En defensa del neoliberalismo
 

Campaña y educación

 

Adolfo Rivero


Es probable que la educación sea el tema más importante de la actual campaña presidencial. Que nadie se engañe, estamos ante un verdadero desastre nacional. Según el último Estudio internacional sobre matemáticas y ciencia, los estudiantes norteamericanos están entre los más deficientes del mundo. Todos sabemos que los empleadores, particularmente en áreas tecnológicas, tropiezan con enormes dificultades para reclutar jóvenes empleados mínimamente calificados. Tanto los empleadores como las universidades y los colleges tienen que dedicar cada vez más tiempo y más dinero a la educación remedial.

¿Cómo es posible que la primera potencia del mundo quede última entre los países industrializados y a nivel del tercer mundo en todas las clasificaciones internacionales sobre educación? ¿Será posible que una increíble miopía haya privado de fondos a esa tarea primordial? Los responsables de ese desastre nacional nos hablan, con voz rajada de emoción, de la necesidad de "invertir más en el futuro de nuestros hijos". Y, como es lógico, el público hace cualquier sacrificio con tal de mejorar la educación de la joven generación. Lo que el público no sabe es que Estados Unidos es uno de los países que más gastan en educación en el mundo. Y con menos resultados.

En 1950, los gastos por alumno se estimaban en unos $1,461 (en dólares 1999). En 1999, la cifra era de poco menos de $7,000. En 1961, el salario anual promedio para maestros de escuelas públicas era de $5,515 (unos $29,676 en dólares de 1998). En 1998, el salario promedio era de $39,385. En 1955, la proporción alumno-maestro en las escuelas públicas del país era de 30 a 1. En 1998, era de 17 a 1.

¿Cuál será entonces la principal causa de este desastre? A mi juicio está en los sindicatos de maestros y, fundamentalmente, me refiero a la Asociación Nacional de Educación (NEA). Son sindicatos poderosísimos controlados por los elementos más izquierdistas del Partido Demócrata. La principal preocupación de estos sindicatos de maestros no es enseñar, sino garantizar los mayores privilegios a su ejército de funcionarios, muchos de los cuales ganan sueldos millonarios. A la NEA le preocupa mucho más la inamovilidad de sus miembros que la educación de nuestros hijos. En EU despedir a un maestro de escuela pública, por incompetente que sea, es prácticamente imposible. Y hay maestros incompetentes. La incapacidad siempre se impone donde no exista la presión de la competencia. Y si los simples controles burocráticos pudieran resolver ese problema, los países comunistas serían los más eficientes.

La otra gran tarea de la NEA es luchar contra el sistema de valores tradicionales. Es decir, transmitirles sus ideas izquierdistas a los niños y jóvenes. Los que lo duden sólo tienen que molestarse en revisar los acuerdos de sus últimos congresos. Podrán comprobar que apoya cuanta causa izquierdista hay en el mundo. ¿Por qué este interés en cambiar los valores tradicionales? Porque esos valores constituyen el fundamento cultural del capitalismo, y la demolición de la sociedad capitalista sigue siendo un objetivo invariable. Pero los métodos han cambiado. Ahora lo fundamental no es la lucha de clases, sino la guerra cultural.

Los Padres Fundadores de esta nación y los hombres que la han hecho grande tenían opiniones definidas sobre el bien y el mal. No eran relativistas morales, no pensaban que el criterio de la verdad fuera una simple cuestión de gusto personal, algo así como la afición a los Yankees de Nueva York o a la yuca con mojo. Creían en el libre albedrío y en la responsabilidad individual. Los socialistas tienden a rechazar la responsabilidad individual porque, para ellos, la sociedad capitalista es la causa de todos los problemas sociales. De ahí esa extravagante indulgencia que los liberalfascistas americanos tienen con los delincuentes, nunca con las víctimas.

Y de ahí también que el único principio moral que se enseña a los niños en las escuelas públicas es precisamente a ser non-judgmental, es decir, a no hacer valoraciones morales. Las valoraciones morales son un "prejuicio" y tenerlas es ser "bigoted".

Esta negación de la responsabilidad individual, esta erosión de los valores morales es la causa fundamental de esas aterradoras explosiones de violencia nihilista que se producen periódicamente en las escuelas, y que no se van a resolver con detectores de metales ni con cerrojos en las pistolas. Este trabajo ideológico, se hace a espaldas de los padres. Estoy convencido de que la mayoría de los maestros no simpatiza con estas ideas y quisiera más disciplina, más moralidad tradicional y más concentración en las asignaturas básicas. Pero no es fácil oponerse a los sindicatos más poderosos de EU.