En defensa del neoliberalismo
 

8 preguntas sobre la guerra de Irak

 


Victor Davis Hanson

Pregunta número 1.
¿Estuvo Saddam Hussein vinculado con Al Qaida, la organización que realizó los ataques del 11 de septiembre del 2001?

Los críticos de la guerra de Irak han cambiado su posición, ahora dicen que "Saddam no estuvo vinculado al 11 de septiembre," aunque el gobierno de Bush nunca afirmó eso.

Ese cambio de posición se debe a que ahora sabemos que había cuadros de al Qaida en el Kurdistán, y que Al Zarqawi se había escondido en Bagdad, como también lo había hecho Abdul Rahman Yasin, uno de los organizadores del ataque terrorista contra el World Trade Center de 1993.

En 1998, el gobierno de Clinton citó agentes iraquíes como implicados en el
ataque contra el World Trade Center de 1993. En parte, fue por eso que el
Senado de EEUU, no el gobierno de Bush, el que autorizó una guerra contra Saddam en octubre del 2002: "Puesto que se sabe que en Irak hay miembros de Al Qaida, una organización que tiene responsabilidad en ataques contra Estados Unidos, sus ciudadanos y sus intereses, incluyendo los ataques que ocurrieron el 11 de septiembre del 2001."

Poco a poco, estamos sabiendo de los archivos baasistas que durante más de una década agentes de Saddam tuvieron contacto y ofrecieron ayuda a agentes de Al Qaida desde el Sudán hasta las Filipinas.

No tiene discusión que Saddam Hussein tenía una asociación mutuamente beneficiosa con Al Qaida. Lo que queda por definir es la medida en que ese apoyo general le permitió a Al Qaida realizar operaciones como el 11 de septiembre. Puede ser que Saddam y Osama bin Laden tuvieron posiciones distintas sobre el Islam y la yihad, pero estaban unidos en su odio contra el liberalismo occidental.  

Segundo, no había una amenaza real de armas de destrucción masiva en Irak.
Sabemos que las preocupaciones sobre las armas de destrucción masiva en Irak eran justificadas y comprensibles. Entrevistas posteriors a la guerra revelan que los propios militares de Saddam suponían que sus almacenes de ADM todavía existían, confirmando los estimados de inteligencia de Europa y la mayor parte del mundo árabe.
Además, la situación de los arsenales de ADM iraquíes, según el juicio tanto del gobierno de Clinton como de Naciones Unidas, todavía no era conocida en marzo del 2003. Y aunque los almacenes fueron trasladados o destruidos, los prerrequisitos para la rápida fabricación de agents químicos o biológicos - riqueza en petrodólares, conocimiento científico, instalaciones de uso alternative, y la voluntad de producirlas y utilizarlas - existían en el Irak de Saddam.
Tercero, las Naciones Unidas y nuestros aliados estaban justificadamente opuestos en principio a la invasion.

La oposición de Naciones Unidas a la invasion carece de toda significación moral dadas las revelaciones posteriores de que el escándalo de $50,000 millones de Petróleo-por-Alimentos no solo condujo a que murieran de hambre miles de civiles iraquíes sino que también enriqueció tanto a la familia de Saddam como a los "insiders" dentro de Naciones Unidas. La oposición europea puede haber parecido ética pero cuando uno conoce de los acuerdos petroleros franceses y rusos con Saddam y de los proyectos alemanes de fortificar el propio Führerbunker de Saddam, los principios europeos se evaporan en la nada.
 

Cuarto, la acusación de la conspiración de los neoconservadores ha resurgido, disfrazada de respetabilidad académica, en unos recientes ensayos del Profesor John Mearsheimer de la Universidad de Chicago y de Stephen Walt, decano de la Escuela Kennedy de Gobierno en Harvard,. "Algunos americanos creen que esta guerra fue por petróleo, pero no hay pruebas directas que apoyen eta alegación. En vez de eso, en gran medida la guerra fue motivada por el deseo de reforzar la seguridad de Israel."  En la punta de la lanza judía hay una "banda" que era  "pequeña," pero, sin embargo, "una fuerza impulsora." "Dentro de los EEUU, la principal fuerza impulsora detrás de la guerra fue una pequeña banda de neo-conservadores, muchos de ellos vinculados a Likud." En vez de tontas alegaciones sobre teorías de conspiraciones, nos repiten  ad nauseam que un "lobby Israelí" nos metió en Irak.

Echarle la culpa a Israel es falso por muchas rezones obvias. Likud se opuso a gran parte de la estrategia americana. Fue por eso que Ariel Sharon era tan odiado por su antigua base - y por qué ahora hay un nuevo partido politico en Israel igualmente acusado de ceder con demasiada facilidad a las presiones americanas. Y mucho más importante que Israel en la política y las universidades americanas es el papel de los petrodólares de los estados del Golfo y la preocupación por el petróeo del Medio Oriente.

No hay nnecesidad de un lobby israelí en los Estados Unidos, no cuando casi 70 por ciento del pueblo americano apoya a Israel porque es una isla de valores democráticos occidentales en mar de dictaduras y teocracias. Bush, Cheney, Rumsfeld, Powell, Rice - ningún judío ahí, sólo curtidos veteranos que no se van a dejar engañar fácilmente por supuestos astutos seguidores de Strauss. 
Nuestro principal hombre en Irak, que estaba por eliminar a Saddam Hussein antes de la guerra, es el embajador  Zalmay M. Khalilzad: musulmán y  afgano-americano. Y el general que ahora tenemos a cargo de todas las tropes americanas en Centcom en el Medio Oriente, el General John Abizaid, es un árabe-americano. Mientras tanto, EEUU ha presionado a Israel para que se vaya de Gaza, apoye las elecciones en la Margen Occidental que llevaron a la victoria de Hamas, y desmantele más asentamientos.
 

Quinto, tras la victoria en tres semanas de abril del 2003, ya nos hemos olvidado de las fúnebres advertencias de que atacar a Irak significaría millones de refugiados, pozos petroleros en llamas y miles de muertos. 2,300 bajas americanas son pérdidas terribles pero que tienen que ser contempladas frente a tres elecciones exitosas y la real posibilidad de que esos sacrificios puedan resultar en la primera verdadera democracia árabe emergiendo en Irak, con ramificaciones más allá del Medio Oriente para generaciones por venir. En la actualidad, decenas de miles de iraquíes son los únicos árabes en el mundo que arriesgan diariamente sus vidas luchando contra los terroristas de al Qaida

 

Sexto, no hemos tenido otro 11 de septiembre. Hemos desmantelado dos terceras partes del liderazgo de Al Qaida. Hemos liberado 50 millones de personas en Afganistán e Irak. Siria se ha ido del Líbano. Todo el Medio Oriente, desde el Golfo hasta Egipto y Libia, no está empantanado en las viejas autocracias sino estremecido por la emergencia de las fuerzas democráticas.  Los europeos están despertando a los peligros del fundamentalismo islámico en lo que Occidente busca un acuerdo con un Irán nuclear.

 

Hay que considerar estos éxitos contra el comportamiento de la prensa que sólo percibe la incompetencia americana. En CBS, Dan Rather insistió en un memo obviamente falsificado pero que se ajustaba a su agenda política era auténtico. Michael Isikoff se apoyó en una fuente anónima – y no confiable -  sobre supuestas profanaciones del Corán que tuvieron trágicas consecuencias para miles de personas en el Medio Oriente. Eason Jordan, un ejecutivo de CNN admitió que su cadena había ocultado cobertura sobre los asesinatos de masas de Saddam Hussein, y posteriormente afirmó falsamente que el ejército americano atacaba deliberadamente a los periodistas en Irak.

 

… Ahora oímos que Michael Ware, jefe de la oficina Time en Bagdad, borracho, en una entrevista en vivo (“Yo trato de estar borracho el mayor tiempo posible cuando estoy aquí…”) hablando de alegaciones de que soldados americanos maltratan mujeres iraquíes y aterrorizan civiles. Mentiras y fantasías como esas son las que alimentan a los fundamentalistas islámicos.

 

.En realidad, pocas profesiones exigen tanto de los demás y tan poco de si mismos como el actual periodismo.

 

Séptimo, no sabremos el juicio definitivo sobre costos y beneficios de la guerra de Irak hasta que el parlamento se reúna y empiece a funcionar un gobierno. Si nos vamos ahora, e Irak se vuelve un Líbano, entonces por supuesto que la invasión fue un costoso error. Pero si le aseguramos al país un gobierno constitucional que traiga, libertad, orden y prosperidad para su pueblo, entonces será el éxito más espectacular desde la Caída del Muro de Berlín.

 

Si americanos y británicos hubieran abandonado la lucha en 1943, tras Peral Harbor, la caída de Singapur y las Filipinas, Tobruk y otros desastres, entonces la matanza entre 1939 y 1943 hubiera sido vista como una tragedia que no condujo al surgimiento de una Europa libre y al renacimiento de Japón sino como un sacrificio inútil contra la incontenible avalancha del fascismo asiático y europeo.

 

En cuanto a la octava queja de que “la guerra está perdida”. El veredicto final está en el futuro y depende fundamentalmente de nosotros.

 

En términos militares, ni los islámicos ni sus autocráticos partidarios pueden derrotarnos. Tenemos la estrategia correcta para cazar a los terroristas impidiéndoles tener un país como base y alentando las reformas democráticas en el Medio Oriente.

 

Sólo queda una incógnita: en que medida puede una democracia liberal en el apogeo de su riqueza, su ocio y su reflexión auto-crítica sostener una guerra en un país lejano contra los emisarios de una nueva Edad Media que decapitan a los apostatas, vuelas a los demócratas y hacen callar con amenazas de muerte a escritores y caricaturistas. Lo que todavía no sabemos es si nuestro idealismo será lo suficientemente resistente como para derrotar a su nihilismo.

 

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Víctor Davis Hanson es académico de la Hoover Institution.
Tomado de National Review.
Traducido por AR

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