Por Alexis Ortiz. En el discurrir de la historia republicana de Venezuela nunca aconteció que, un gobernante de la nación, maltratara a la población judía que comparte con nosotros solares, ajetreos y esperanzas. Era nuestra realidad como esa de la Córdoba del siglo doce, donde un médico y filósofo judío(Maimónides)podía ser discípulo de un médico y filósofo árabe(Averroes) y entre ambos, rescatar el pensamiento de Aristóteles, para posteriormente influir sobre Tomás de Aquino, y de ese modo enriquecer las filosofías árabe, judía y cristiana. Pero he aquí que el teniente coronel golpista Hugo Rafael Chávez Frías, incontrolable en su delirio, arremetió contra los judíos repitiendo las desgastadas y morbosas acusaciones que tantos crímenes contra el pueblo hebreo suscitaron en el pasado: ¡Mataron a Dios! ¡simbolizan la codicia! ¡representan una sórdida conspiración mundial! Y además de aliarse en su momento con el déspota Saddan Hussein y actualmente con el terrorista presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, Chávez aparece ahora insultando a nuestros hermanos hebreos y, más grave aún, ordenando el allanamiento del colegio de los niños y adolescentes judíos de Venezuela (el Moral y Luces-Hebraica) y el cambio de nombre del Museo de Arte Moderno, para que deje llamarse Sofía Imbert, en homenaje a su fundadora esa excelsa judía venezolana. En Venezuela árabes, judíos y gentiles siempre hemos vivido en armonía y cooperación, tal como corresponde a los que tenemos por padre común a Abraham y venimos de la España mestiza, en cuya formación actuaron decisivamente el pensamiento y praxis de los voceros de Jesucristo, Mahoma y Moisés…Ahora los demócratas venezolanos abrigamos el sueño, de que los palestinos puedan librarse de fundamentalistas como los de Hamas o Ahmadinejad, para que concreten la paz con Israel y marchen juntos ambos pueblos semíticos (árabes y judíos)hacia un destino común de progreso en libertad.
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