En defensa del neoliberalismo
 

La prosperidad republicana

 

Adolfo Rivero Caro


La prosperidad sin precedentes que viven los Estados Unidos es un resultado
directo de la política económica republicana. El Partido Demócrata pretende
capitalizar políticamente una prosperidad que no se ha alcanzado gracias a él
sino a pesar suyo. El único mérito de Bill Clinton haber sido no haber descarrilado un proceso que estaba avanzando, a  toda marcha, diez años antes de su llegada al poder. En efecto, estamos viviendo la prosperidad de Reagan, el gran presidente norteamericano de la segunda mitad del siglo XX y el iniciador de la bonanza que estamos disfrutando hoy.

Cuando Reagan llegó al poder, el pensamiento económico socialista era
dominante en el mundo entero (el libro a leer es The Commanding Heights, de
Daniel Yerguin). Los socialistas ("liberales" en Estados Unidos, "laboristas"
en el Reino Unido)  partían de la misma concepción anticapitalista de los
comunistas. El empresario es un individuo ávido, codicioso, egoísta e
inescrupuloso. No era confiable. Había que tenerlo controlado. Pero los
socialistas eran moderados, no expropiaban todas las empresas capitalistas,
como hacían los comunistas, sino sólo algunas. Con todo, las que se dejaban
funcionar eran consideradas como una especie de mal necesario, que necesitaba ser vigilado, regulado y exprimido con los mayores impuestos posibles. 

Este pensamiento tomó tanta fuerza a partir de la Gran Depresión que se hizo
dominante en el mundo entero. Es importante subrayar que, inclusive hoy,
sigue siendo dominante entre muchos que se consideran a si mismos como
sinceros anticomunistas. Esto es lo que explica esa aversión al neoliberalismo, natural en Fidel Castro pero completamente irracional entre sus adversarios políticos e ideológicos. Muchos todavía no comprenden que han adoptado, sin darse cuenta, la cultura socialista que les han transmitido una intelectualidad de izquierda.

A fines de los años 70, las políticas económicas socialistas habían provocado
un estancamiento económico general. La inflación se había estado acelerando
desde los años 60. Al llegar a 12 por ciento en 1979-1980, la inflación
prometía duplicar en unos cuantos años los precios de los productos básicos y
dividir por la mitad el valor de las cuentas de ahorro. En 1980, las tasas de
interés llegaron al 21 por ciento, la más alta desde la Guerra Civil,
paralizando prácticamente la compraventa de bienes raíces. La productividad
estaba disminuyendo. El crecimiento económico prácticamente se había
paralizado.

Los liberales americanos profetizaban la inminencia del Armagedón
capitalista. Paul Samuelson, el autor de los famosos manual de Economía
Política, dijo en 1985: "Lo que importa son los resultados y no puede haber
duda de que el sistema de planificación soviético  ha sido un poderoso motor
de crecimiento económico…''

Thatcher y Reagan iniciaron la lucha por cambiar esa perspectiva socialista
que estaba estancando a sus respectivas sociedades. Ambos partían de que el
motor de la economía no era el gobierno sino la empresa privada. El papel del
gobierno era crear condiciones favorables para el surgimiento y desarrollo
del empresariado. La forma de hacer esto, era bajar impuestos, reducir las
regulaciones burocráticas y la interferencia con la economía, y facilitar que
los individuos pudieran acumular los recursos para acometer nuevas empresas
económicas. Había que ir a la reivindicación de la libre empresa y del
empresario.

Lo primero que hizo Reagan fue rebajar los impuestos. Nadie podía tener mucho interés en invertir cuando el gobierno se llevaba siete de cada diez dólares que pudiera ganar con sus actividades empresariales. En tres años, Reagan hizo una rebaja general de impuestos de 25%  Luego arremetió contra la burocracia estatal que estaba asfixiando los negocios. El Federal Register,
es el documento que el gobierno federal se publica todas las semanas y que
publica las nuevas regulaciones y cambios en las regulaciones. Cuando Reagan
tomó posesión, el Federal Register publicaba unas 87,000 páginas anuales. En
1985, lo había reducido a unas 47,000 páginas, rebajándolo casi en la mitad.
Reagan hizo una excelente pareja con Paul Volker, el presidente de la Reserva
Federal y, cuando éste se retiró, nombró a Alan Greenspan. Su objetivo era
establecer una política monetaria estable, que evitara la inflación de los
años 70.

¿Cuáles fueron los resultados de la política neoliberal de Ronald Reagan,
sostenida después, aunque tímidamente, por George Bush? Con la excepción de un susto en 1987 y una breve recesión en 1990-91, la economía norteamericana ha estado creando niveles crecientes de prosperidad desde 1982. La economía ha estado creciendo a un promedio anual del 3.2 por ciento, se han creado 39 millones de nuevos empleos, generados, en su gran mayoría, por los 11 millones de nuevos negocios. La inflación ha bajado al 4.4 por ciento.

Este efecto se vio reforzado por la elección de un congreso republicano en
1994, producto del descontento general ante la tradicional política demócrata
de altos impuestos, constantes regulaciones y elevada deuda que caracterizó
los dos primeros años del gobierno de Clinton. Es bueno recordar que fue el
congreso republicano el que planteó la necesidad de un presupuesto
balanceado, algo que nunca figuró en las proposiciones demócratas. No sólo
eso. Clinton vetó los dos primeros proyectos que le remitieron. Sólo se
decidió a firmarlo cuando su asesor Dick Morris le advirtió que otro veto
pudiera costarle la reelección. Exactamente igual sucedió con la reforma del
welfare, otra exitosa iniciativa republicana combatida furiosamente por los
liberales americanos. El Tratado de Libre Comercio, otro motor del actual
desarrollo económico, fue, como recordaremos, una iniciativa de George Bush.

Sin duda, la iniciativa norteamericana más importante hacia América Latina
desde la política del Buen Vecino. En esto, como en lo demás, el único mérito
de Clinton ha sido el de aceptar a regañadientes o continuar  las iniciativas
republicanas - muy presionado, por cierto, por un congreso republicano. La
economía también se ha beneficiado de los efectos de la revolución
informática pero, en ese sentido, la principal preocupación del gobierno
Clinton ha sido acabar con Microsoft, la empresa que inició esa revolución. 

Todavía hoy, Clinton quiere vetar las últimas rebajas de impuestos propuestas
por el congreso republicano, incluyendo la desastrosa penalidad al
matrimonio. Y, sin embargo, la economía no es la principal razón para sacar a
los demócratas de la presidencia. Más importante todavía es cambiar la
desastrosa situación de la educación, otro viejo y funesto monopolio
demócrata.