En defensa del neoliberalismo

El peligro de Irán
Adolfo Rivero Caro

Irán es, sin duda, el problema internacional más grave que confronta Estados Unidos. El gobierno de Teherán está trabajando a toda máquina, no sólo para fabricar armas nucleares, sino también los misiles para transportarlas. Otros países han tenido armas atómicas y Estados Unidos ha podido contenerlos pero, a diferencia de ellos, Irán no está motivado por cálculos racionales, sino por un fanatismo religioso que le hace despreciar la posibilidad de sufrir represalias, inclusive, de ser aniquilado en un holocausto nuclear. Es esta actitud suicida la que lo hace, no sólo peligroso, sino hasta impensable que pueda convertirse en una potencia nuclear. Por otra parte, Irán domina el Golfo Pérsico, en cuyas orillas yace 55 por ciento de las reservas mundiales del petróleo y unos 17 millones de barriles de petróleo crudo pasan diariamente por el Estrecho de Ormuz.

La confianza de Irán y su constante desafío al resto del mundo es explicable. Después de todo, nadie ha podido frenar su intento de conseguir armas atómicas y, hasta ahora, ninguna sanción internacional ha conseguido disuadirlo. En el Líbano, entre 1982 y 2000, Hezbolá (el Partido de Alá, un instrumento iraní) derrotó a los israelíes en el campo de batalla e Israel tuvo que optar por retirarse del Líbano.

Como es sabido, los musulmanes están divididos en un grupo mayoritario, los sunitas, y uno minoritario, los chiitas. Los sunitas, encabezados por Arabia Saudita, ven con profunda desconfianza los esfuerzos de Irán (de mayoría chiita) para convertirse en la fuerza hegemónica del Medio Oriente. La idea de que Israel pueda atacar las instalaciones atómicas iraníes es bien vista entre los países árabes sunitas. Recientemente, el embajador de los Emiratos Arabes Unidos en Estados Unidos, Yousef al-Otaiba, dijo públicamente --antes de negarlo-- que "habría una reacción muy adversa si una fuerza exterior atacara a un país musulmán, pero si usted me pregunta, yo prefiero eso a un Irán nuclear. No podemos vivir con un Irán nuclear''.

Un antiguo gobernante árabe, hablando en privado, le dijo al periodista Arnaud De Borchgrave el 6 de julio: "Todos los dirigentes del Medio Oriente y el Golfo quieren sacar a Irán del negocio de las armas nucleares, y todos saben que las sanciones no van a funcionar''.

Infortunadamente, los dirigentes palestinos se niegan a deponer su intransigente oposición a Israel, aunque pretendan ocultarla. Durante una reciente visita a Washington, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, afirmó: “Digo delante de usted, señor Presidente, que nosotros no tenemos nada que ver con cualquier incitación contra Israel, y que no lo estamos haciendo”. Infortunadamente, las afirmaciones de Abbas son radicalmente falsas. Uno de los obstáculos fundamentales a cualquier tipo de entendimiento es que Abbas y sus amigos le hablan a la comunidad internacional de intenciones pacíficas, en inglés, mientras incitan al odio contra Israel cuando le hablan a sus pueblos, en árabe.

En este mismo mes, por ejemplo, Abbas lamentó públicamente la muerte de Mohammed Oudeh, el organizador de la masacre de atletas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. “El difunto --dijo Abbas-- fue uno de los destacados líderes del movimiento Fatah y vivió una vida llena de lucha, de dedicados esfuerzos y de enormes sacrificios por resolver el legítimo problema de su pueblo”. No sólo eso. En Amman, Jordania, Abbas les había dicho a los periodistas árabes: “Nosotros no podemos confrontar a Israel militarmente, y esto se discutió en la cumbre de la Liga Arabe en marzo (en Libia). Allí me volví a los estados árabes y les dije: Si quieren guerra, y si todos ustedes van a luchar contra Israel, nosotros estamos de acuerdo. Pero los palestinos no van a pelear solos porque no tienen la capacidad para hacerlo''.

Es particularmente preocupante que esos mismos extremistas islámicos que han decidido convertir a Irán en una amenaza nuclear contra Israel, Europa Occidental y los mismos Estados Unidos haya conseguido insólitos aliados en América Latina. Cuba fue uno de los primeros países en reconocer al gobierno revolucionario de Irán en 1982 y el mismo Fidel Castro fue a Teherán en 2001. No es por gusto que Hugo Chávez esté luchando por desarrollar la influencia de Irán en el continente, algo que ha conseguido con Bolivia, Ecuador, Nicaragua y, en menor medida, Uruguay. Todos los dirigentes de esos países se han reunido con Ahmadinejad. En este plan de siniestras implicaciones para nuestros países ha jugado un papel particularmente turbio el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva. No hay que olvidar que Hezbolá, un instrumento de Irán, fue el autor de los ataques contra la comunidad judía en Buenos Aires en 1992 y 1994, y que Hugo Chávez se ha convertido en un estridente antisemita, para pena y bochorno de los venezolanos.

¿Tendrá que intervenir militarmente Estados Unidos para impedir que Irán se convierta en una fuerza nuclear? Permitir que Irán lo consiga sería un desastre para Estados Unidos y alteraría el balance de fuerzas mundial. Impedirlo por la fuerza, por otra parte, es una posibilidad llena de peligros para todos.

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