En defensa del neoliberalismo |
El llamado del libroAdolfo Rivero
Le expliqué que una
llamada como ésa me podía costar la vida. Descartó la idea como ridícula.
Quería mi opinión sobre si las discusiones de Preobrayenski y Bujarin
en los años 20 eran equivalentes a las del Che Guevera con Marcelo Fernández
en los años 60. Y por qué. Aunque no puedo reproducir aquí lo que le
dije (El Nuevo Herald es un periódico familiar) cito la anécdota como
ejemplo y advertencia de los efectos que puede provocar este libro en
personas inteligentes y bien informadas.
Ahora,
después de haberlo leído por primera vez, creo que América y Fidel
Castro de Américo Martín se va a convertir en un libro imprescindible
para los interesados en el enorme continente que yace al sur del Río
Grande. No sólo la historia de América Latina en el siglo XX, sino la
situación actual, tan llena de peligros como de esperanzas, tiene una
de sus claves en la revolución cubana y en la figura de Fidel Castro. Y
pocos mejor calificados que el autor para abordar un tema tan complejo.
Dirigente estudiantil, comandante de un frente guerrillero, diputado al
Parlamento, candidato a la presidencia, abogado y autor de una decena de
libros, pertenece a una generación que dejó su juventud, y muchas
veces sus huesos, combatiendo por una causa equivocada. Esa generación
es la mía. Tanto, que recuerdo haber coincidido con Américo Martín en
uno de esos congresos internacionales de jóvenes y de estudiantes
--también los había de sindicalistas, de mujeres, de arqueólogos, de
filatélicos-- que los comunistas organizaban para extender su
influencia. Mi recuerdo del enérgico muchacho de pelo negro peinado
hacia atrás, sin embargo, no se corresponde con la foto que aparece en
la contraportada. Es curioso que, en ocasiones, las canas se vinculen
con la juventud intelectual y el pelo negro con ideas viejas y
fatigadas.
Si
usted se ha planteado preguntas sobre la revolución cubana, en este
libro va a encontrar respuestas no sólo a ésas sino a muchas otras. ¿Cuáles
son las fuentes del fidelismo? ¿En qué se diferencia el nacionalismo
cubano de otros de América Latina? ¿Qué tenían de común Antonio
Guiteras y Fidel Castro? ¿Qué debe Fidel Castro a Perón? ¿Han sido
los cataclismos ruso y el cubano verdaderas revoluciones? ¿Estará
dispuesto Fidel Castro a encabezar una tercera vía? ¿Tiene el dictador
cubano una ideología? Estas son algunos de los numerosos interrogantes
a los que el libro dedica fascinantes análisis.
América
y Fidel Castro empieza discutiendo lo que considera las cuatro fuentes
del fidelismo: la tradición autoritaria (compartida por toda Hispanoamérica),
el nacionalismo, el movimiento estudiantil y el leninismo. Al analizar
la tradición autoritaria, herencia de España, AM arranca con una frase
lapidaria de Alberdi: ``La guerra de independencia nos dejó la manía
aciaga del heroísmo. Aspiramos todos a ser héroes y nadie se contenta
con ser hombre''. Esto lo lleva a investigar las fuentes de la
militarización en Cuba. No deja, sin embargo, de tocar ``el manantial
de la cultura contrarrestante del autoritarismo y de orígenes tan
remotos como los de aquél: los cabildos, uno de los antecedentes democráticos
en secreta disputa con los poderes centrales, siempre inclinados a
monopolizar funciones y a impedir que otros se apropien de ellas''.
Me
parece que hubiera sido pertinente enlazar esta tradición democrática
con la lucha de la disidencia en los países comunistas, subrayar cómo,
si la dictadura representaba una vieja tradición, las fuerzas democráticas
también representaban otra que corre paralela a la primera. Y destacar
cómo esa tradición es la fuente oculta de un fenómeno tan
extraordinario como la insólita persistencia de la disidencia cubana.
El autor sabe mucho de América Latina, pero creo no presta debida
atención a Estados Unidos y, sobre todo, a las ideas de la libertad
individual que este país representa. Ideas, a su vez, herederas de la
Ilustración, aunque no de la Ilustración francesa, sino de la
escocesa. Esta limitación se refleja en la bibliografía.
El
libro tiene un prólogo, que no tiene desperdicio, de Teodoro Petkoff,
otro veterano de todos los combates. Me he pasado la vida oyendo de él
y de su hermano. Pero este libro excepcional rezuma algo más que
erudición, experiencia práctica y gracia de redacción. Y es cariño
por Cuba y por su pueblo. Todo el que conozca lo preocupados que andamos
los cubanos con la lamentable emergencia de Hugo Chávez, sabrá que el
sentimiento es mutuo.
Hizo
bien mi amigo en llamarme a las 6 de la mañana. Si me hubiera llamado
un poco antes, hubiéramos podido empezar a discutirlo aquella misma
noche. La primera edición del libro, 2001, es de la Editorial Panapo, Caracas, Venezuela. La edición en USA es de Ediciones
Universal, 2001 |