Victor Davis Hanson
La primera Ilustración occidental del siglo quinto griego A.C.,
buscó explicar los fenómenos naturales por la razón en vez de por la
superstición. La Etica debía ser discutida en el terreno de la
lógica tanto como en la religión. Mucho de lo que pensaron
Pitágoras, Sócrates, Platón y los sofistas puede parecer obvio aún
hoy, aunque a veces absurdo. Pero aquel siglo fue el principio del
intento occidental único de traer a la experiencia humana el
empirismo, la auto-crítica, la ironía y la tolerancia en el pensar.
La Segunda Ilustración europea de fines del siglo dieciocho fue
continuación del espiritu temprano del Renacimiento. Aun con sus
excesos y arrogancia al pensar que la pura razón pudiera, por si
misma, derrocar la religión -como si la ciencia pudiera explicar
todos los misterios de la condición humana - la Ilustración
estableció sin embargo el proyecto occidental para una sociedad
ordenada y humana.
Pero ahora todo ese esfuerzo laborioso de 2,500 años está en
peligro. Los nuevos enemigos de la razón no son los demócratas
airados que ejecutaron a Sócrates, ni los fanáticos cristianos que
persiguieron a los filósofos del heliocentrismo, o los nazis que
quemaron libros. No, ahora es el occidental mimado y acobardado que
se inclina ante la barbarie - enanos sentados sobre los hombros de
gigantes muertos, y creen que su exaltada posición actual está en
alguna forma relacionada con su propio sentimiento cobarde de
acomodamiento.
¿Que pensarían Sócrates, Galileo, o Locke de la actual decadencia en
Europa - que todo su pensamiento audaz y valiente, ganado a tan alto
costo, había involucionado hasta tal mezquino sometimiento al
fanatismo?.Piense sólo en esto: monte una opera en la Alemania de
hoy, y véala cerrada, no por los nazis, los comunistas o los reyes,
sino por el simple miedo a los fanáticos islamistas.
Escriba una novela considerada crítica del profeta Mahoma, como hizo
Salman Rushdie, y contemple años de ostracismo y amenazas de muerte
- nada más y nada menos que en el corazón de Europa.
O produzca una cinta cinematográfica, como hizo Theo Van Gogh, y sea
degollado en la Holanda "liberal".
O mejor aún, dise e una tira cómica en la Dinamarca de la posguerra,
y entonces escóndase.
Cite un tratado antiguo, como hizo el Papa, y entérese que toda su
Iglesia está bajo asalto, y las piedras magníficas del Vaticano no
ofrecen refugio. De estos ejemplos se pueden derivar tres tres
lecciones. En casi todos los casos la crítica al artista o
intelectual estaba basada en su supuesta falta de sensibilidad o
excelencia artística. Van Gogh era, por supuesto, repelente, y sus
películas pueriles. El Papa era lastimosamente ignorante en cuanto a
relaciones públicas. Las tiras cómicas en Dinamarca eran de
principiante e innecesarias. Rushdie era un novelista sobrevalorado
que en sus críticas a occidente cosechó lo que había sembrado. Esa
última adaptación del Idomeneo de Mozart que hizo Neuenfels era
idiota.
¿Pero no es ésa precisamente la cuestión? Es fácil defender a los
artistas cuando producen obras geniales que no ofenden la
sensibilidad popular - La Mona Lisa de Da Vinci, o el Espiritu de
las Leyes, de Montesquieu - pero no lo es cuando el artista ofende
sin gusto o talento. Si, El Papa Benedicto es viejo y académico; le
faltan la sonrisa y el tacto del difunto Juan Pablo II, quien
seguramente para explicar algo no habría recurrido a la rigidez del
academicismo bizantino. ¿Pero no es por eso que debemos acudir en
defensa del Papa- si nó por otra razón, por la de tener el coraje de
expresar sus convicciones cuando a otros le falta? Advierta también
las entrelíneas constantes en esta nueva auto-censura: el miedo al
islamismo radical y sus horribles secuelas de decapitaciones,
suicidios kamikazes, artefactos explosivos improvisados, dictámenes
bárbaros, juventud amotinada, armas nucleares adquiridas con
petrodólares, boicots y altos precios del petroleo, y aullantes
multitudes de puños cerrados.
En contraste, casi a diario se caricaturiza impunemente a cristianos
y norteamericanos. ¿Por qué?
Por una larga lista de razones, entre ellas seguramente la certeza
de que lo pueden hacer sin ser asesinados. Esos cobardes inflan el
pecho cuando insultan a Oriana Fallaci o a Ariel Sharon o asedian a
George W. Bush en los tonos más demoniacos, pero se muestran
deprimidos o sombríos cuando están amenazados por un Dr. Zawahri o
el gran mufti de de cualquier oscura mezquita.
Segundo, casi todos los géneros de expresión artística o intelectual
están bajo ataque: música, sátira, novelas, películas, exégesis
académicas. De alguna forma, los europeos han renunciado a la
promesa de la Ilustración que daba la bienvenida a todo tipo de
pensamiento libre, mejor mientras más provocativo. De forma que la
actual generación europea es realmente herética, compuesta de una
suerte de traidores, pues ellos, no sólo sus gobiernos consensuales
o algún invasor a través del Mediterráneo, han casi destruído las
ganadas libertades de expresión -a causa de preocupaciones sobre el
petroleo, o por no lucir como apóstatas de la nueva religión secular
del multiculturalismo, o de nuevos atentados terroristas en Londres
o Madrid. Europa produce audazmente películas sobre asesinato de un
presidente norteamericano, y menosprecia rutinariamente a la
religión que dió al mundo el Sermón de la Montaña pero, si la turba
se acerca, simplemente le dará la espalda a un Papa bien
intencionado, o a un cineasta apasionado.
Tercero, examine el por qué todos estos incidentes ocurrieron en
Europa. Desde el a o 2000, ha sido habitual en los políticos
democráticos el amonestar a los simplones americanos, en parte
mostrándonos un futuro occidental, supuestamente más humano,
desarrollándose en Europa. Fue la Unión Europea la que estuvo a la
vanguardia del tránsito masivo, la Unión europea la que promovió
Kyoto y la Corte Internacional de Justicia. Y fue la proclamada
Unión Europea la que buscó "poder blando" antes que el recurso a las
armas de los países bajos.
¿Y que hemos aprendido en los últimos cinco a os de socialismo de
tienda de modas, del pacifismo utópico, de la equivalencia moral y
el relativismo cultural? Que era lógico que Europa abandonara
ráápidamente al artista y entregara al renegado por miedo a los
extremistas religiosos.
Esos en sus tiendas de piezas de repuesto o en las carreras NASCAR
del sur de Ohio, pudieran aparecer ante los europeos como primitivos
con sus armas de fuego, su religión "fundamentalista", y su
nacionalismo de banderas al viento. Pero son esos, y crecientemente
sólo esos, los que demuestran ser los baluartes de Occidente. En fin
de cuentas, son los militares estadounidenses los que mantienen
seguros inclusive al Papa, y al continente confiado en sus vanos
diáologos con los lunáticos iraníes.
Pudiéramos estar sólo treinta años detrás de Europa, pero aún no
estamos ahí. Es por eso que Europa nos ha hecho un gran favor al
mostrarnos, no el camino del futuro, sino la vieja cobardía de
nuestro pasado anterior a la Ilustración.
* Victor Davis Hanson es antiguo miembro de la Hoover Institution.
Es autor, más recientemente, de "A war like no other. How the
Athenians and Spartans Fought the Peloponnesian War" (Una guerra sin
igual. Como atenienses y espartanos pelearon la Guerra del
Peloponeso).