En defensa del neoliberalismo
 

Reparar la CIA

 

 

Victor Davis Hanson

    Peter Goss acaba de renunciar a su cargo de director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Su director ejecutivo, Kyle "Dusty'' Foggo, está bajo investigación. El aparente sucesor de Goss, el general Michael Hayden, afronta una dura pelea de confirmación.

    ¿Qué está pasando en nuestra principal agencia de inteligencia? El nombramiento de Goss, en septiembre del 2004, fue otro esfuerzo por confrontar las constantes filtraciones de información clasificada que se producen en la CIA.  Muchos analistas de la agencia, empleados y retirados, han estado en verdadera rebelión contra la estrategia general de la guerra contra el terrorismo y, en particular, contra el esfuerzo de derrocar a Saddam Hussein y poner un régimen democrático en su lugar.

Bastante callados durante la fulminante y la entonces popular victoria sobre Saddam, los cuadros de la CIA han estado asegurándonos a viva voz que ellos no son los responsables del duro, costoso y desagradable trabajo de reconstrucción en Irak.

     Paul Pillarm un agente nacional de inteligencia en la CIA del 2000 al 2005, insistió públicamente que el contraterrorismo no debía ser objeto de guerra. En realidad, escribió mucho, en medio de la guerra, que todo era un colosal error.
   
    Ray McGovern, un analista retirado, que siempre está hablando de sus antiguos servicios, recientemente le gritó al secretario de Defensa Donald Rumsfeld en un foro público, y ha insistido en que Israel ha secuestrado la política exterior de Estados Unidos.

    Otro antiguo analista, Michael Scheuer, escribió un ácida crítica de la guerra contra el terrorismo. Escribiendo bajo el seudónimo de Anónimo, Scheuer, aunque todavía empleado por la agencia, también expresó la misma opinión de que Israel era la causa de nuestros problemas en el Medio Oriente.

Mary McCarthy, una analista recientemente despedida, le filtró información clasificada sobre los supuestos centros de detención de la agencia a Dana Priest periodista de The Washington Post, que ganó un Pulitzer por la historia. Y la lista de los que filtran información clasificada a la prensa es cada vez más larga.

    Durante la Guerra Fría, los liberales americanos criticaban esos comportamientos en la CIA. Decían que los agentes cowboy hacían sus propias reglas, desde Irán hasta Guatemala, y que, tras su retiro, tendían a sumarse a la extrema derecha.

    En aquel entonces, la respuesta de la CIA era que los agentes conocían todo lo que se estaba jugando en la lucha mundial contra el comunismo. Algunos creían que el fin - nuestra supervivencia - frecuentemente justificaba los medios, justificaban violar la ley o convertirse en voceros públicos de la línea dura.

    Ahora, sin embargo, los liberales están llenos de simpatía con esta nueva generación de agentes partidistas y que no respetan la ley. Pero los analistas de inteligencia nunca deberían socavar la política de sus gobiernos electos, ya sea mediante filtraciones ilegales o posando como críticos con acceso a información privilegiada.

    En vez de eso, los funcionarios de la CIA debían hacer lo que está contratados para hacer, en vez de declararse oposicionistas partidistas, especialmente dado que su expediente de acumulación y análisis de inteligencia ha sido tan malo desde hace tanto tiempo.

   Estados Unidos, en gran medida gracias al despiste de la CIA, no ha podido anticipar prácticamente ningún acontecimiento importante desde la guerra de Yom Kippur en 1973 y la caída del Shah de Irán en 1979 hasta, más recientemente, la invasión de Kuwait de Saddam Hussein en 1990 y, por supuesto, el ataque del 11 de septiembre del 2001. En los últimos cinco años, EEUU sobrestimó la capacidad de armas de destrucción masiva de Saddam Hussein mientras subestimaba el arsenal de ADM de Moamar Gadafi en Libia.

Así que el general Hayden va a pasar mucho trabajo para justificar la existencia de una agencia de inteligencia cada vez más politizada y menos competente.

    Recuerden que ya tenemos bastantes agencias de inteligencia en el Departamento de Estado y las ramas militares individuales. Tampoco estamos seguros de si la CIA simplemente duplica mucho de lo que hace los también costosos FBI, Agencia de Seguridad Nacional y Agencia de Inteligencia de Defensa. Así que la tarea del general Hayden debía ser o fundir la agencia con otras oficina de inteligencia o rebajarla sustancialmente.

    El problema no sólo que la CIA consume demasiado dinero, tiene demasiados empleados y acumula demasiada inteligencia superflua mientras es incapaz de detectar los grandes acontecimientos de la época. O que demasiados analistas no pueden hacer sus trabajos. O inclusive que tanto demócratas como republicanos periódicamente tratan de controlar la CIA con sus propios nombramientos cuando sospechan que se ha vuelto demasiado hostil e insubordinada.

    No, lo más preocupante es que en la CIA se ha desarrollado un enclave atrincherado y una arrogante actitud de "somos los que sabemos" en la que mucha gente piensa que puede establecer sus propias reglas y código de conducta. El general Hayden  tendrá que terminar con esa cultura, o terminar con la agencia, tal como la conocemos.

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Tomado de The Washington Times
Traducido por AR
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