Yihad para principiantes
JOSE BRECHNER
Barack Obama pasará a la historia como el idiota o el
canalla más grande que gobernó Estados Unidos. Los
calificativos no son excluyentes, se puede ser ambas cosas
al mismo tiempo.
Su nueva medida de acercamiento a nuestros enemigos ha sido
prohibir el uso oficial del término “extremismo islámico”.
Meses atrás vedó la utilización de la expresión “guerra
contra el terrorismo” y la cambió por “operaciones de
contingencia exterior”. A este ritmo su próxima
caracterización de los fascistas islámicos, será de:
“queridos hermanos”.
Obama quiere que el mundo vea al islam como una religión de
personas moderadas, porque como él dice, “son sólo unos
pocos los terroristas”. Pues también eran unos pocos los
miembros de las SS nazis, pero la mayoría de los alemanes
aplaudía y vitoreaba a Hitler.
No existe el islam moderado, así como no existe el nazismo
ni el comunismo moderado. Por naturaleza todas son
concepciones absolutistas. ¿Hay algún país islámico que
permite ser musulmán y laico? El islam es uno solo y es el
mismo para todos sus seguidores. Algunos son más fanáticos y
osados, otros menos, pero sus leyes son las mismas para la
totalidad de sus fieles y quien no las cumple está
sentenciado a muerte. ¿Eso es moderación?
Para entender la yihad, hay que entender el islam. El islam,
igual que el cristianismo, se considera el único poseedor de
la verdad divina que debe ser revelada o impuesta a todo el
mundo. El cristianismo tuvo sus largas épocas de barbarie,
el islam nunca las superó.
Cristiandad e islam son dos civilizaciones definidas en
términos religiosos que entraron en conflicto no por sus
diferencias, sino por sus semejanzas.
El islam no es sólo una cuestión de fe y práctica; es
también una identidad y una fidelidad. Para muchos una
identidad y una fidelidad que superan a todas las demás. En
la ONU existe el “Bloque Musulmán”, no así el católico,
protestante o budista.
Mahoma no sólo fue profeta y maestro, como los fundadores de
otras religiones; fue también gobernante y soldado.
Una de las tareas básicas legadas a los musulmanes por el
profeta fue la yihad. Esta palabra procede de la raíz árabe
y-h-d, cuyo significado básico es “empeño” o “esfuerzo”. Se
emplea a menudo en los textos clásicos con el significado
estrechamente relacionado de “pelea”, y por lo tanto también
de “lucha”. Suele citarse en el Corán: “esforzarse en el
camino de Dios”.
Según la ley islámica, es lícito hacer la guerra contra
cuatro tipos de enemigos: infieles, apóstatas, rebeldes y
bandidos. Si bien los cuatro tipos de guerra son legítimos,
sólo los dos primeros cuentan como yihad. Así, la yihad es
una obligación religiosa.
Al definir la obligación de la guerra santa, los juristas
musulmanes distinguen entre guerra ofensiva y defensiva. En
la ofensiva, la yihad es una obligación de la comunidad
musulmana en su conjunto, y por lo tanto pueden cumplirla
tanto voluntarios como profesionales. En una guerra
defensiva, se convierte en obligación para todos los
individuos sanos. Es este principio el que Osama Bin Laden
invocó en su declaración de guerra contra los Estados
Unidos.
En la tradición musulmana, el mundo se divide en dos casas:
la Casa del Islam (Dar al-Islam), en la que dominan los
gobiernos musulmanes y prevalece la ley musulmana, y la Casa
de la Guerra (Dar al-Harb), el resto del mundo, todavía
habitada y dominada por infieles.
La yihad continuará, interrumpida sólo por treguas, hasta
que el mundo abrace la fe musulmana o se someta a su
dominio. Aquellos que luchan en la yihad tienen derecho a
recibir recompensas en ambos mundos: riquezas en éste y el
paraíso en el siguiente.
El Corán y las declaraciones del profeta hacen referencia a
este tema en diversos comentarios, por ejemplo:
“La yihad es tu deber bajo cualquier gobernante, sea divino
o malvado”.
“Aquel que muere sin haber tomado parte en una campaña es
como si muriera en la falta de fe”.
“El Paraíso está en la sombra de las espadas”.
“Aprende a disparar, porque el espacio entre el blanco y el
arquero es uno de los jardines del Paraíso”.
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