El marido de Yoani Sánchez saca la
cara por ella para responder acusaciones de Castro
en el prólogo de un libro
En ese Centro Habana de guapos* y reyertas donde
nací, aprendí que hay algunos límites que una mujer nunca debe
transgredir. Me he pasado la vida infringiendo esas risibles reglas
del machismo, pero hoy –y de forma exclusiva- voy a acogerme a una
de ellas. Precisamente, a una de las que más me desagrada. Esa que
advierte: “una mujer necesita un hombre que la represente y que
saque la cara por ella cuando otro la agrede o la calumnia”. Al
sentirme atacada por alguien con un poder infinitamente superior al
mío, con más del doble de mi edad y además -como dirían mis vecinas
de la infancia- por un “macho-varón-masculino”, he decidido que sea
mi esposo, el periodista Reinaldo Escobar, quien le responda.
Me refiero a los criterios descalificatorios que Fidel Castro ha
expresado sobre mí en el prólogo del libro “Fidel, Bolivia y algo
más”. Ni siquiera tan “magna” embestida me hace abandonar la premisa
de no entrar en el ciclo de la réplica y la autodefensa. Siento
decirle que sigo concentrada en un tema llamado “Cuba”.
Dejémosles a Reinaldo y a Fidel el lance de la pelea. Yo seguiré en
mi “mujeril” labor de tejer, a pesar de los chismes del solar, sobre
el deshilachado tapiz de nuestra sociedad civil.
¡Los guapos de mi barrio sabrán que “algo” aprendí de ellos!
Yoanis
*No confundir a un guapo cubano con un hombre apuesto o galán.
Eso podría costarnos una bofetada y, en el peor de los casos, una
puñalada aclaratoria.
Comentario de Reynaldo Escobar (esposo de la bloguera)
esposo de la bloguera en respuesta al comandante
El ex presidente Fidel Castro acaba de publicar un prólogo al libro
Fidel, Bolivia y algo más en el que descalifica el blog Generación Y
que hace en Internet mi esposa, la blogera Yoani Sánchez. Desde el
primer día ella ha puesto su nombre y apellido (que él omite) con su
foto a la vista de los lectores para rubricar los textos que escribe
con el único propósito, repetidas veces confesado, de vomitar todo
lo que le produce náuseas de nuestra realidad.
El ex presidente desaprueba que Yoani haya aceptado el premio Ortega
y Gasset de periodismo digital del presente año, argumentando que
esto es algo que propicia el imperialismo para mover las aguas de su
molino. Reconozco el derecho que tiene este señor a hacer ese
comentario, pero me permito hacer la observación de que la
responsabilidad que implica recibir un premio nunca será comparable
a la de otorgarlo, y Yoani, al menos, nunca ha colocado en el pecho
de ningún corrupto, traidor, dictador o asesino alguna
condecoración.
Hago esta aclaración porque recuerdo perfectamente que fue el autor
de estos reproches quien puso (u ordenó poner) la Orden José Martí
en las más nefastas e inmerecidas solapas que le fue posible: Leonid
Ilich Brezhnev, Nicolae Ceausescu, Todor Yivkov, Gustav Husak, Janos
Kadar, Mengistu Haile Mariam, Robert Mugabe, Heng Samrin, Erich
Honecker, y otros que he olvidado. Me gustaría leer, a la luz de
estos tiempos, una reflexión que justifique aquellos honores
improcedentes que, para mover agua de otros molinos, enlodaron el
nombre de nuestro apóstol.
Es cierto que el nombre del filósofo Ortega y Gasset puede
relacionarse con ideas elitistas y hasta reaccionarias, pero al
menos, a diferencia de los condecorados por el prologuista, nunca
lanzó los tanques contra sus vecinos inconformes, ni construyó
palacios, ni encarceló a ninguno de los que pensaban diferente a él,
ni dejó en la estacada a sus seguidores, ni amasó fortunas con la
miseria de su pueblo, ni construyó campos de exterminio, ni dio la
orden de disparar a quienes -para escapar- saltaran el muro de su
patio.
Junio, 2008 |
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