En defensa del neoliberalismo
 

Campaña y educación

 

Adolfo Rivero


Muchos latinoamericanos no comprenden que en Estados Unidos la educación está muy descentralizada y que no hay ninguna autoridad educativa comparable con nuestros ministerios de Educación. Y que por consiguiente, en la práctica, las únicas organizaciones que pueden influir nacionalmente sobre la educación son los sindicatos nacionales de maestros. Ahora bien, hace algún tiempo, la revista US News & World Report dedicó un número a un estudio titulado Por qué los maestros no enseñan. Las conclusiones a las que llegaba la revista eran bien claras: la principal responsabilidad del desastre de la educación pública está en los poderosos sindicatos de maestros. El principal de ellos es la Asociación Nacional de Educación (National Education Asociation, NEA) con 2.5 millones de miembros y un presupuesto de más de $185 millones anuales.

Como dice US News, la NEA le ha infundido a la enseñanza el espíritu sindicalista de conseguir el mejor salario por las menos horas de trabajo posibles, y dejar la calidad del producto como una responsabilidad de la dirección administrativa de las escuelas. De acuerdo con esta ética, según afirma US News & World Report, frecuentemente se castiga a los buenos maestros y se recompensa a los malos, mientras que una burocracia atrincherada está decidida a impedir cualquier reforma sensata. Gracias a NEA, en la educación pública norteamericana lo importante es la antigüedad y no la calidad de la enseñanza. Las reglas de antigüedad dejan a los directores prácticamente con poco control sobre quiénes enseñan en sus escuelas. "Si los directores no pueden contratar y despedir, no pueden formar un equipo que tenga un sentido de misión común, algo que tienen todas las buenas escuelas", dijo Carolyn Kelley, una profesora de educación en la Universidad de Wisconsin en Madison.

Cuando los empleos están en peligro, los sindicatos urgen a los viejos maestros a que den clases en asignaturas que no conocen. El Departamento de Educación de EU informa que una tercera parte de los profesores de matemáticas de secundaria, casi una cuarta parte de los de inglés y casi una quinta parte de los de ciencias no tienen ningún título en esas asignaturas. El sistema de antigüedad que tan ferozmente defienden estos sindicatos carece totalmente de sentido en las escuelas públicas.

La Comisión Nacional de Educación sobre Tiempo y Aprendizaje ha descubierto que la mayoría de los estudiantes de secundaria invierte menos de la mitad de su escaso tiempo escolar en el estudio de las asignaturas básicas. Durante sus cuatro años de estudios secundarios, los estudiantes japoneses pasan 3,170 horas estudiando matemáticas, ciencia e historia; los franceses, 3,280 horas y los alemanes, 3,528 horas. Pero los jóvenes americanos sólo pasan 1,460 horas estudiando esas mismas asignaturas. Aunque se instruyen sobre el genocidio de los pieles rojas, el uso de los preservativos, los crímenes del Ku-Klux-Klan o la grave crisis del manatí. Materias, sin duda, más fáciles de impartir.

Pero si la buena enseñanza no encuentra recompensa, la mala no sólo es tolerada sino que es extraordinariamente protegida. Padres y directores no pueden hacer absolutamente nada al respecto. Los contratos sindicales garantizan una protección casi absoluta contra la posibilidad de un despido. En el estado de Nueva York, por ejemplo, el costo de despedir a un maestro es de $200,000. En un famoso caso de Nueva York, un maestro estuvo cobrando su salario tras las rejas durante varios años mientras cumplía una condena por vender cocaína a un policía encubierto. El costo de despedir a un maestro es tan alto que los administradores ni siquiera se molestan en intentarlo. La práctica general es que los administradores les den buenas calificaciones a los malos maestros a cambio de que los sindicatos los transfieran a otras escuelas, un cínico procedimiento conocido como pasar la basura.

La situación de la educación norteamericana sólo puede empeorar si Al Gore gana las elecciones. La razón es muy sencilla: Gore no puede enfrentarse a la NEA porque esta organización sindical es el principal contribuyente del Partido Demócrata. En un desesperado esfuerzo por ayudar a los demócratas a reconquistar la Cámara, la NEA decidió en su último congreso gastar la mayor parte de su dinero para los comités de acción política, estimado en $8 millones, en 25 contiendas para representantes muy discutidas. Como es lógico, casi el 90 por ciento de los delegados de la NEA apoya a Al Gore para presidente.

Los sindicatos de maestros no son sólo los principales contribuyentes del Partido Demócrata, sino que proporcionan numerosos voluntarios para sus campañas políticas que distribuyen propaganda, hacen llamadas por teléfono y realizan todo tipo de tareas. En 1996, de los 4,320 delegados a la Convención Demócrata, 405 eran miembros de la NEA (en comparación con 34 en la Convención Republicana). El principal cabildero de la NEA, Debra DeLee, fue hecha vicepresidenta del Comité Nacional Demócrata y organizó la Convención de 1996.

Todo el que tiene recursos, incluyendo por supuesto a Bill Clinton, Al Gore y la mayoría de los jerarcas del Partido Demócrata, manda a estudiar a sus hijos a escuelas privadas. ¿Por qué se oponen entonces a que los que no tienen dinero para hacerlo puedan hacer lo mismo gracias a los certificados escolares (vouchers)? Decir que eso les resta fondos a las escuelas públicas es una idiotez. Si el 10 por ciento de los alumnos de las escuelas públicas se va de las mismas, llevándose los fondos que les están asignados, ¿cómo puede eso afectar los recursos de los que se quedan? Y, ¿acaso eso no disminuiría la cantidad de alumnos en las aulas?

Los sindicatos, sin embargo, gastan una considerable cantidad de sus fondos oponiéndose ferozmente a cualquier iniciativa para promover los vouchers. Con la ayuda entusiasta del Partido Demócrata. Cuando la NEA se reunió el pasado julio en Chicago, se votó un aumento de $5 anuales en las cuotas de los miembros para recaudar $6 millones destinados a combatir los vouchers y otros "programas venenosos". Uno de los abogados de la NEA, Robert Chanin, ha alegado cuatro veces contra los vouchers en el Tribunal Supremo.

Muchos negros y muchos latinos todavía no se han dado cuenta de que poder superarse es la única forma para salir de la pobreza. Y que el principal obstáculo para su superación está en el partido que dice defenderlos. Con amigos como ésos, no les hacen falta enemigos.