En defensa del neoliberalismo

 

México: Pobreza y libertad económica
por Isaac Leobardo Sánchez Juárez

Isaac Leobardo Sánchez Juárez es Doctorando en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte en México y fue el ganador del concurso “Caminos de la Libertad” 2009 organizado por TV Azteca.

A principios de este año, los economistas mexicanos Santos Mercado Reyes, José Antonio Ávila Dorantes y Ramón Valdivia Alcalá lanzaron al mercado su más reciente obra denominada: Pobreza y libertad económica: Índice aplicado al campo mexicano, un libro que resulta simplemente excepcional, ya que permite abordar de una manera original el problema de la pobreza en el campo mexicano.

Para los autores el mercado y la libertad del mismo son factores fundamentales para resolver el problema de la pobreza, algo que únicamente evalúan para el caso mexicano pero que bien puede ayudar entender la situación que atraviesan buena parte de naciones del continente latinoamericano.

Para los autores, es preocupante que haya gente con ingresos insuficientes como para dar un buen alimento, salud, vestido y techo a su familia; además, consideran que cuando un hombre gana poco es muy probable que utilice su talento en pensar cómo distribuir mejor esos magros ingresos en lugar de aplicar su inteligencia a la creación de nuevos productos o al desarrollo de la ciencia.

Su hipótesis central de investigación consiste en creer que los bajos ingresos están correlacionados con la escasa libertad económica de la gente. Empero la relación entre pobreza y libertad no es directa; puede ser que, en determinada etapa, una economía sea muy libre, es decir, que no haya obstáculos para la entrada y salida a cualquier mercado, y sin embargo, es posible que exista una masa de gente pobre, pero este escenario no es muy preocupante. Es el caso de aquellas economías que de pronto abandonan la planificación centralizada y poco a poco empiezan a construir su sistema de mercado.

En cambio cuando la masa en pobreza se debe al clima poco propicio para que la gente tome decisiones con respecto a la producción, al consumo o a la distribución, se concluye que esa masa de gente pobre puede estar recibiendo los efectos nocivos de políticas gubernamentales que les impide crear riqueza.

Este escenario es el que interesa a los autores, pues representa un ambiente artificialmente creado y transformable, es decir, las decisiones políticas pueden ser alteradas para crear las condiciones necesarias para eliminar la pobreza.

La investigación teórica y empírica realizada por estos autores les permite aseverar que el capitalismo y el libre mercado no son los responsables de la miseria de las masas sino que, al contrario, es la ausencia del orden capitalista la que ocasiona tan tristes situaciones.

De esta forma, consideran que el origen de la pobreza en el campo mexicano se encuentra en el fortalecimiento de una estructura institucional que favoreció una alta intervención estatal y una serie de políticas en contra de los mercados libres. Tres son las que a su juicio son las principales causas de la pobreza en el sector rural.

La primera es la reforma agraria de la revolución mexicana. La tierra fue declarada propiedad de la nación donde el Estado se sustentaba como el gran propietario y los ejidatarios no tenían derecho de vender o rentar la tierra que recibían, ni podían tenerla ociosa por más de tres años, pues el gobierno se arrogaba el derecho de quitárselas. Al no ser propietarios de las tierras ejidales, no podían usarla a manera de garantía para obtener créditos. La esperanza de los ejidatarios era que el gobierno les proporcionara medios para cultivar. Pero el gobierno no poseía recursos para financiar y solo otorgaba algunos apoyos para obtener el voto de los campesinos.

La segunda es el financiamiento gubernamental. Como la banca privada no financiaba a los ejidatarios, el Estado aprovechó las demandas de crédito para crear más burocracia. En efecto, adoptó algunas políticas de financiamiento para apoyar el sector rural. Pero los resultados fueron adversos, distorsionaron el sistema de precios de mercado, no dejaron que los campesinos aprendieran a producir bajo condiciones de riesgo y no permitieron que se desarrollara la banca rural privada. Solo quedó un aparato burocrático más obeso y consumidor de recursos.

La tercera es el proteccionismo. Se crearon políticas de protección contra la competencia internacional. Se trataba de impedir que entrara en México maíz, frijol o carne más barata que la de los productores nacionales. Se decía que con esta protección los productores nacionales se desarrollarían mejor. Los resultados: no se mejoró la tecnología del campo y los consumidores tuvieron que aceptar granos caros y de mala calidad.

Dada la importancia que tiene la libertad económica para el progreso de las regiones, particularmente el sector rural, los autores se dan a la tarea de construir un índice de libertad económica para este sector que se compone de diez factores: política comercial, carga impositiva de gobierno, intervención del gobierno en la economía, política monetaria, flujos de capital e inversión extranjera, actividad bancaria y financiera, salarios y precios, derechos de propiedad, regulaciones y mercado informal.

 Sus resultados, de manera general, indican que la libertad económica en el campo ha mejorado, al pasar de un índice de 1,22 sobre 10 en 1994 a 4,14 en el 2005; sin embargo, todavía queda mucho por hacer ya que la libertad continúa estando acotada. Los factores donde más se ha mejorado son salarios y precios, política monetaria, política comercial, actividad bancaria y financiera y carga impositiva del gobierno. En materia de intervención del gobierno en la economía ha habido un estancamiento y las cosas han mejorado poco en materia de regulaciones, derechos de propiedad, flujos de capital e inversión extranjera.

Utilizando la serie construida del índice de libertad económica aplicado al campo mexicano y la serie de PIB en el sector agropecuario, encuentran que la correlación estadística entre las series es de 0,89. Lo anterior sugiere que para que la pobreza en el sector rural se reduzca se requiere que se privilegie la iniciativa individual y el talento empresarial en el marco de mercados libres y un Estado mínimo estrictamente abocado al cumplimiento de las reglas del juego.

“Pobreza y libertad económica” es un libro para el ciudadano, el estudiante, el profesor, el empresario, pero sobre todo para los hacedores de políticas públicas, ya que ofrece un mensaje en torno a los factores en los cuales se debe trabajar para consolidar el progreso económico. Su propuesta no surge espontáneamente, es producto de un trabajo serio y riguroso que bien vale la pena revisar.

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