país está hablando?
THE WASHINGTON TIMES
El presidente Obama dice que Islam siempre ha sido parte de
Estados Unidos, lo que hace surgir la pregunta ¿sabe el
presidente sobre la historia de EE. UU. algo que nosotros no
sabemos?
Se ha vuelto costumbre de los presidentes saludar a distintas
comunidades religiosas en ocasión de sus días más sagrados. Los
presidentes Ford y Carter, enviaron mensajes en el Ramadán, tal
y como hicieron los presidentes Clinton y George W. Bush. El
saludo de Ramadán se convirtió en algo intensamente político
durante el gobierno de Bush, porque él trataba de rechazar la
acusación de que la guerra contra el terrorismo era una cruzada
en contra del Islam. Pero Obama ha usado la ocasión del Ramadán
para reescribir la historia estadounidense y dar al Islam en los
anales norteamericanos una prominencia que no se ha ganado.
En su saludo de este año, Obama dijo que los rituales del
Ramadán "nos recuerdan los principios que tenemos en común y el
papel del Islam en avanzar la justicia, el progreso, la
tolerancia y la dignidad de todos los seres humanos. El Ramadán
es la celebración de una fe conocida por su gran diversidad e
igualdad racial. Y aquí en Estados Unidos el Ramadán es un
recordatorio de que el Islam ha sido siempre parte de EE. UU. y
que los musulmanes norteamericanos han hecho contribuciones
extraordinarias a nuestro país."
Que el Islam ha tenido un rol importante en promover la
justicia, el progreso, la tolerancia y la dignidad de los seres
humanos debe resultar una sorpresa para las mujeres musulmanas.
Las muchachas afganas, a las que arroja ácido en la cara en su
camino a la escuela, quisieran ofrecer su perspectiva. El que el
Islam sea "conocido" por su diversidad e igualdad raciales está
un poco fuera de lugar. Esto ciertamente no se refiere a la
diversidad religiosa,inexistente en muchos estados de mayoría
musulmana. Ese elogio seria mejor reservarlo para un discurso en
la apertura de una sinagoga en la Meca.
Más desconcertante es la aseveración del Presidente de que "el
Islam ha sido siempre parte de EE. UU.". El Islam no ha tenido
influencia alguna en los orígenes y desarrollo de Estados
Unidos. En nada ha contribuido a la cultura política, el arte,
la literatura, la música y otros aspectos de la nación inicial.
Durante la mayor parte de la historia norteamericana el mundo
musulmán fue percibido como remoto, ajeno y beligerante. Quizá
el Presidente estaba pensando en los piratas bárbaros y su rol
en en la fundación de la marina estadounidense, o en el envío de
fragatas dispuesto por el presidente Jackson contra los piratas
en Sumatra en los 1830s. Quizá estaba recordando la declaración
de Rutheford B. Hayes sobre Marruecos de "la necesidad de
acuerdo con el espíritu humano e iluminado de la era, de poner
fin a la persecución, que ha sido tan prevaleciente en el país,
de personas de una fe distinta a la musulmana, y especialmente
de los hebreos residente en Marruecos". O en el comentario en
1886 de Grover Cleveland sobre la matanza de armenios
cristianos: "Nos hemos afligido por continuos y no infrecuentes
informes de la destrucción caprichosa y la sangrienta carnicería
de hombres, mujeres y niños, hechos mártires por profesar la fe
cristiana... Mancha tanto la civilización humana al final del
siglo diecinueve, que difícilmente parece posible que sea
ignorada la demanda de un tratamiento rectificado, presentada
por gente buena en todo el mundo cristiano".
En Estados Unidos también se acostumbre buscar contribuciones
hechas por grupos minoritarios de moda, como una forma de
sentirse bien al promover la inclusión. Uno de los primeros
musulmanes que vino a Estados Unidos fue un egipcio del siglo
diecisiete llamado Norsereddin, que se asentó en las Castkill y
fue descrito por un cronista como "altanero, moroso, desprovisto
de principios, cruel y disipado. "Desdeñado por la princesa de
una tribu india que le dio amistad, logró envenenarla mediante
un subterfugio . Fue después ultimado por los traicionados
indios, que lo quemaron vivo. No es el tipo de anécdotas que se
incorpora a los libros de historia políticamente correctos.