El siguiente artículo es el primero de una serie de cuatro sobre
la Venezuela bajo el régimen del presidente Hugo Chávez.
Investigado y escrito durante las últimas semanas por el
veterano periodista y ex diplomático John R. Thomson y el
diplomático de carrera venezolano retirado Norman Pino De Lión,
cada artículo explora un tema distinto:
1. la profundamente atribulada economía de la nación;
2. los derechos humanos bajo una creciente amenaza;
3. la participación e influencia de Cuba en sectores clave del
país;
4. las actividades de Irán, Rusia y los narcoterroristas de las
FARC.
Los editores están de acuerdo con la premisa básica de los
autores, en el sentido de que el régimen de Chávez y sus
relaciones con los principales infractores tanto del hemisferio
como de otras áreas representan una amenaza real y considerable
para los pueblos amantes de la libertad de todo el mundo. Esta
serie expone el alcance de esa amenaza.
Se hace difícil exagerar al hablar de la magnitud del declive y
el derrumbe de Venezuela. El país más rico per cápita en América
Latina se está hundiendo más y más en lo que puede conducir
inevitablemente a la quiebra, ya que todos los indicadores
fiscales van mal. El resultado será igualmente nocivo para Hugo
Chávez, elegido como presidente en 1999 y convertido ya en
autócrata de pleno derecho en 2010.
Es imposible encontrar un sólo sector que esté prosperando. Por
el contrario, la agricultura, el comercio y la industria -todos-
se encuentran en una situación desesperada. La industria
dominante del país, el petróleo, sufre en todos sus niveles de
una mala gestión, el ordeño financiero del gobierno y la
corrupción. El gasto caprichoso y derrochador del Sr. Chávez, en
el país y en el extranjero, ha dejado las finanzas del país en
grave estado crítico y paralizado el financiamiento real del
sector privado.
Los signos del deterioro están en todas partes:
• El
Producto Interno Bruto cayó,
según cifras del gobierno, en un 3,3 por ciento en 2009 y se
contrajo en 5,8 por ciento durante los tres primeros meses de
2010, mientras que todas las otras economías regionales estaban
creciendo. El Fondo Monetario Internacional proyecta un declive
de 2,6 por ciento para todo el año 2010, poniendo al país con
las mayores reservas petroleras fuera del Medio Oriente en una
situación económica peor que la de Grecia.
• La
inflación en
abril ascendió a 5,2 por ciento, según ha informado el gobierno,
y se dirige hacia un 50 por ciento o más sobre una base
anualizada. [Algunos economistas sospechan que tanto las cifras
de inflación como las del PIB están siendo subestimadas y el
chiste del momento entre ellos es que hay tres tipos de
información estadística en Venezuela: blanca, gris y
gubernamental.]
• El
tipo de cambio flotante,
uno de los tres tipos de cambio [al cual pronto se ha unido un
cuarto], cayó más del 20 por ciento durante abril y mayo. En vez
de reconocer su masiva mala gestión, el gobierno culpó a las
empresas financieras de llevar a cabo una especulación salvaje,
proporcionando así una excusa para intervenir a más de 30 de
ellas en las últimas semanas.
• La
inversión, nacional y extranjera, es
prácticamente inexistente, mientras que la desinversión es
generalizada. En la última década, más de cuatro mil empresas
han cerrado sus puertas, mientras que varias fábricas se han
mudado a localidades más amistosas, como la costera ciudad
colombiana de Barranquilla entre otras.
• La
confiscación gubernamental de empresas privadas sobrepasa
ya las 120 compañías establecidas en cada sector de la economía,
con más de 75 en el alicaído sector petrolero. Ello, a pesar de
que las encuestas muestran que el 61 por ciento de los
venezolanos prefiere el sector privado la gestión de activos de
petróleo, el 71 por ciento prefiere a los productores privados
de alimentos y medicinas, el 74 por ciento se opone a la
eliminación del sector privado, de acuerdo a Keller & Asociados,
una de las principales empresas encuestadoras. En la actualidad,
el Sr. Chávez parece decidido a absorber Polar, el mayor
productor de alimentos y bebidas del país, habiendo hasta ahora
confiscado un gran almacén de alimentos procesados y amenazado
públicamente a sus dueños, la familia Mendoza.
• El
desempleo se
sitúa oficialmente en un 8,2 por ciento. Sin embargo, las
encuestas del gobierno cuentan a cualquiera que trabaje unas
horas al mes o más, así como a los vendedores ocasionales de la
calle como “empleados”. Además, el despido está prohibido. Sólo
un economista se arriesgó a hacer una estimación de lo que es
seguramente una cifra considerable, al fijar su estimación de
desempleo en al menos un 30 por ciento.
• El
crimen violento es
incontrolable, tanto que los caraqueños se resignan a describir
su ciudad como la capital mundial del asesinato.
• El suministro de alimentos es
cada vez más escaso, debido al incesante desaliento a la
agricultura y la generalizada expropiación y confiscación
gubernamental de procesadores, distribuidores y minoristas. Una
reciente visita al supermercado Luvebras de la selecta
Urbanización Altamira de Caracas reveló un estimado de un 25 por
ciento del espacio de sus estanterías vacías, con muchos
productos de primera necesidad -café, arroz, frijoles-, en muy
limitada o casi nula oferta. Cuando la cadena franco-colombiana
Éxito fue confiscada en enero, algunos vándalos saquearon varias
tiendas, dejándolas temporalmente inservibles.
• La
fuga de cerebros en
todas las profesiones es elevada. Numerosos médicos venezolanos
estudian y practican ahora en Colombia, a pesar de estar mejor
remunerados en Venezuela. Los estimados aproximados señalan que
alrededor de cinco mil médicos y enfermeras han huido del país y
viven y trabajan ahora en Colombia, Panamá, España y Estados
Unidos. Esto no incluye los profesionales cubanos de la salud
que trabajan en Venezuela a cambio del salvavidas de 100 mil
barriles diarios de petróleo que La Habana recibe de Hugo Chávez.
Se calcula que más de 1.500 profesionales de la medicina cubana
han huido también a Colombia, la mayoría de los cuales ha pasado
a otros países.
• El
desarrollo de la infraestructura,
potencialmente una excelente fuente de empleo, es prácticamente
casi inexistente. Las carreteras están en mal estado y casi
ninguna nueva construcción está en marcha, mientras que se ve
una modesta actividad en la construcción de edificios
residenciales y comerciales. Las caídas de tensión de la
electricidad son frecuentes en ciudades y pueblos, y el agua
escasea.
Además de todo esto tenemos la resistencia que genera la
corrupción en todos los segmentos de la economía. Basta con
observar el Fondo Nacional de Desarrollo del gobierno: creado en
2005, el FONDEN ha recibido más de $ 57 mil millones en sus
primeros cuatro años y medio y ha financiado supuestamente más
de 600 proyectos, de acuerdo con el ministro de Finanzas, Alí
Rodríguez. Sin embargo, no se han especificado los proyectos y
el Fondo no ha publicado ningún informe financiero. Hugo Chávez
podría muy bien haber influido en gran parte de ese gasto
despilfarrador, prodigando recursos a países y líderes que trata
de incorporar a su red socialista bolivariana [un ejemplo basta:
la decisión del señor Chávez de invertir $ 5.000 millones de
dólares en bonos argentinos de dudoso valor].
Por otra parte, el extravagante estilo de vida personal de
Chávez va desde el fetiche por los relojes costosos hasta viajes
al extranjero con comitivas de gran tamaño. Los viajes al
extranjero han ocupado más de 10 por ciento de sus 11 años como
Presidente, y han dado cuenta de una cantidad sustancial de
recursos no contabilizados del FONDEN. De hecho, un chiste usual
en Caracas mantiene que los únicos indicadores crecientes que se
observan son el peso y la cintura cada vez mayores de Hugo
Chávez [algunos observadores estiman su aumento de peso durante
los últimos ocho años en unos 15-20 kilos.]
Resulta evidente que lo que un comentarista señala como la caja
negra de FONDEN, no es más que la fuente de financiamiento de
una incalculable corrupción personal e institucional, cuyo monto
exacto es imposible estimar de forma confiable.
En un antiguo depósito privado, ahora confiscado y controlado
por el grupo estatal PDVAL se descubrieron recientemente 32 mil
toneladas de productos alimenticios obsoletos, o podridos. El
director de PDVAL, subsidiaria del monopolio petrolero estatal,
PDVSA, ha sido irónicamente arrestado por cargos de corrupción.
En las últimas semanas, las inspecciones realizadas a
instalaciones gubernamentales de PDVAL, Mercal y CEALCO han
confirmado la existencia de más de 100 mil toneladas [200
millones libras] de alimentos básicos descompuestos, de acuerdo
con VenEconomía, uno de los principales centros de análisis
económico y financiero y de asesoramiento de servicios de
Venezuela. Que tal situación pudiese producirse, dada la escasez
crítica de alimentos básicos, pone de relieve la profundidad del
problema.
Todo esto ha traído a la economía y la sociedad de Venezuela al
borde del colapso. El resultado neto para Chávez es que sus
índices de aprobación han caído a un rango de 35-42 por ciento,
de acuerdo con encuestas reconocidas. El presidente de
Hinterlaces, Oscar Schemel, sitúa actualmente la base de Chávez
en un 39 por ciento, y la confianza en su liderazgo aún más baja,
en sólo un 35 por ciento.
Keller & Asociados informa que el 70 por ciento desea un cambio
de liderazgo y señala que un 51 por ciento de los que tienen
intención de votar están resueltos a hacerlo por alguien que no
sea Hugo Chávez.
Las consecuencias sociales y políticas han sido enormes. La
última encuesta de Keller encontró que un abrumador 83 por
ciento de los venezolanos no quiere que el país se convierta en
un país comunista similar a Cuba, mientras que un 58 por ciento
se opone a una Venezuela socialista. De hecho, el 80 por ciento
rechaza la conseja de que ”ser rico es malo”, lema que repite
con frecuencia Hugo Chávez, quien no lleva una vida de indigente.
Hinterlaces ha encontrado que sólo un 35 por ciento de los
venezolanos considera que el país lleva un rumbo positivo,
mientras que un 65 por ciento cree que Hugo Chávez debe hacerse
a un lado en favor de otro líder.
Las cifras anteriores muestran claramente que los prodigiosos
esfuerzos de propaganda del Presidente no han tenido éxito.
También muestran un importante giro respecto del liderazgo y las
políticas de Hugo Chávez.
Carlos Ocariz, uno de los tres alcaldes de oposición de las
siete municipalidades de Caracas, cree que la marea ha cambiado
fuertemente en contra del Presidente. ”Mi municipio, Sucre,
incluye Petare, el primer o segundo barrio más grande de América
Latina. Hemos ganado las elecciones en 2008 compitiendo contra
Hugo Chávez y sus candidatos escogidos a dedo”, nos dijo, ”y
podemos ganar a nivel nacional porque el pueblo está con
nosotros”.
Ocariz sabe de lo qué habla. Ha logrado un grado de aprobación
del 82 por ciento después de sólo 18 meses en el cargo, mediante
el mejoramiento de las facilidades educativas y de salud,
caminando por las calles con regularidad y -sobre todo-
ejecutando una administración transparente y honesta.
”La oposición puede ganar”, afirma. ”Tenemos que centrarnos en
aquellos que están realmente sufriendo, la gente que vive en los
barrios y en las zonas rurales. Si lo hacemos, podemos ganar
porque saben que Hugo Chávez ha fracasado. El pueblo quiere un
cambio. No podemos ganar centrándose en el pequeño porcentaje de
clase media alta y los ricos que viven en los mejores barrios de
Caracas y Maracaibo”.
A primera vista, el Alcalde Ocariz debería estar en la lista
corta de cualquiera como posible líder de la oposición. Varios
meses de esfuerzo han dado lugar a la confección de una lista
única de candidatos de la oposición para las elecciones de
septiembre para la Asamblea Nacional por parte de la Mesa de la
Unidad Democrática, que debería dar a la oposición de 40 a 55 de
los 163 escaños de la cámara legislativa de Venezuela.
Sin embargo, la oposición sigue estando alarmantemente
desorganizada y fraccionada, en particular debido a la
existencia de demasiados políticos de vieja guardia luchando por
sus restos individuales de poder y reconocimiento. Cuando los
líderes de la oposición trataron de establecer una plataforma
unificada, tardaron más de dos meses y un inmanejable documento
de 100 puntos que todos los candidatos pudiesen acompañar, al
menos nominalmente.
La insatisfacción con el presidente Chávez y su régimen es tan
grande que algunos observadores creen que la oposición podría
lograr la mayoría. Aunque es un tiro muy largo y dadas las
probabilidades de fraude electoral, dos obstáculos más
permanecen: quién será el líder de la oposición y si el resto de
los opositores estaría dispuesto a seguirlo.
Hasta ahora, nadie se ha puesto a la cabeza de la oposición
anti-Chávez, e incluso si surgiese un líder en las próximas
semanas, resulta debatible que un grupo formado por la más
amplia gama de ideologías imaginables y no más bien unos pocos
reciclados pero corruptos miembros de los viejos partidos sea
quien logre concretar algo que se acerque a la unidad.
Por último, no es exagerado pensar en los extremos hasta los que
Hugo Chávez puede llegar para verse como ganador. Un escenario
completamente plausible es que se cancelen las elecciones del 26
de septiembre por “supuestas” razones de seguridad nacional.
Alternativamente, podría simplemente anular los resultados
electorales, en caso de que se lleven a cabo y al señor Chávez
no le gusten los resultados.
En cualquier caso, el autócrata en jefe de Venezuela podría
llevar a cabo lo que ha amenazado: decretar que el país se guíe
por los Consejos Comunales, nombrados y tutelados por….
Hugo Chávez.
Esto, por supuesto, no quiere decir que los venezolanos deben
dejar de competir en las elecciones de septiembre. Nada dañaría
más a Hugo Chávez, internamente y en el extranjero, que una
estrepitosa derrota, una derrota que lo empujaría más cerca de
la puerta de salida.
En definitiva, la situación de la nación venezolana es muy
triste y las perspectivas son menos prometedoras. Por supuesto,
esto no es una buena noticia para sus 27 millones de ciudadanos
y para una región que sigue luchando por construir instituciones
democráticas confiables. La razón principal: un autócrata fuera
de control que ha sido calificado como demente por uno de sus
ministros más antiguos.
En el caso de que Washington tomase un interés sensible en la
amenaza que Hugo Chávez presenta para su propio pueblo y para la
seguridad regional, mucho podría hacerse para aislarlo y
finalmente poner fin a su influencia negativa y su alocada
carrera. Un frente común anti-Chávez, de apoyo mutuo y con la
participación de una sólida mayoría de los gobiernos del
hemisferio occidental es concebible y alcanzable.
Eso no se puede realizar haciendo a un lado el problema o
simplemente deseando que el caudillo de Caracas desaparezca. Al
menos se debería intentar por el bien de todos los interesados.
* John R. Thomson es un veterano periodista y ex diplomático de
la administración Reagan, que se centra en la política y
geopolítica de los mercados emergentes. Visitante frecuente de
Venezuela, permaneció recientemente en el país durante dos
semanas. Norman Pino De Lion es un ex diplomático de carrera del
Servicio Exterior de Venezuela, quien se desempeñó como
embajador