En defensa del neoliberalismo |
Castro: ¿gánster o marxista? Adolfo Rivero Caro Los
que acusan a Fidel Castro de gángster tienen más razón de la que se
imaginan. En efecto, éste siempre mostró un profundo desprecio por las
instituciones republicanas y el respeto por las instituciones y por el
estado de derecho es, en definitiva, lo que diferencia a un político
ambicioso de un gángster. Ahora bien, dicen algunos amigos, un gángster
no tiene ideología. ¿Qué relación puede existir entonces entre Fidel
Castro y el marxismo? Es ahí donde, a mi juicio, esos amigos se
equivocan.
En
la teoría marxista confluyen varias corrientes. Intelectualmente, la más
importante es un método de análisis social, una cierta variante de
determinismo económico, que Marx llamó materialismo histórico. Porque
Marx no lo reduce todo a la economía, como afirman algunos críticos
mal informados. Lo que afirma es más sutil: la economía juega un papel
determinante en todos los fenómenos sociales, pero sólo en última
instancia. La política, el arte, la ética, el derecho o la ciencia
tienen su propia historia particular. No pueden reducirse a la economía
aunque todos se vean esencialmente afectados por la estructura económica
de la sociedad.
Marx
insistió en que las ideas no se producen en el vacío. Las ideas las
producen hombres insertos en una estructura social determinada. Ese
intelecto abstracto que desgrana un discurso teórico es una ilusión.
Los hombres piensan y razonan a partir de la realidad en que viven. Esa
realidad es históricamente cambiante, pero al considerarla ``natural''
y razonar a partir de la misma los intelectuales tienden a justificarla
y perpetuarla.
Marx,
interesado en cambiar la realidad social, subrayó ese carácter históricamente
relativo de las ideas. Denunció agriamente el derecho, la estética, la
ética o la democracia ``burguesas'' porque apuntalaban la estructura
social. A sus ojos, respetar esas ideas era históricamente ingenuo y
políticamente reaccionario. Y entre esas ideas reaccionarias estaban,
por cierto, la democracia y el estado de derecho (``burgueses'').
Marx
también elaboró una teoría económica del capitalismo. Fue lo que
trató de hacer El capital y a lo que dedicó la mayor parte de sus
energías. Es compleja e impresionante, pero ha demostrado ser
esencialmente errónea y, por consiguiente, irrelevante para el
desarrollo de la teoría económica. Marx apuntaló su socialismo
revolucionario (``científico'') sobre la base de razonamientos falsos.
Es
ese anticapitalismo de Marx el que conduce a la lucha política
revolucionaria. Si todos los males sociales dependen de la existencia de
la burguesía, hay que luchar por aniquilarla. No hay causa más noble.
Luchar por cualquier reforma es estéril o hipócrita (``filisteo'')
puesto que la raíz de todos los problemas sociales está en la
existencia de las clases y en las relaciones de explotación que se
derivan de las mismas. No es posible luchar realmente contra los efectos
sin atacar las causas que los producen. Los únicos reformistas serios
son los revolucionarios. Y el objetivo fundamental de todo
revolucionario, como planteó primero Marx en La lucha civil en Francia
y luego Lenin en El estado y la revolución, es apoderarse del aparato
del estado.
La
teoría marxista afirma, por consiguiente, que la más noble de las
causas es apoderarse del aparato del estado burgués y que no hay que
respetar ningún principio jurídico ni moral para conseguirlo. Por lo
tanto, políticamente hablando, el marxismo es la ideologización del
gangsterismo. No hay que extrañarse de que tantos gangsters se
proclamen marxistas. Lo raro sería tener una ideología que justificara
el asalto del poder y la renuncia de todos los principios morales para
conseguirlo y no proclamarse un apasionado seguidor de la misma.
No
debemos olvidar que el método marxista de análisis social, la concepción
de que todos los fenómenos sociales se ven esencialmente afectados por
la estructura económica, ha resultado intelectualmente fecundo. ¿Cómo
afectó la situación azucarera la lucha por la independencia de Cuba?
¿Cómo afectó a la familia el desarrollo de la revolución industrial?
Es casi imposible rastrear la influencia de la economía en la política,
el arte o la ciencia sin encontrar efectos interesantes. Y es fácil ver
por qué: las relaciones que estudia son reales, no imaginarias.
Ahora
bien, ¿qué se hace de este instrumento de análisis sociológico
cuando se produce una revolución socialista y se entroniza una
``dictadura del proletariado''? Lo que sucede no sólo es curioso, sino
también un poco cómico. El método sociológico de Marx choca
estrepitosamente contra las (utópicas) conclusiones revolucionarias a
las que lo ha llevado su (fallido) análisis económico. Porque, después
de todo, se supone que la aniquilación de la burguesía ha eliminado la
causa última de todos los problemas sociales. Y, sin embargo, ¡ahora
hay más problemas sociales que nunca! Pero ni intelectuales ni artistas
pueden criticar la sociedad que los genera porque eso sería
deslegitimizar la revolución. ¿Es extraño acaso el
patético languidecer de los teóricos marxistas en Cuba? Pero esto no
se deriva de que Fidel Castro no tenga ideología o no sea marxista,
sino precisamente de que la tiene y de que lo es. No se trata de elevar
a Fidel Castro al nivel de una ideología, se trata de hacer bajar lo
esencial de la ideología marxista al nivel de Fidel Castro. |