El asalto de Chávez contra la libertad de prensa
Mary Anastasia O'Grady
Washington
"Vine a Estados Unidos y en especial a Washington para buscar
justicia".
Es viernes por la tarde y estoy sentada enfrente de Guillermo
Zuloaga, el dueño de Globovisión, uno de los sólo tres canales de
televisión venezolanos que siguen en manos privadas. A principios de
junio, Zuloaga y su hijo y socio (también llamado Guillermo) huyeron
de su país natal, Venezuela, y pasaron a la clandestinidad cuando
Hugo Chávez ordenó su arresto. La semana pasada apareció aquí y
acordó conversar conmigo sobre la petición que presentó ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, domiciliada en
Washington, y sobre la vida bajo el chavismo.
Globovisión llega un 42% de los hogares que posee un televisor y
Zuloaga se siente orgulloso de su historial. "Chávez hizo todo lo
que pudo para cerrar Globovisión o intentar cambiar su actitud",
sostiene, pero "no ha podido hacerlo... Globovisión es el único
canal independiente que sigue siendo crítico del gobierno".
Zuloaga sostiene que la decreciente popularidad de Chávez ha
intensificado su resentimiento contra la cadena de noticias. "La
calidad de la vida venezolana se está deteriorando de forma
considerable, a la vez que uno de los mayores escándalos de
corrupción salió a la luz, cuando se pudrieron 70.000 toneladas de
alimentos en los puertos. Tenemos problemas con la electricidad,
problemas con el agua, los índices de crimen son más altos que en
cualquier otra parte, con 150.000 muertes violentas en los últimos
10 años. El gobierno de Chávez ha violado casi todos los artículos
de la Constitución", señala. Globovisión es la única cadena que
informa sobre todo esto, afirma.
Zuloaga ya fue arrestado una vez. Sucedió en marzo, luego de una
reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Aruba,
donde, sostiene, unas 10 personas que trabajan para el gobierno
venezolano, el regulador televisivo, y un canal de televisión
estatal acudieron sin invitación. Uno de ellos tomó el micrófono y
acusó a Zuloaga de promover lo que a Chávez le gusta llamar el "golpe"
en 2002.
Zuloaga sintió que "la acusación de ser parte de un golpe que nunca
existió, hecha en público, que quedaba grabada" no podía quedar sin
una contestación. "Así que me levanté y dije que no hubo golpe y que
lo que había ocurrido fue que Chávez les ordenó a los militares
disparar contra la gente ese día". Zuloaga cree que lo que sucedió
ese día fue un levantamiento popular contra 49 proyectos de ley
—entre las que figuraba un agresivo asalto contra la propiedad
privada— que Chávez se preparaba para promulgar cueste lo que cueste.
Alrededor de una semana después de la reunión en Aruba, Zuloaga fue
arrestado por la inteligencia militar y acusado de calumnias. Pasó
tres horas en una cárcel de Caracas y cree que la "presión
internacional" de una cantidad de lugares distintos lo liberó. Pero
afirma que los cargos en su contra nunca se retiraron.
Para explicar lo que sucedió después es necesario recordar un cargo
en su contra de mayo de 2009, que lo acusa de "acaparar" automóviles
en su propiedad (Venezuela tiene escasez de automóviles). "Luego de
nueve meses de investigación", señala, "el gobierno no pudo probar
crimen alguno. El expediente fue colocado en una caja y sellado".
Poco después de que Zuloaga fuera liberado de la cárcel en marzo
tras el fracaso de la estrategia de las calumnias de Aruba, Chávez
anunció que no había terminado con Zuloaga. "En una de estas
reuniones interminables que emite en televisión durante horas, una
en la que la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia y el jefe
de la oficina de la fiscalía estaban presentes, afirmó: '¿Cómo puede
ser que esta Globovisión pueda seguir diciendo cosas contra la gente,
el gobierno y yo?' '¿Cómo un presidente que me criticó y dijo todas
estas cosas aún está libre?'".
Una semana más tarde, sigue el relato de Zuloaga: "Recibimos
información desde adentro —porque no todos los que trabajan para el
gobierno apoyan a Chávez— de que el fiscal general había pedido el
expediente [del acaparamiento] de 2009".
"Y reabrieron el caso. Sin cambiar una palabra de ese expediente,
ordenaron que nosotros [Zuloaga y su hijo] fuéramos encarcelados
directamente. Ordenaron que nos pusieran en una cárcel llamada La
Planta, que es famosa por ser una de las prisiones más peligrosas
del continente americano. Hace sólo semanas hubo una revuelta allí y
murieron 15 personas". En ese momento se escaparon.
Zuloaga contó dos casos —uno que involucraba a Globovisión y el otro
que involucraba a la acusación de acaparamiento de 2009— en los
cuales los jueces fueron despedidos por no cumplir con los deseos de
Chávez. En uno de ellos, incluso se cerró un tribunal. Zuloaga
resume el estado de derecho en Venezuela de la siguiente forma: "La
presidenta del Tribunal Supremo de Justicia declaró que no piensa
que debamos continuar con poderes independientes, independencia del
poder judicial, porque eso debilita el poder del gobierno. De modo
que si esa es la opinión de la presidenta del Tribunal Supremo de
Justicia, imagínese lo que sucede debajo de ese nivel".
Zuloaga afirma que la comisión de derechos humanos recibió su
petición y él desafía a Chávez a que responda. "Venga aquí y
pruébelo [que cometió un crimen]", sostiene, "porque en Venezuela no
es posible tener un juicio imparcial". |