En defensa del neoliberalismo

Enemigos de fiesta

Adolfo Rivero Caro

Los antiamericanos del mundo están de fiesta. Todo un gran coro que comprende desde Fidel Castro y Hugo Chávez hasta los terroristas del Medio Oriente, pasando por algunos modestos comentaristas locales, anuncian el hundimiento del capitalismo y el fin de la hegemonía americana. No es primera vez. La crisis que acabaría con el capitalismo ha sido anunciada durante cada recesión importante desde que Marx profetizara el colapso del capitalismo a mediados del siglo XIX. De cualquier forma, la actual recesión afecta duramente a la vasta clase de los inversores, calculada en más de 100 millones de personas.

Una gran parte del público se siente impulsado a echarle la culpa al gobierno por la crisis financiera. Es un reflejo natural aunque equivocado. En una sociedad libre, los gobiernos no controlan el mercado aunque puedan influir sobre él. El mercado es el resultado de las opciones de millones de personas. En general, esas opciones responden a una racionalidad económica. La prosperidad económica de los últimos años, por ejemplo, impulsó a millones de personas a comprar casas. La demanda hizo subir los precios de forma tal que bastaba comprar una casa y venderla después para conseguir una ganancia. Esta tendencia se vio irracionalmente fortalecida porque cualquiera, independientemente de su solvencia, podía conseguir una hipoteca. Fue la explosión de las hipotecas de alto riesgo (subprime).

Uno se pregunta: ¿cómo fue posible que los bancos les dieran tantos créditos a individuos de dudosa solvencia económica? La respuesta es que se vieron compulsados a hacerlo. Mis lectores pueden investigar el Community Reinvestment Act, un programa dirigido a que los bancos detuvieran ''la discriminación encubierta'' e invirtieran en barrios de bajos ingresos. Negar préstamos se convirtió en sinómimo de discriminación. Esta ha sido una gran bandera populista, defendida a capa y espada por los demócratas. Como saben los lectores, dos grandes organizaciones privadas pero con apoyo gubernamental, Fannie Mae y Freddie Mac, respaldaban estas hipotecas de alto riesgo. Obviamente, las inversiones riesgosas paguen más que otras más seguras. Ahora bien, aunque no eran organizaciones gubernamentales, todo el mundo suponía que el gobierno iba a respaldar su temeraria política económica.

Algunos comprendieron el riesgo que se estaba corriendo. Testimoniando ante el Congreso en el 2004, cuando era presidente de la Reserva Federal, Allan Greenspan dijo: ''La Reserva Federal está preocupada porque Fannie Mae y Freddie Mac están usando el implícito apoyo del gobierno en cualquier tipo de crisis para tomar más riegos y poder multiplicar la rentabilidad de las hipotecas subsidiadas.'' John McCain trató de que el Congreso creara algún tipo de agencia regulatoria para supervisar Fannie Mae y Freddie Mac, pero sus esfuerzos fueron considerados ''reaccionarios'' por el Congreso demócrata y desestimados. El senador demócrata Christopher Dodd elogió a Fannie Mae y Freddie Mac este mismo año por ''venir al rescate'' cuando otras instituciones financieras estaban rebajando los préstamos hipotecarios. Llegó a decir que estas organizaciones ''tenían que hacer más'' para ayudar a los que tenían hipotecas de alto riesgo a conseguir mejores préstamos. El representante demócrata Barney Frank, por su parte, garantizó la ''solidez'' de Fannie Mae y Freddie Mac y dijo textualmente: ''No veo ninguna posibilidad de que el Tesoro vaya a sufrir serias pérdidas financieras'', añadiendo que ''probablemente el gobierno haga demasiado poco en presionarlos (a Fannie Mae y Freddie Mac) para satisfacer el objetivo de casas accesibles.'' Y ahora, con inaudito cinismo, estos mismos personajes denuncian al gobierno de Bush como el responsable de la crisis financiera.

Ahora bien, ¿qué hacer ante esta crisis? Obama ha anunciado un fuerte aumento de los impuestos a las personas que ganan más de $250,000, incluyendo lo que pagan en ganancias del capital. El los llama los acaudalados. Buena parte del público se identifica con este lenguaje sin comprender que es el lenguaje de la lucha de clases. Los llamados ''acaudalados'' no son más que los empresarios, la mayoría de los cuales son pequeños negociantes. Subirles los impuestos les quita recursos y, por consiguiente, disminuye su capacidad de contratación. Nadie contrata más empleados ganando menos. Que nadie se engañe. Los aumentos de impuestos a los empresarios nos van a afectar, muy negativamente, a todos.

Obama, junto con el Congreso demócrata, también se ha manifestado a favor del proteccionismo y en contra de los tratados de libre comercio, particularmente si se trata de Colombia, el principal opositor de las guerrillas izquierdistas en América Latina. ¿Qué pueden esperar nuestros países de esta política? ¿Qué puede esperar el mundo subesarrollado y el mismo pueblo americano?

Obama, junto con el Congreso demócrata, es un instrumento de los ecologistas radicales. Por consiguiente, que nadie espere un impulso a la perforación en busca de petróleo o gas natural, o un estímulo a la creación de nuevas plantas nucleares. Los ecologistas no lo van a permitir.

Lamentablemente, la crisis financiera, un mes antes de las elecciones, ha conseguido poner a Barack Hussein Obama como favorito de las mismas. Todos los antiamericanos del mundo contemplan esto con mal disimulado júbilo. Nadie puede negar que Castro, Chávez y los terroristas de Hamas, entre muchos otros de tono menor, quieren una presidencia Obama. Ven con odio y alarma una presidencia McCain. A mi juicio, eso debería ser más que suficiente a la hora de decidir por quién votar.

Octubre, 2008

 

 

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