La notable elección iraquí.
Los beneficios estratégicos de una democracia emergente en el Medio Oriente.
Se necesita una mente cínica para no compartir los logros de las elecciones nacionales iraquíes. Bombas y misiles, amenazas de al Qaeda, y la fatiga bélica, no pudieron impedir que millones de iraquíes, de todas las sectas y regiones, ejercitaran un derecho que es raro en el mundo árabe. Inclusive el hombre de Naciones Unidas llamó la votación “un triunfo”.
El domingo, 61% de los votantes elegibles concurrieron a votar en la provincia de Anbar, antiguo reducto extremista que incluye los pueblos de Fallujah y Ramadi. En la última elección nacional de hace cinco años votaron 3,375 personas -un 2%- en Anbar. Las otras provincias dominadas por los sunitas, que boicotearon los comicios de 2005, tuvieron números similares: 70% en Diyala y Salaheddin y 67% en Niniveh, todos más altos que el promedio nacional de 62%, Las elecciones presidenciales norteamericanas raramente alcanzan esa concurrencia.
Nouri al-Maliki, primer ministro iraqui, depositó su voto para las elecciones parlamentarias en la Zona Verde de Baghdad, Iraq.
Al Qaeda, al igual que grupos extremistas sunitas y chiitas, fueron derrotados militarmente por el incremento de tropas, y esta elección continúa la tendencia de resolver disputas a través de política en lugar de bombas. Los terroristas restantes, mucho más débiles y organizados en pequeñas células, hicieron un gran esfuerzo para impedir la votación. 38 personas murieron en varios ataques de morteros, cohetes y bombas el día de las elecciones. Pero los atacantes tuvieron dificultades para acercarse a los lugares de votación, y la seguridad fue buena en Bagdhad y todos los otros lugares, y los iraquíes desdeñaron esas amenazas.
El resultado de las elecciones está por conocerse, y no se sabrá hasta dentro de unos días, El actual primer ministro, Nouri al-Malik, necesita formar una nueva coalición con escépticos partidos chiitas y curdos. Aunque él mismo es chiita, el ex-primer ministro Ayad Allawi atrajo votos sunitas para su bloque nacionalista secular. La coalición curda pudiera dividirse.
La misma incertidumbre sobre los resultados es un signo del avance democrático, y el drama no pasará desapercibido en el Medio Oriente, donde las victorias son siempre avalanchas para el partido gobernante. El contraste con la votación robada de 2009 en Irán no pudo ser más dramático, y aun Al-Jazeera mantuvo cobertura especial constante.
El presidente Obama merece crédito por resistir sus propios llamados de 2008 por una rápida retirada norteamericana. Las fuerzas estadounidenses son consideradas como intermediarios honestos y garantes de estabilidad por todas las partes en pugna. Por lo que fué infortunado oír a Obama, cuando las urnas apenas cerraban, y los votos estaban sin contar, declarar rápidamente que las elecciones hacen posible que “para el final del año próximo, todas las tropas norteamericanas estén fuera de Iraq”
Mucha sangre y recursos se han gastado allá para hacer esta misión rehén de un calendario político. La naturaleza de la intervención norteamericana en Iraq cambiará, pero necesita ser mantenida y robusta. Imagínese que los soldados norteamericanos se hubieran retirado de Alemania ocho años después de la segunda guerra mundial, o hubieran abandonado prematuramente la zona desmilitarizada en Corea.
Hay peligros por delante en Iraq, incluyendo violencia en el inmediato período postelectoral. La zona es aún igualmente peligrosa. Los iraquíes no se van a someter al dominio iraní, pero un militar de rango afirma que Estados Unidos actualmente se preocupa mucho de un Iraq “hezbollahizado”. Teherán ganó experiencia explotando las divisiones sectarias para crear problemas en Líbano. Y la ha traído para usarla en Iraq, apoyando a los extremistas chiitas con armas y dinero, y su influencia debe ser contrarrestada..
Un iraq libre representa una gran oportunidad estratégica para Estados Unidos. Al alejarse Turquìa de Europa (en parte por haber sido alejada) e Irán tratando de lograr hegemonía regional, Iraq puede convertirse ahora, si no abandonamos el campo, en un fuerte aliado estadounidense. Una fuerte presencia en Iraq da a Estados Unidos importante influencia contra un régimen alienado en Tehran, empeñado en adquirir armas nucleares.
Por años estuvimos oyendo que derrocar a Saddam Hussein fue un error, porque le dio poder a Irán. Ahora que Iraq está emergiendo como una democracia unificada, el gobierno en Baghdad puede ser un contrapeso, sin la brutalidad y amenaza regional que Saddam representaba. Aun mientras decline el número de tropas estadounidense, un compromiso sostenido norteamericano servirá a Iraq, al mayor Medio Oriente, y a los intereses estratégicos estadounidenses.