“La deuda federal y el riesgo de una crisis fiscal”.
Sin mencionar nombres ni hacer acusaciones políticas, la Oficina
de Presupuestos del Congreso (CBO) emitió la semana pasada un
informe titulado “La deuda federal y el riesgo de una crisis
fiscal”. Las palabras del informe, escuetas y mesuradas,
dibujan un cuadro sombrío de los peligros a largo plazo
resultantes del actual descontrol de los déficits
gubernamentales.
El informe de la CBO señala que la deuda, que hace tres años
constituía el 36 por ciento del producto interno bruto, (PIB)
será del 62 por ciento de este a finales del año fiscal 2010, y
seguirá creciendo en años futuros.
Al analizar la historia de la deuda nacional desde los comienzos
del país, la CBO halló que la deuda nunca había excedido el 50
por ciento del PIB, ni siquiera cuando el país estuvo inmerso en
la Guerra Civil, la Primera Guerra Mundial o en cualquier otra
guerra con excepción de la Segunda Guerra Mundial. Además, un
gráfico en el mencionado informe de la CBO muestra que la deuda
nacional disminuyó agudamente después de la Segunda Guerra
Mundial cuando el país comenzó a saldar sus deudas de guerra una
vez terminada esta.
Por el contrario, según la CBO, nuestra deuda nacional actual
sigue creciendo y podría acabar en un “territorio desconocido” y
alcanzar “niveles insostenibles”. Estos remiten a las
consecuencias económicas, y el cuadro general es desalentador.
Aunque Barack Obama y los miembros de su Gobierno hablan
constantemente del gasto de “estímulo” como creador de una
demanda de bienes que a su vez “crea empleos”, lo cierto es que
cada dólar que gastan proviene de algún otro lugar, lo que
significa que, en ese otro lugar, hay menos dinero para crear
puestos de trabajo.
No existen motivos para creer que, en el balance neto, todo este
gasto descomunal está creando empleos. El hecho de que la tasa
de desempleo se mantiene cercana al 10 por ciento desdice la
idea de que se están creando numerosos puestos de trabajo, una
vez más, en el balance neto.