REFLEXIONES LIBERTARIAS:
FABRICANTES DE RIQUEZA…PARA ELLOS
Ricardo Valenzuela
Desde tiempos inmemoriales siempre ha existido la lucha del
hombre contra la represión del estado. Esa lucha por definir
cual debería de ser la verdadera relación entre esos dos
elementos. Desde el nacimiento de la Carta Magna desmantelando
los poderes ilimitados de los monarcas, hasta el movimiento de
Reforma de Martín Lutero, la revolución francesa y la era de
Mandela, esa lucha ha sido el anhelo libertador de todos los
pueblos de la tierra.
Hace algunos años James Buchanan ganó el premio Nobel de
economía con sus revolucionarias teorías del Public Choice, a
través de las cuales da explicaciones muy válidas de los
motivos, conductas y estrategias del estado para acrecentar su
poder, mantenerlo, utilizarlo, y sus repercusiones económicas.
Public Choice es una teoría a veces llamada “la economía de la
política,” que explica y predice el comportamiento político
asumiendo que los actores de la misma son oportunistas y lo que
buscan es su interés muy personal. Esta visión del hombre ha
sido muy efectiva explicando su comportamiento económico
egoísta, y se ha aplicado en la política contrastando aquellas
teorías que observan, erróneamente, dicha actividad como la
persecución del loable interés general de la sociedad.
La conclusión de los abanderados del Public Choice, es que los
gobiernos se edifican mucho más grande que lo que se requiere
simplemente por conveniencia de los políticos, burócratas y
grupos de interés especiales cómo sindicatos, empresarios
estatistas etc, formando carteles para su beneficio siempre a
costa del sufrido pueblo. Se adueñan luego de los activos
nacionales que deberían de ser el cuadro para el desarrollo
económico general, y los usan como si fueran de su propiedad.
Buchanan y su socio, Gordon Tullok, presentan la idea de un
contrato entre sociedad y gobierno a través del cual ese
gobierno existe para proteger los derechos individuales y
proporcionar servicios públicos. Ese papel ha sido generalmente
aceptado aun cuando no cumpla cabalmente su función. Pero cuando
el gobierno va mas allá del contrato y pasa a transferir
recursos y riqueza entre ganadores y perdedores, su legitimidad
se cuestiona, crece el descontento y se prende la mecha de las
insurrecciones.
Este contrato entre la sociedad y el estado no es una
descripción histórica, sino más bien un standard para medir el
papel del estado mostrando cómo, a través de los años, ha ido
mucho más allá del concepto limitado del acuerdo original
invadiendo todos los campos imaginables. Public Choice explica
por qué los gobiernos han crecido producto del egoísmo
irracional de los políticos, burócratas y grupos especiales.
Los políticos son descritos como maximizadores de votos y lo
único que les interesa es retener sus “huesos.” Para conseguirlo
utilizan estrategias que van desde la compra de votos hasta la
intimidación y el chantaje. Prometen a los votantes beneficios
sin importar costos sabiendo que no van a cumplir. El ejemplo
clásico de este tipo de engaño, es el ciclo de los negocios
mediante el cual los gobiernos, antes de las elecciones,
incrementan el déficit público o el dinero en circulación para
proyectar una imagen de bonanza artificial con grandes costos
económicos a futuro, pero que normalmente se sentirán hasta
después de esa elección.
Buchanan y Tullok aseguran que los presupuestos de los gobiernos
del mundo, son el doble y a veces hasta cinco veces de lo
requerido en administraciones eficientes. Pero los burócratas
establecen como uno de sus objetivos primordiales el “tamaño de
su emporio. Es bien sabido que en las burocracias “tamaño”
representa poder, ingresos, mordidas, status y la visión de su
futuro político se incrementa con la dimensión de su agencia,
departamento, Secretaría.
Los burócratas, cómo primeros elementos de esta estructura, son
proveedores de sus servicios monopólicos para los políticos. Los
políticos, como segundo elemento, son supervisores de los
burócratas y representan grupos con gran demanda por ese tipo de
servicios. Los grupos de intereses especiales son el tercer
elemento—empresarios rentistas, sindicatos etc.--y los que
buscan es ser incluidos en el reparto de dulces, ir al juego,
pero siempre con las cartas marcadas estructurando una economía
de rentismo.
En un reciente viaje del Dr. Buchanan a Tucson, tuve oportunidad
de platicar con ambos de la situación de México ante nuestra ya
próxima elección. Los dos coinciden en afirmar que México es un
ejemplo clásico del Public Choice. Desde nuestra independencia
la estructura política del país se desarrolló en base a los
intereses de los políticos y no para servir al pueblo. El cartel
político se organizó como la Mafia, de la punta de la pirámide
hacia abajo, para servir a los intereses de sus miembros. La
ansiada democracia lo único que logró es que el club de
participantes se ampliara un poco más. Pero la pandilla sigue
siendo la misma.
Ahora, desde que los revolucionarios fueran expulsados del
poder, han acudido a todos los trucos, mañas, chantajes,
amenazas etc, para recuperar esos intereses. En los últimos
meses se ha empezado a notar, y será más notable en los
siguientes, el exceso de dinero flotando en los mercados
estatales controlados por los revolucionarios junior dando la
impresión de una bonanza artificial, esa euforia que provoca la
borrachera irresponsable, pero después, y no lo dude nadie,
vendrá la horripilante cruda que sufriremos todos los
mexicanos.
Estos dos grandes intelectuales afirman que algo muy positivo
para México sería que todos esos elementos desaparecieran.
Uno de los secretos del éxito de Japón y Alemania, es que con la
destrucción de la Segunda Guerra Mundial todos esos grupos
desaparecieron y, al iniciar una nueva etapa sin ellos, se
convirtieron en las economías 1 y 2 del mundo. Grupos como los
que hemos enumerado que solo dedican tiempo y esfuerzo a la
distribución y no a la producción del pastel nacional. De esa
forma, ambos países tuvieron la oportunidad de empezar de cero,
sin la hemorragia de riqueza física, financiera, económica,
moral que provocan esos parásitos sociales.
Cuando se presentan este tipo de enfrentamientos entre
burocracias frustradas, las consecuencias económicas pueden ser
aterradoras. Ya lo comprobamos cuando los revolucionarios
decidieron sabotear el país en 1994. Es por tal motivo al Public
Choice se le llama la “economía de la política.”
Los revolucionarios, ante las elecciones presidenciales ya en el
umbral, están decididos a recuperar el poder a cualquier precio.
Durante su exilio han utilizado todos sus trucos aprendidos en
más de 7 décadas para sabotear la marcha del país. En el
bicentenario de la independencia se habla de una tercera
revolución mexicana, tal vez esta sea para, como afirman
Buchanan y Tullok, deshacernos de los nuevos parásitos
fabricantes de pobreza para el pueblo, y de inmensa riqueza para
ellos.
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