La agresión de Kirchner a la prensa
Mary Anastasia O'Grady
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AFP/Getty Images
La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, anuncia
que presentará un informe a la justicia sobre la presunta compra
ilegal de Papel Prensa en noviembre de 1976, el 24 de agosto de
2010.
"Esto inicia una fase dictatorial muy clara, porque uno de los
pilares de la república es la libertad de expresión y el derecho
del pueblo a saber". —Elisa Carrió, líder de la oposición en
Argentina, 23 de agosto.
Durante casi una década, quienes son leales a la República
Argentina han advertido que el país se encamina a un regreso al
gobierno autoritario. La semana pasada, la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner fortaleció la postura de los críticos, al
dar pasos para despojar a los dos diarios más grandes del país
de sus participaciones en el mayor proveedor local de papel para
imprimir medios gráficos.
Carrió, de la centro-izquierda, se hizo eco de los temores de
millones de argentinos cuando advirtió que ese tipo de medidas
están diseñadas para silenciar a los detractores del gobierno y
que, si no se combaten, abrirán el paso a una nueva era de
represión.
De todos modos, aún es muy pronto para sentenciar la muerte de
la libertad argentina. Sólo un día después de que la presidenta
Kirchner alegara que los diarios Clarín y La Nación adquirieron
la propiedad de la empresa Papel Prensa al usar la tortura y la
coerción —provistas por el gobierno militar de 1976— apareció un
testigo clave para desacreditar las acusaciones.
Sería un error subestimar la ambición de la presidenta Kirchner
o la de su marido, el ex presidente Néstor Kirchner. Pero la
sociedad civil sigue vibrante, y como descubrió la presidenta
Kirchner cuando intentó imponer un aumento impositivo
confiscatorio sobre los agricultores en 2008, los argentinos aún
entienden que tienen derechos.
Desde hace un tiempo, las críticas de la prensa se han
encontrado con respuestas vengativas del gobierno. Según Clarín,
seguidores de Kirchner han usado intimidación física frente a la
sede central de la empresa en Buenos Aires, y el gobierno ha
acosado a la compañía a través de sus agencias tributaria y
regulatoria.
Luego de que Kirchner perdiera el control del Congreso en las
elecciones de junio de 2009, usó la siguiente sesión
parlamentaria, antes de que los nuevos legisladores asumieran
sus puestos, para impulsar una ley de medios que le da al
gobierno el poder de negarles la licencia a canales de
televisión tradicionales. El proyecto de ley también propone
extender la participación del mercado del gobierno. Clarín, que
está en el negocio de la televisión, saldría perdiendo. En las
últimas semanas, el gobierno también revocó la licencia de
Clarín para operar como un proveedor de Internet.
Pero los medios impresos, en particular Clarín y La Nación,
siguen siendo una amenaza para Kirchner. Y es por eso que la
presidenta va detrás de Papel Prensa. Busca controlar la
provisión de papel para imprimir y encarcelar a los directores
principales de ambas empresas.
Papel Prensa era propiedad de David Graiver en agosto de 1976
cuando murió en un accidente aéreo en México. Para pagar las
deudas de dos bancos con problemas que debieron ser liquidados
tras su muerte, Papel Prensa se vendió en noviembre de 1976. La
acusación de Kirchner contra los dos diarios se apoya mayormente
en su afirmación de que la viuda de Graiver fue detenida por el
gobierno militar, presionada para venderles la empresa a los
diarios, y luego liberada de forma temporal para ejecutar la
transacción.
Quizás haya parecido un caso fácil de resolver para los
observadores el martes pasado en la Casa Rosada, donde Kirchner
había reunido a políticos, embajadores y miembros de la
comunidad empresarial para verla tirar la bomba de los derechos
humanos sobre los diarios. La viuda, Lidia Papaleo de Graiver,
ya le había dicho a un diario local que tenía "expectativas de
una compensación histórica luego de 34 años" y hablaba con
entusiasmo sobre cómo "una mujer presidenta" saldaría "esta
deuda con toda la sociedad argentina".
No obstante, al día siguiente, un testimonio de Isidoro Graiver,
el hermano de David, apareció en La Nación contradiciendo esas
afirmaciones. Isidoro Graiver, quien manejó la venta de Papel
Prensa en nombre de la familia, detalló los eventos alrededor de
la venta en noviembre de 1976. Escribió que la familia tenía
presiones económicas para vender la empresa y que David se había
estado desempeñando como banquero del grupo guerrillero
Montoneros. El grupo lo presionaba con amenazas de muerte contra
la familia si su dinero —unos US$17 millones de secuestros— no
era devuelto.
No fue hasta marzo del año siguiente —mucho después de la venta
que supuestamente fuera forzada por los militares— que la
familia fue arrestada por el gobierno militar por tener lazos
con Montoneros, quienes habían asesinado, mutilado y secuestrado
a miles de argentinos. Esto quizás explique por qué la viuda de
Graiver se presentó ante un juez federal el jueves para decir
que nunca había sido liberada de la prisión para ejecutar la
venta como sostiene Kirchner.
A la presidenta le gusta citar transgresiones por parte del
gobierno militar, fuera del poder desde hace mucho tiempo, para
convertirse en la defensora de los derechos humanos. Sin
embargo, aunque encarceló a muchos miembros de las fuerzas
armadas, no ha llevado a un solo Montonero ante la justicia. Al
contrario, varios de los ex terroristas han ocupado puestos en
su gabinete.
Ahora usa el mismo juego para intentar aplastar la libertad de
prensa. O como dice Carrió, para comenzar la "fase dictatorial".
La publicación en La Nación de la declaración de Isidoro Graiver
muestra que la prensa no se da por vencida sin pelear.
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