La izquierda y el fundamentalismo Adolfo Rivero
Por supuesto que son minoritarios. Los revolucionarios recurren a la
violencia precisamente porque saben que no pueden ganar suficiente
simpatía popular como para llegar al gobierno. Esto es lo que sucede
actualmente con esos militantes opositores del libre comercio. ¿Cómo
es posible entonces impedir que algunos grupúsculos realicen ataques
terroristas? Sin duda es prácticamente imposible. Ahora bien, sólo es
imposible en un medio cultural simpatizante, en última instancia, con
la causa terrorista. Y he aquí la paradoja de la situación. Los grupos
terroristas son minoritarios, pero subsisten debido a la extraordinaria
popularidad de las ideas antinorteamericanas.
Ahora bien, es necesario comprender que el origen de estas ideas está
en la revolución comunista de 1917 y específicamente en el II Congreso
de la Internacional Comunista (la Tercera Internacional) reunido en Moscú
en 1920. Esta reunión dedicó la mayor parte de sus deliberaciones a
convertir las teorías de Hilferding-Lenin sobre el imperialismo en guías
prácticas para la acción revolucionaria en lo que hoy se llama el
tercer mundo.
Según esas tesis las supuestas relaciones de igualdad entre naciones
soberanas ocultan la servidumbre y la explotación de la gran mayoría
de la población mundial a manos de una minoría insignificante: la
burguesía y la ``aristocracia obrera'' de los países capitalistas
avanzados. Los países desarrollados deben su opulencia a la
inmisericorde explotación del resto del mundo. Como les interesa
mantener al resto del mundo como productor de materias primas baratas,
ninguno de los países subdesarrollados podrá escapar nunca de esa
condición si no es mediante la revolución social.
Estas ideas se hicieron tan extraordinariamente populares en el siglo
XX que aun hoy son compartidas por muchos de mis lectores, incluyendo a
los que se creen más anticomunistas. Paradójico pero natural cuando se
comprende que las elites intelectuales de Occidente han sido ganadas por
estas ideas, que se enseñan en las universidades y se repiten
constantemente en los medios masivos de comunicación.
``Sin la destrucción del capitalismo a escala mundial'', decían las
tesis de la II Internacional de 1920, ``no podrán disminuir las
desigualdades entre las distintas zonas del globo. Ahora bien, de ahora
en adelante, la evolución política del mundo y la historia van a girar
en torno a la lucha de los países capitalistas avanzados
(imperialistas) contra el poder revolucionario soviético el cual, para
sobrevivir y vencer, deberá agrupar en torno a él a todos los
movimientos nacionalistas de los territorios coloniales y dependientes
para conseguir el eventual triunfo de la revolución mundial
anticapitalista''.
La Internacional planteaba que los partidos comunistas deberían
realizar una política ``de estrecha unidad con todos los movimientos de
liberación nacional. Será preciso apoyar a todos los movimientos
disidentes (dondequiera que aparezcan) tales como el nacionalismo irlandés,
las reivindicaciones de los negros norteamericanos, etcétera...''
He aquí el origen de la vinculación entre el movimiento comunista
internacional y los otros tipos de luchas nacionales. Los comunistas
siempre trataron de penetrar estos movimientos, aliarse con ellos y
desviarlos hacia sus propios fines. Lo que los unía era el
antiamericanismo intelectualizado por los marxistas-leninistas como
antiimperialismo.
Es cierto que la Unión Soviética ha desaparecido y que ya no existe
una Internacional Comunista. Pero las relaciones entre los distintos
grupos, forjadas en décadas de lucha en común, se mantienen intactas
porque también se mantiene intacta la ideología del antiamericanismo
que los sigue uniendo. Fidel Castro ha reiterado, una y otra vez, que se
matiene fiel a los principios del marxismo-leninismo. Se mantiene fiel,
por consiguiente, a una ideología de ``alcance global'' que promueve la
lucha a muerte contra Estados Unidos. Fue esta ideología completamente
occidental la que les dio a los movimientos islámicos la racionalización
del atraso de sus países (de su ``subdesarrollo'') como un producto de
la explotación imperialista, y básicamente norteamericana. Nada nuevo
para nosotros. Como vemos, los fundamentalistas islámicos y la
izquierda latinoamericana tienen mucho en común. Los restos de esa
podrida ideología ``antiimperialista'' deben ser desarraigados de entre
nosotros.
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