Barack Obama despertó a
una nación que dormía
GARY HUBBELL
Barack Obama es lo mejor que le ha ocurrido a Estados Unidos en los últimos cien años. Es ciertamente el salvador del futuro norteamericano. Es el mejor de todos los tiempos.
A pesar de que, entre los presidentes recientes, es el que más bajos promedios de aprobación ha obtenido en algunos aspectos o campos, la historia considerará a Barack Obama como la fuente de la resurrección de Estados Unidos. Obama ha hundido al país con una deuda que nunca antes pudimos imaginar.
Sus esfuerzos destinados a nacionalizar el sistema de salud han encontrado una resistencia fiera en todo el país. Los rescates del Programa de Alivio de Activos Depreciados (TARP, según sus siglas en inglés) y los planes de estimulación han tenido un efecto poco positivo en la economía nacional, mientras que el desempleo ha llegado a niveles inaceptables y parece que permanecerá así durante la mayor parte de la década.
Los programas de ayuda social han crecido hasta niveles insostenibles y entre la población existe un enojo creciente. Lo anterior explica por qué Obama es bueno para Estados Unidos.
Obama es el símbolo de un liberalismo progresivo que como un cáncer ha infectado nuestra sociedad durante los últimos 100 años. Del mismo modo que Hitler es la cara del fascismo, Obama pasará a ser en la historia el rostro del liberalismo desenfrenado. Un cáncer que ha hecho metástasis hasta un punto en que no puede ignorarse.
Los norteamericanos comunes que han vivido tranquilamente ganando un salario, haciendo contribuciones de caridad, asistiendo los viernes por la noche a los juegos de football escolares y pasando los fines de semana en la playa o dedicados a la caza no han sido tomados en cuenta.
Han despertado. El activismo político ha
llegado a un nivel nunca visto desde la
revolución americana, y Obama ha sido el
catalizador de la reestructuración de la
conciencia política y social norteamericana.
Pensemos en las estupideces que poco a poco
hemos aprendido a tolerar durante los
últimos 50 años a medida que el liberalismo
se proponía reestructurar un país que era el
símbolo de la libertad para todos los
pueblos del mundo. Por compasión, las leyes
migratorias se pasaron por alto. Las
políticas de bienestar alentaron la
irresponsabilidad, la fractura de las
familias y un ciclo de generaciones
dependientes. La deuda pública se
consideraba el tónico que lubricaba la
economía. Nuestros hijos terminaban una
escuela en la que se les enseñaba que eran
excepcionales y especiales, mientras gran
parte de ellos eran incapaces de realizar
las operaciones matemáticas básicas y leer y
escribir correctamente. Los legisladores
habían decidido que no se podía confiar en
el pueblo para que defendieran sus hogares y
despojaron a los ciudadanos de su derecho a
poseer armas. Se penalizó a los miembros
productivos de la sociedad con una carga
pesada de impuestos con el fin de mantener a
legiones de personas que no hacían más que
holgazanear mientras se deleitaban en sus
adicciones, obesidad, indolencia, ignorancia
y “discapacidades”. Los criminales han sido
arrestados y vueltos a arrestar, mimados y
liberados para que volvieran a saquear a los
ciudadanos. Los abogados, como rutina, se
enriquecían a costa de doctores,
contratistas y hombres de negocios gracias a
reclamaciones dudosas.
Lentamente aprendimos a tolerar estas barbaridades moviendo nuestras cabezas en señal de incredulidad y así seguimos viviendo. Pero Barack Obama levantó la tapa de un caldero que hervía de insatisfacción y descontento
En la época de Barack Obama, los miembros de las Panteras Negras permanecían fuera de los colegios electorales vistiendo uniformes de comandos mientras hacían sonar sus cachiporras en la palma de la mano. A ACORN —una organización financiadas por los contribuyentes— se le dieron facultades para trabajar en el censo, a pesar de que sus miembros fueron sorprendidos cuando asesoraban cómo organizar grupos de prostitución infantil. Se contrata a un ex comunista para desempeñar un cargo gubernamental en la Casa Blanca como consejero del presidente. El gobierno se hace cargo de las compañías automotrices, y el sindicato de obreros del automóvil —cuyos contratos son absolutamente inviables desde cualquier punto de vista económico— recibe como recompensa una participación en las empresas. El gobierno saca de apuros a bancos de inversiones y compañías de seguros que pagan a sus ejecutivos vergonzosas bonificaciones en calidad de agradecimiento por el apoyo público. A los terroristas se les hacen saber los derechos Miranda y se les brindan abogados libres. Y, a pesar de la extraordinaria desaprobación pública, Barack Obama ha seguido impulsando un plan de salud pública que reestructuraría una sexta parte de la economía norteamericana.
Desconozco lo que han hecho ustedes, pero hace unos días cambié mi afiliación partidista de “independiente” a “republicano”. No albergo ilusión alguna de que el Partido Republicano sea perfecto, pero por lo menos está comenzando a despertar ante el hecho de que no podemos mantener elevadísimos niveles de deuda, ni podemos pagar subsidios corporativos ascendentes a miles de millones de dólares, ni podemos seguir siendo la policía del mundo y continuar concediendo ayuda a países cuyos ciudadanos tratan de hacernos daño, y que de alguna manera debemos recortar nuestros gigantescos programas de ayuda.
Suman millones los norteamericanos que han sufrido bastante. Ahora se están organizando, están estudiando la Constitución y los Ensayos federalistas, están leyendo historia y fallos judiciales, participan en actos y mítines, y un grupo de candidatos conservadores se postulan en las elecciones. ¿Se está gestando una revolución? Sí, en el sentido de existe la necesidad de reestructurar nuestras sensibilidades y prioridades. ¿Será una revolución violenta? No, pues se llevará a cabo mediante la interpretación del documento original que nos ha guiado durante 220 años: la Constitución. Del mismo modo que el péndulo osciló hacia el liberalismo y lo políticamente correcto, se moverá hacia el lado contrario para repudiar cien años de insensatez. De aquí a cien años, la historia decretará que el año 2010 marcó un viraje en el cual Estados Unidos retomó la vía correcta. Y esto se lo podemos agradecer a Barack Hussein Obama.
Gary Hubbell es cazador, ranchero y fue guía de caza y pesca. Gary trabaja en Colorado como corredor de bienes raíces. Se puede establecer contacto con él en su página web aspenranchrealestate.com