En defensa del neoliberalismo

Lincoln y la transición cubana
Adolfo Rivero Caro

Confieso haber recibido con sorpresa la noticia de que Lincoln Diaz-Balart se retiraba de la Cámara de Representantes. Ser un congresista de Estados Unidos es ocupar un cargo importante en la política mundial. Lincoln hubiera podido disfrutar de ese status indefinidamente. ¿Por qué renunció al mismo? Todo parece indicar que lo hizo porque quiere dedicarse íntegramente a la causa de la libertad de la isla. De ser así, es una actitud abnegada y valiente, porque tras medio siglo en el poder, nadie puede considerar precario el control de los Castro. Ahora bien, ¿qué pudiera hacer Lincoln?

La situación cubana actual es compleja. La dictadura vive en una crisis permanente que se ha agudizado a pesar de la extraordinaria ayuda económica de Chávez y del no menos extraordinario apoyo político de los gobiernos de izquierda en América Latina, encabezados por Lula da Silva. En esto ha jugado un papel, tanto la creciente parálisis productiva del país, como la dura reacción internacional ante la muerte de Zapata Tamayo y la situación de los presos políticos. Por otra parte, el mismo Chávez se encuentra en una situación cada vez más difícil y los demás gobernantes izquierdistas también pudieran perder el poder.

Los Castro saben que el tiempo está en su contra y que su propia nomenklatura también lo sabe. No es nada nuevo y es por eso que, desde hace algunos años, ha emprendido su propia transición. Es una transición prácticamente invisible porque los lineamientos de su política, tanto interior como exterior, permanecen iguales. Sin embargo, ¡atención!, miles de cuadros de las fuerzas armadas y del partido han sido sustituidos. ¿Por quién? Por cuadros jóvenes. Los Castro están vinculando a miles de jóvenes dirigentes al sistema. Y estos jóvenes ayudan al mantenimiento de la dictadura. Veamos por qué.

En un sistema totalitario, todas las decisiones importantes están centralizadas. El 95% de los problemas que la gente confronta son consecuencia de políticas nacionales que los dirigentes de la base no pueden cambiar. Con el tiempo, inevitablemente, esto generaliza entre los dirigentes intermedios y de base una actitud de indiferencia ante los problemas populares. A su vez, esto suscita un resentimiento general. Los jóvenes dirigentes, sin embargo, pueden cambiar esa actitud. El solo hecho de interesarse realmente en los problemas y, en la mínima medida de lo posible, tratar de aliviarlos, suscita el agradecimiento y la simpatía de la gente. La dictadura castrista está preparando su relevo cambiando la estructura de la nomenklatura, pertrechándola con cuadros jóvenes, sensibles a los problemas de la gente y potencialmente reformistas.

En Cuba existe una oposición de masas a la dictadura. Ahora bien, sólo personas extraordinariamente abnegadas y audaces están dispuestas a desafiar la represión y arriesgar años en la cárcel, manifestando su oposición públicamente. Gracias a esto, la dictadura consigue presentar a la oposición como un movimiento minoritario. No es nada nuevo. Esto fue lo que hicieron los soviéticos y los dirigentes de las llamadas ``democracias populares'' en la Europa del Este. Ganaban todas sus supuestas ``elecciones'', con ventajas abrumadoras, pero en realidad, eran enormemente impopulares y todos fueron barridos del poder en cuanto sus pueblos pudieron manifestar su verdadera voluntad. Esto es historia, lo sabe todo el mundo. Es por consiguiente realmente bochornoso, que tantos dirigentes políticos latinoamericanos, empezando por Lula, simpaticen y hagan tantos esfuerzos por mantener en el poder a un grupo explotador en contra de la voluntad de su pueblo. Nada más falso que decir que Lula o los Kirchner apoyan a Cuba. Mentira: Cuba es el pueblo cubano. Lo que hacen los Chávez, Lula, Kirchner y compañía es apoyar a los opresores del pueblo cubano.

Nuestra oposición confronta enormes obstáculos internos y externos. El principal de ellos es la imagen de la oposición como un movimiento minoritario. ¿Pudiera la oposición contrarrestar esto? Creo que sí. Los municipios de oposición son un gran movimiento opositor que se está desarrollando en la base. Los dirigentes municipales de oposición encabezan las demandas populares en la base, sector por sector, y plantean las formas de resolverlas sin las limitaciones de los dirigentes oficialistas. Se les puede identificar a todos en la Internet, basta buscarlos en http://municipiosdeoposicion.com/. Cuba tiene 169 municipios, la oposición está organizada en más de 20. Han surgido sin absolutamente ninguna ayuda externa y, por consiguiente, pudieran desarrollarse mucho más si tuvieran algún estímulo y ayuda. Sin duda pueden conformar una verdadera transición popular.

Es aquí, a mi juicio, donde Lincoln pudiera jugar un papel excepcional. No es idea mía, Lincoln mismo ha subrayado la importancia de los municipios de oposición. No tiene los recursos económicos de un Jorge Mas Canosa, pero tiene una vasta red de relaciones personales, tanto nacionales como internacionales, que puede poner al servicio de la lucha del pueblo cubano por su libertad. El pueblo cubano no está solo, pero necesita una figura que movilice y coordine enérgicamente a sus simpatizantes, tanto nacional como internacionalmente. Lincoln Diaz-Balart pudiera ser esa figura. Veremos, dijo Homero.

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