Donde las Farc se van a engordar
Mary Anastasia O'Grady
Cuando en 2008 Colombia lanzó un ataque militar sobre un campamento
guerrillero en la frontera con Ecuador, la protesta más estridente
no vino de Quito sino de Caracas
El presidente venezolano Hugo Chávez lamentó la muerte del
comandante de las Farc Raúl Reyes, a quien llamó un buen
revolucionario. El mandatario también se quejó por la violación de
la soberanía ecuatoriana e hizo un llamado para que 10 batallones de
tanques fueran enviados a la frontera entre Venezuela y Colombia. "Que
ni se les ocurra" hacer eso acá, advirtió al presidente colombiano,
Álvaro Uribe, "porque sería muy serio, sería causa de guerra".
El jueves, Colombia explicó, aunque de forma indirecta, porque
Chávez echó tanto humo sobre la operación de 2008. En una
presentación de dos horas ante el consejo permanente de la
Organización de Estados Americanos, el embajador de Colombia ante la
OEA, Luis Alfonso Hoyos, mostró una serie de fotos, videos, mapas,
imágenes satelitales y documentos computarizados que, según
Colombia, muestran a los guerrilleros usando territorio venezolano
como un refugio, de la misma forma en que lo estaban usando en
Ecuador.
Hoyos también denunció que Venezuela está al tanto de los
campamentos guerrilleros, algunos de los cuales han estado allí por
mucho tiempo, y que no ha hecho nada al respecto. De hecho, algunas
veces la Guardia Nacional de Venezuela confraterniza con los
rebeldes, manifestó Hoyos.
Dada esta información, la reacción de Chávez a la incursión
colombiana en Ecuador en 2008 ahora parece lógica. Bogotá justificó
la operación sobre la base de que sus pedidos a Quito para que
persiguiera a las Farc fueron ignorados. Ahora sabemos que Chávez
tenía razón para creer que sería el próximo.
El jueves, sin embargo, Uribe lanzó una clase diferente de ofensiva.
En lugar de una operación militar, acumuló datos de inteligencia
sobre la presencia de las Farc en Venezuela y los lanzó como una
bomba en el consejo permanente de la OEA.
Los hechos no constituyeron ninguna sorpresa. Por años, Bogotá se ha
quejado, con pruebas suficientes, sobre el trato amable que
Venezuela le da a la guerrilla colombiana. Pero al presentar la
evidencia como lo hizo, Uribe puso a Chávez en el ojo del huracán.
Aún más importante, ha planteado el problema ante sus contrapartes
en el hemisferio.
Hoyos le dijo a la OEA que hay unos 1.500 guerrilleros en más de 75
campamentos al otro lado de la frontera. Allí se reagrupan,
organizan, entrenan y preparan explosivos. Este estado de refugio,
explicó, produce más secuestros y tráfico de droga a ambos lados de
la frontera. Y más matanzas en Colombia: crudas imágenes de víctimas
de los rebeldes aparecieron en la pantalla mientras el diplomático
hablaba.
Hoyos no hizo un llamado a imponer sanciones contra Venezuela. En
lugar de eso, pidió que una comisión internacional verificara las
denuncias de Colombia. Prometió que su gobierno puede suministrar
las "coordinadas exactas" de fincas y haciendas donde se ocultan los
rebeldes. "Si allá solo hay una escuelita y humildes campesinos, no
tendrán problema en que una comisión internacional verifique si lo
que denuncia Colombia no es cierto", argumentó.
Esto suena lo suficientemente razonable. Pero aún no había concluido
la reunión de la OEA cuando Chávez, incapaz de contener su
frustración por volver a ser avergonzado por Uribe en la arena
política, rompió relaciones diplomáticas con el país vecino. Era,
explicó, lo más indicado para mantener la "dignidad". Tristemente
para los venezolanos, cualquier gramo de dignidad que su gobierno
haya tenido hace mucho tiempo que desapareció. La copiosa revelación
de datos por parte de Colombia fue la última humillación que la
credibilidad de Chávez sufrió en el escenario global.
A pesar de que los chavistas se sintieron agraviados, es probable
que Venezuela y sus aliados en la región esperaran algo así. El
miércoles, el embajador de Ecuador ante la OEA, que mantenía la
presidencia rotativa del consejo permanente, renunció. Dijo que lo
había hecho porque no pudo cumplir la orden de su gobierno de
bloquear la presentación colombiana. El ministro ecuatoriano de
Relaciones Exteriores, Ricardo Patiño, un aliado cercano de
Venezuela que aparentemente no está familiarizado con la noción de
las normas institucionales, se la pasó el viernes reprendiendo al
Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, por permitir que
Colombia invocara su derecho ante la OEA para presentar su caso.
El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo que la decisión de
Chávez de romper relaciones con Colombia era petulante y agregó que
apoyaría la propuesta de Colombia. Esto eleva las posibilidades de
que se forme un comité de verificación en la OEA. También explica
porqué Ecuador y Argentina han expresado interés en llevar el asunto
ante Unasur, un foro sudamericano donde Uribe será superado en
número por los tiranos izquierdistas.
Incluso si la OEA no forma un comité de verificación, Colombia tiene
otras opciones. Podría solicitar al Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas que invoque la resolución 1373, que les prohíbe a
sus miembros refugiar o ayudar a terroristas. Y la semana pasada, el
fiscal general de Colombia sugirió que el asunto podría ser llevado
ante la Corte Internacional de la Haya.
Los seguidores de Chávez están fingiendo su preocupación por una
posible guerra. Pero si Venezuela ofrece refugio a las Farc, ya
cometió una agresión contra su vecino. Esa es una verdad poco
conveniente que es difícil de eludir. |