Víctor Davis Hanson
¿Qué puede explicar la repugnancia que la mayor parte del mundo
siente hacia Israel?
Los terroristas palestinos han respondido a la retirada de los
colonos israelíes de Gaza en el 2005 disparando incesantemente
proyectiles caseros Kassam contra civiles israelíes dentro de
Israel. Recientemente secuestraron a un soldado y a un joven
excursionista, que ha sido asesinado, y han prometido hacer lo mismo
con otros.
Sería de esperar que estos ataques terroristas contra Israel fueran
vistos por las naciones responsables de manera similar a la
violencia jihadista de la que leemos a diario. Es decir, que fuera
vista como lo que hacen los islamistas radicales que decapitan a
diplomáticos rusos en Chechenia, como los que planearon hacer lo
mismo al primer ministro canadiense, o como los que amenazan con
asesinatos a causa de inofensivas caricaturas danesas. Pero ese no
es el caso en absoluto. Israel es visto siempre como una extraña
excepción que, por alguna razón, se merece lo que le pase.
Otros estados pueden responder con impunidad, matando de manera
brutal a miles de terroristas musulmanes, mientras Israel es
condenado cuando abate unas cuantas docenas. Cuando a finales de
1999 los rusos entraron por la fuerza en Grozny, miles de musulmanes
de Chechenia murieron. Pero la prensa permaneció prácticamente en
silencio. La Siria baasista persiguió a la Hermandad Musulmana en
1982, barriendo la mayor parte de la ciudad de Hama y matando quizá
a más de 10,000 personas. Pero no provocó muchas resoluciones de la
ONU o esfuerzos internacionales para ayudar a los refugiados.
Hasta la fecha, nadie conoce la cifra exacta de cadáveres a causa de
la insurrección islámica en Argelia. Darfur recibe espacio
televisivo en directo muy ocasionalmente y sólo después de que hayan
perecido decenas de miles de personas..
Pero el "cerco" a la ciudad de Jenin, en Cisjordania, por parte de
Israel en el 2002, donde menos de 80 personas murieron en total por
ambas partes, fue evocado como "genocidio" por parte de los mismos
que, en Oriente Medio, a menudo niegan el verdadero genocidio que se
llevó las vidas de 6 millones de judíos. Cuando Israel responde al
terrorismo con ataques aéreos, es calificado por la prensa como "blitz",
como si fuera comparable al bombardeo masivo nazi de Londres.
A la barrera fronteriza de Israel se la denomina "Muro de Berlín",
pero nunca se escucha a nadie describir de la misma manera a la
cercana y enorme barrera de cemento levantada por el vecino Egipto
para mantener a los palestinos en Gaza.
Después está la herida abierta de "la ocupación" de Cisjordania.
Incluso olvidando que toda una serie de guerras encaminadas a
destruir Israel se originaron en parte desde "Palestina", o que
Israel ha entregado tierra adquirida en guerra en su esperanza
perenne de "tierra por paz", ¿qué hay tan especial en Cisjordania
que engulle a todas las demás crisis a causa de espacio en disputa
(desde islas como Chipre o las Malvinas hasta países enteros como el
Tíbet)? ¿Por qué el diminuto Israel ha ocupado en exclusiva más
resoluciones de condena de la ONU que todas las firmadas contra
todas las demás naciones del mundo juntas?
No es que Israel sea un estado criminal. Durante más de medio siglo,
ha sido la única democracia liberal en Oriente Medio. Los
científicos israelíes han dado al mundo de todo, desde software de
ordenador innovador hasta la tecnología de irrigación gota a gota.
El petróleo explica parte de esta extraña discrepancia en cómo ve el
mundo a determinados países. Se desvía de la política. Sustraiga el
petróleo árabe e iraní -y por tanto el riesgo de otro embargo
petrolero o subida manipulada de precios- y los temores occidentales
a los estados petroleros de Oriente Medio se desvanecerán. El simple
interés propio determina la política exterior de la mayor parte de
las naciones.
El tamaño de Israel es también un factor. Israel tiene una población
no muy superior a los 6 millones, y está rodeado por cerca de 350
millones de árabes musulmanes. La mayor parte del mundo cuenta a
unos y otros y ajusta sus posturas en consecuencia.
El antiguo antisemitismo es, por supuesto, otro ingrediente que
explica la animadversión mostrada contra Israel. Ni siquiera a los
occidentales multiculturales e hipersensibles les preocupa que los
"aliados" árabes retraten con frecuencia a los judíos como "cerdos"
o "monos" en los medios controlados por el Estado. Obras odiosas
como "Mein Kampf" aún se venden hasta agotarse en Palestina, y el
dinero iraní y del Golfo subvenciona una mini-industria de
revisionismo del Holocausto.
Finalmente, como sabemos los norteamericanos por nuestra propia
frontera del sur, en el mismo momento en que una nación exitosa de
carácter occidental linda con un país pobre del Tercer Mundo, las
emociones primordiales como el amor propio o la envidia nublan la
razón. En lugar de reconocer que la democracia de corte occidental,
el capitalismo, las libertades personales o el respeto por la ley
explican por qué un Israel próspero y estable se levantó de la arena
y las piedras, los palestinos tienen fijación con el "sionismo", el
"colonialismo" y el "racismo".
No es de extrañar que lo hagan. Sin ese chivo expiatorio, tendrían
que enfrentarse con el implacable tribalismo indígena, el apartheid
sexual, las milicias y el fundamentalismo islámico para tratar de
construir una sociedad abierta basada en un estado de derecho.
En cierto sentido, los valores y el éxito de Israel recuerdan sobre
todo a Estados Unidos. Y eso plantea una cuestión final: ¿es Israel
odiado por apoyarnos o somos odiados nosotros por apoyarlo? ¿O son
las dos cosas?
Victor Davis Hanson <http://www.victorhanson.com/> es un
historiador militar, escritor y columnista sindicado de Estados
Unidos. Actualmente es especialista investigador del Hoover
Institution.