En defensa del neoliberalismo

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Un golpe maestro de la propaganda palestina

 

 
 NATAN SHARANSKY
 


 

El mes pasado, un juzgado francés examinó un recurso de apelación cuyo veredicto tendrá consecuencias de largo alcance para todos aquellos que aprecian  la verdad y la exactitud en los reportajes noticiosos sobre el Oriente Medio.  El recurso involucra a Philippe Karsenty, periodista y comentarista francés que fue declarado culpable de un delito de difamación después que pidió el despido de dos periodistas del canal de televisión France 2 por ser responsables del reportaje de septiembre 30 del 2000 sobre el supuesto asesinato de un niño palestino de 12 años, Mohamed al-

Dura, por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Hace siete años que France 2 transmitió las atroces secuencias en las que Mohamed y su padre Jamal, aterrorizados, se agazapaban detrás de un barril en el entronque de Netzarin, en Gaza, mientras soldados de las FDI disparaban sin cesar.  El material de 59 segundos, que termina con el niño aparentemente muerto por los disparos, recorrió el mundo entero como una prueba fehaciente del salvajismo israelí.   

La cinta avivó las llamas de lo que llegó a conocerse como la segunda intifada.  Mohamed se convirtió en mártir icónico; su nombre y su rostro aparecieron en calles, parques y sellos de correo de todo el mundo árabe.  Osama bin Laden lo recordó en un discurso jihadista contra Estados Unidos y en el espantoso video sobre la decapitación del periodista judío norteamericano Daniel Pearl..


Sin embargo, poco tiempo después del incidente de al-Dura, una serie de indagaciones pusieron seriamente en duda la exactitud del reportaje original de France 2. La investigación oficial de las FDI llegó a la conclusión de que, según la posición que ocupaban los soldados de las FDI en el incidente, era muy improbable, por no decir imposible, que una bala israelí alcanzara al niño.  Investigaciones de The Atlantic Monthly, The New Republic y la revista Commentary coincidieron con dicha conclusión. Un documental alemán reveló inexactitudes y manipulaciones probables en el reportaje del único periodista de France 2 que se encontraba en el escenario de los acontecimientos: el camarógrafo palestino Talal Abu Rahmeh.


A pesar de ello, France 2 se negó a hacer público lo filmado durante 27 minutos por Abu Rahmeh.  No obstante, aceptó que tres prominentes periodistas franceses visionaran lo filmado.  Los tres llegaron a la conclusión de que comprendía escenas ostensiblemente arregladas de palestinos fusilados por las fuerzas israelíes y que el jefe del buró de Jerusalén de France 2, Charles Enderlin, había mentido para ocultar este engaño.


Por consiguiente, Karsenty, alegando mala fe manifiesta, exigió los despidos de Enderlin y de la directora de noticias de France 2 Arlette Chabot.  Pero France 2 se mantuvo en sus trece y demandó a Karsenty por difamación.

El juicio por difamación pasó inadvertido en Israel, en detrimento aparente de la causa de Karsenty.  En su fallo a favor de France 2, el juez Joel Boyer citó cinco veces la falta de cualquier apoyo oficial israelí a las alegaciones de Karsenty como prueba de que estas eran falsas.


La decisión israelí de mantenerse al margen fue desafortunada, ya que la verdad siempre importa. El incidente de al-Dura no fue el único reporte de prensa que inflamó las pasiones contra Israel en años recientes, pero fue el que mayor relevancia tuvo.  Además, si como Karseny y otros han declarado convincentemente, el incidente mencionado es parte de una tendencia insidiosa según la cual los medios de prensa occidentales permiten que fuentes deshonestas y con motivaciones políticas los manipulen (recordemos la “masacre” de Jenin que nunca ocurrió, o las fotografías arregladas de Reuters de la guerra de Israel contra Hezbollah en el 2006), entonces France 2 debe considerarse responsable.


Es importante señalar que el reportaje de al-Dura ejerció una influencia profunda sobre la opinión pública occidental. Cuando formé parte del Gobierno israelí como ministro de Asuntos de la Diáspora del 2003 al 2005, visité con frecuencia universidades norteamericanas.  Personalmente comprobé cómo el caso de Mohamed al-Dura había conformado las percepciones de jóvenes que comenzaban a interesarse por los acontecimientos del Oriente Medio.  Para muchos estudiantes judíos, el incidente fue una mancha deshonrosa  que los hizo dudar de su apoyo a Israel.  En cuanto a los estudiantes antiisraelíes, esta historia no hacía más que reafirmar su percepción de la naturaleza “racista” c onsubstancial al sionismo; llegó a convertirse en un instrumento para reclutar partidarios de la causa contra Israel en los campus universitarios.  


Israel acertó al reconocer que debe desempeñar un papel activo en el descubrimiento de la verdad.  Las FDI enviaron hace poco una carta a France 2 en la que exigían se hiciera pública la filmación de 27 minutos de Talal Abu Harem, reafirmaban que no eran culpables de la muerte de Mohamad al-Dura y planteaban la posibilidad de que los hechos se hubiesen falseado.


Lo trágico del asunto es que no hay manera de reparar los daños que el reportaje de France 2 infligió a la imagen internacional de Israel, y mucho menos recuperar las vidas de las víctimas israelíes y judías que se perdieron por actos de venganza.  Sin embargo, es posible evitar la difusión de noticias difamatorias —así como la violencia que suele acompañarlas— estableciendo un precedente de responsabilidad de la prensa mediante la entrega de la filmación de 27 minutos hecha por Talal Abu Rahmeh.  Es alentador que el juez a cargo de la apelación de Karsenty haya solicitado las cintas.  France 2 debe hacerlas públicas.  Si no hay nada que ocultar, ¿por qué negarse a ello?
 


Natan Sharansky es presidente del Adelson Institute for Strategic Studies del Shalem Center de Jerusalén.

Tomado del Wall Street Journal)

Traducción: Félix de la Uz