Raza y Política
Thomas Sowell
Ningún dogma ha causado más daño -y en algunos países, más
tragedias- que la noción de que hay algo extraño y maligno
cuando algunos grupos están “sobrerrepresentados” en algunas
ocupaciones o instituciones.
Este dogma está tan ampliamente aceptado, y tan
profundamente arraigado, que nadie inquiere sobre evidencias,
ni se ofrece una traza de ella. Aun más, se pasan por alto
toneladas de pruebas que indican lo contrario.
Durante siglos, y en países por todo el mundo, toda suerte
de grupos han tenido diferentes niveles de ingresos, han
estado desproporcionadamente representados en ciertas
ocupaciones y han tenido radicales diferencias de
comportamiento que han comprendido,desde distintas tasas de
alcoholismo hasta diferentes indices de
criminalidad
y mortalidad infantil.
Frecuentemente alguna minoría, sin poder político, ha
sobrepasado a la mayoría dominante en profesiones lucrativas
o prestigiosas -los tamiles en el Ceilán colonial, los
armenios en el imperio otomano, la minoría china por todo el
sudeste asiático, los hugonotes en Francia, los ibos en
Nigeria, los japoneses en Brasil, los libaneses en Africa
occidental, los judíos en la España medieval. La lista
pudiera ampliarse casi indefinidamente.
Sin embargo, por simple suposición y repetición, el criterio
opuesto-que cualquiera “subrrepresentación” de cualquier
grupo en situaciones deseables, o su “sobrerrepresentación”
en situaciones indeseables, debe ocurrir por que son
discriminados se ha convertido en el dogma de una religión
secular.
No sólo los medios de comunicación y los políticos, sino
hasta intelectuales de los más altos tribunales de un país,
suponen discriminación cuando algunos grupos están
“subrepresentados” en la fuerza laboral de algún empleador,
o están “sobrerrepresentados” entre los niños castigados en
las escuelas. Las encuestas han mostrado que algunos grupos
que son más eficientes que otros son denominados
“culturalmente prejuiciados”. La más alta mortalidad
infantil entre algunos grupos se supone que es falta de la
sociedad al no proveer “acceso” para todos al cuidado
prenatal.
Un factor importante en el colapso del mercado de la
vivienda, que dio lugar a la presente crisis económica, fue
la masiva intervención gubernamental concediendo hipotecas a
los que no las recibían y supuestamente rectificando una
discriminación en los préstamos hipotecarios. ¿Cómo sabían
que había discriminación? Porque a los negros se les negaban
más préstamos hipotecarios que a los blancos.
También era cierto que a los blancos se les negaban
préstamos hipotecarios a una tasa más alta que a los
asiático-americanos, pero ese hecho raramente se
destacaba en los medios de información o en la retórica
política. Ni los principales medios de información, ni los
líderes políticos, mencionaban el hecho de que bancos cuyos
propietarios eran negros negaban préstamos hipotecarios a
solicitantes negros al menos tan frecuentemente como lo
hacían los bancos propiedad de blancos.
Nunca existió la más mínima razón para esperar que distintos
grupos raciales o étnicos en Estados Unidos tuvieran los
mismos niveles de crédito, o la misma conducta o los mismos
resultados de cualquier tipo. Todo lo contrario. La realidad
es que grupos raciales o no raciales de distintas clases han
tenido, durante siglos, diferentes patrones de conducta y de
éxito en países de todo el mundo. La diferencia entre los
ingresos per cápita en Europa oriental y Europa occidental
ha sido, por largo tiempo, mayor que la diferencia per
cápita entre los ingresos de negros y blancos en Estados
Unidos.
Sin embargo, el hecho de que las diferencias entre grupos
haya sido la regla -no la excepción- en todas las épocas y
en todos los lugares no ha impedido que ahora tales
disparidades sean consideradas como prueba de algo extraño,
cuando no siniestro.
Un movimiento extremista surgió en Bombay (ahora Mumbay)
cuando un periodista destacó el hecho de que el pueblo
indígena de la región estaba casi totalmente ausente de la
elite comercial de esa ciudad. Las semillas de una
desastrosa guerra civil en Sri Lanka fueron plantadas por
políticos que destacaron el hecho de que la minoría tamil
estaba sobrerrepresentada entre los dueños de negocios y
entre los estudiantes universitarios. Un golpe militar en
Fiji fue provocado porque los descendientes de indios
estaban obteniendo mayores logros que los indígenas fijis.
Nada de esto fue simplemente asunto de confusión intelectual.
La agitación racial puede ser una profesión lucrativa, como
lo ha demostrado, entre otros, Jesse Jackson en Estados
Unidos. Mientras sigamos comprando esa mercancía, los
agitadores y los demagogos la seguirán vendiendo.