En defensa del neoliberalismo
 


Notas desde Bagdad
 

 

MOHAMMED FADHIL AND OMAR FADHIL
                                    
El primer ministro Nouri al-Maliki denominó la nueva estrategia para proteger Bagdad "Operación para imponer la ley".  Después de semanas de espera y ansiedad se puso en práctica, y los primeros signos son esperanzadores.  

La campaña de información del gobierno y las noticias sobre la llegada de tropas adicionales con miles de efectivos han tenido un impacto positivo incluso antes de que comenzara la operación.  Los comandantes y lugartenientes de diversos grupos militantes abandonaron sus posiciones en Bagdad y en algunos casos salieron del país.  La provincia de Diyala, al este de Bagdad, se convirtió en destino de muchos extremistas sunitas, mientras que los milicianos chiítas se dirigieron hacia el sur, a Babil y Diwaniya.  Algunos miembros de mayor rango de los grupos militantes chiítas y sunitas se marcharon a Irán y Siria respectivamente.  Esta emigración hizo que el gobierno anunciara el establecimiento de medidas complementarias de seguridad en cinco provincias ubicadas alrededor de Bagdad con el fin de evitar el reagrupamiento de los terroristas en otras ciudades.

Esto indica que tanto la incorporación de más tropas como las duras palabras del primer ministro Maliki lograron intimidar a los militantes. Los extremistas sólo entienden el lenguaje de la fuerza, por lo que cualquier actitud renuente o blandengue por parte de los gobiernos de Irak o Estados Unidos no haría más que envalentonarlos.  El compromiso que expresaron claramente el presidente Bush y el primer ministro Maliki fue justamente el tipo de mensaje fuerte que había que enviar.

Una diferencia entre estos intentos y los fallidos intentos anteriores destinados a proteger Bagdad es la voluntad de los gobiernos de Irak y Estados Unidos de comprometer recursos suficientes durante el tiempo necesario para que arrojen resultados. Otro punto importante es la insistencia del gobierno iraquí en que las facciones política no interfieran el desarrollo de las acciones militares. Los comandantes y el primer ministro han dejado claro que nadie podrá actuar por encima de las leyes, y que incluso los lugares de ceremonias religiosas y las oficinas de los políticos serán objeto de registros y redadas si se encuentran pruebas de participación en actividades violentas. 

Los comandantes iraquíes también están tratando de otorgarle a la operación un sentido nacional mediante la incorporación de tropas de todo el país, incluso del Kurdistán y de provincias lejanas como Basra, donde políticos y oficiales desde hace tiempo no se han querido involucrar en Bagdad.  Otro aspecto que le da un carácter especial a la "Imposición de la ley" es su intensidad creciente. A diferencia de otras operaciones que comenzaban siempre con gran intensidad y la perdían con rapidez, este plan deviene más estricto y gana intensidad de forma paulatina en la medida en que más tropas se incorporan a las acciones en la ciudad, lo que permite plasmar mejor la estrategia de "tomar y mantener las posiciones". Los habitantes de Bagdad siempre desean que la parte de "mantener las posiciones" se haga realidad, y se sienten seguros cuando salen a las calles y comprueban que el ejército y la policía mantienen sus postas, ya que cuando las tropas permanecen los chicos malos no pueden intimidarlos.   

También el pueblo iraquí desempeña su papel en el plan. Cifras recientes de oficiales norteamericanos en Bagdad indican que las fuerzas conjuntas han estado recibiendo de los civiles un promedio de 250 informaciones de seguridad desde el comienzo de la operación, cifra que duplica las anteriores.  Con la ayuda de un comité nombrado por el gobierno, la gente de algunos barrios de la capital están devolviendo las mezquitas ocupadas a sus responsables y fieles originales y realizando rezos conjuntos de las dos sectas en los barrios mixtos.   
Es por ello que después de sólo dos semanas podemos percibir, pese a la violencia continuada, que es mucho lo conseguido. No son pocos los habitantes de la capital que miran esperanzados el futuro, mientras que el temor a la guerra civil va siendo reemplazado lentamente por la visión optimista de que la paz podría reinar algún día en esta ciudad.  Este cambio de espíritu es de por sí inmenso. 

La imagen más brillante de las últimas dos semanas fue la escena de las familias desplazadas que regresaban a sus hogares; más de mil familias retornaron a sus casas bajo la protección del ejército y la policía. Esta cifra permite abrigar esperanzas de que Bagdad recobrará su mosaico social, étnico y religioso.
Se nota una mayor actividad en los mercados, mientras que las tiendas que llevaban mucho tiempo cerradas se está reabriendo, entre las que se encuentran algunas dedicadas a la venta de bebidas que en el pasado sufrieron ataques feroces.  Esto indica que los extremistas no pueden seguir intimidando a la gente ni dominando la ciudad.  Todo esto da la impresión de que la ley se está imponiendo.

Los puntos de control no se consideran una amenaza para los inocentes.  Su aspecto es más profesional e imparcial, ya que incluye miembros de la policía, el ejército, las fuerzas multinacionales e incluso a policías del tráfico que verifican los documentos de identificación con laptops.  Hemos perdido el temor a que los puntos de control pudieran ser trampas puestas por los escuadrones de la muerte; en ellos todo el mundo es cacheado, incluso los que viajan en los convoyes oficiales y las ambulancias. 

Ahora nos sentimos más seguros mientras nos movemos por la ciudad, e incluso los políticos que solían protegerse tras los muros de la Zona Verde se aventuran a traspasarlos.  Ver al primer ministro Maliki caminando por la calle Palestina del centro de Bagdad produce la impresión positiva de que es el estado y no las pandillas el que domina la ciudad.  
Es cierto que no  se observa el mismo progreso en todo Bagdad, pero creemos que hay que tener paciencia.  La gente no se queja de las demoras en los puntos de control, sino dice que le gustaría que los controles fueran más rigurosos.

En cuanto al aspecto militar, los resultados tampoco son modestos; cientos de militantes han sido muertos y muchos más arrestados. Se han descubierto y destruido decenas de alijos de armas. La frecuencia de los ataques ha disminuido considerablemente, mientras que las escenas horribles de cuerpos atravesados de balas se han convertido en incidentes aislados.
Nuestro pueblo desea que estos esfuerzos culminen exitosamente. Sabemos que la lucha no será fácil. Recuperar de manos de militantes y terroristas todos los distritos de Bagdad exigirá sacrificios y mucho trabajo. Esperamos que las tropas y los gobiernos de Bagdad y Washington no pierdan el ánimo y la determinación.

Mohammed y Omar Fadhil escriben un blog, IraqTheModel.com, desde Bagdad.


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Traducido por Félix de la Uz.

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