En defensa del neoliberalismo |
Cuarto, la acusación de la conspiración de los neoconservadores ha
resurgido, disfrazada de respetabilidad académica, en unos recientes
ensayos del Profesor John Mearsheimer de la Universidad de Chicago y
de Stephen Walt, decano de la Escuela Kennedy de Gobierno en
Harvard,. "Algunos americanos creen que esta guerra fue por petróleo,
pero no hay pruebas directas que apoyen eta alegación. En vez de eso,
en gran medida la guerra fue motivada por el deseo de reforzar la
seguridad de Israel." En la punta de la lanza judía hay una "banda"
que era "pequeña," pero, sin embargo, "una fuerza impulsora." "Dentro
de los EEUU, la principal fuerza impulsora detrás de la guerra fue
una pequeña banda de neo-conservadores, muchos de ellos vinculados a
Likud." En vez de tontas alegaciones sobre teorías de conspiraciones,
nos repiten ad nauseam que un "lobby Israelí" nos metió en Irak.
Quinto, tras la victoria en tres semanas de abril del 2003, ya nos hemos olvidado de las fúnebres advertencias de que atacar a Irak significaría millones de refugiados, pozos petroleros en llamas y miles de muertos. 2,300 bajas americanas son pérdidas terribles pero que tienen que ser contempladas frente a tres elecciones exitosas y la real posibilidad de que esos sacrificios puedan resultar en la primera verdadera democracia árabe emergiendo en Irak, con ramificaciones más allá del Medio Oriente para generaciones por venir. En la actualidad, decenas de miles de iraquíes son los únicos árabes en el mundo que arriesgan diariamente sus vidas luchando contra los terroristas de al Qaida
Sexto, no hemos tenido otro 11 de septiembre. Hemos desmantelado dos terceras partes del liderazgo de Al Qaida. Hemos liberado 50 millones de personas en Afganistán e Irak. Siria se ha ido del Líbano. Todo el Medio Oriente, desde el Golfo hasta Egipto y Libia, no está empantanado en las viejas autocracias sino estremecido por la emergencia de las fuerzas democráticas. Los europeos están despertando a los peligros del fundamentalismo islámico en lo que Occidente busca un acuerdo con un Irán nuclear.
Hay que considerar estos éxitos contra el comportamiento de la prensa que sólo percibe la incompetencia americana. En CBS, Dan Rather insistió en un memo obviamente falsificado pero que se ajustaba a su agenda política era auténtico. Michael Isikoff se apoyó en una fuente anónima – y no confiable - sobre supuestas profanaciones del Corán que tuvieron trágicas consecuencias para miles de personas en el Medio Oriente. Eason Jordan, un ejecutivo de CNN admitió que su cadena había ocultado cobertura sobre los asesinatos de masas de Saddam Hussein, y posteriormente afirmó falsamente que el ejército americano atacaba deliberadamente a los periodistas en Irak.
… Ahora oímos que Michael Ware, jefe de la oficina Time en Bagdad, borracho, en una entrevista en vivo (“Yo trato de estar borracho el mayor tiempo posible cuando estoy aquí…”) hablando de alegaciones de que soldados americanos maltratan mujeres iraquíes y aterrorizan civiles. Mentiras y fantasías como esas son las que alimentan a los fundamentalistas islámicos.
.En realidad, pocas profesiones exigen tanto de los demás y tan poco de si mismos como el actual periodismo.
Séptimo, no sabremos el juicio definitivo sobre costos y beneficios de la guerra de Irak hasta que el parlamento se reúna y empiece a funcionar un gobierno. Si nos vamos ahora, e Irak se vuelve un Líbano, entonces por supuesto que la invasión fue un costoso error. Pero si le aseguramos al país un gobierno constitucional que traiga, libertad, orden y prosperidad para su pueblo, entonces será el éxito más espectacular desde la Caída del Muro de Berlín.
Si americanos y británicos hubieran abandonado la lucha en 1943, tras Peral Harbor, la caída de Singapur y las Filipinas, Tobruk y otros desastres, entonces la matanza entre 1939 y 1943 hubiera sido vista como una tragedia que no condujo al surgimiento de una Europa libre y al renacimiento de Japón sino como un sacrificio inútil contra la incontenible avalancha del fascismo asiático y europeo.
En cuanto a la octava queja de que “la guerra está perdida”. El veredicto final está en el futuro y depende fundamentalmente de nosotros.
En términos militares, ni los islámicos ni sus autocráticos partidarios pueden derrotarnos. Tenemos la estrategia correcta para cazar a los terroristas impidiéndoles tener un país como base y alentando las reformas democráticas en el Medio Oriente.
Sólo queda una incógnita: en que medida puede una democracia liberal en el apogeo de su riqueza, su ocio y su reflexión auto-crítica sostener una guerra en un país lejano contra los emisarios de una nueva Edad Media que decapitan a los apostatas, vuelas a los demócratas y hacen callar con amenazas de muerte a escritores y caricaturistas. Lo que todavía no sabemos es si nuestro idealismo será lo suficientemente resistente como para derrotar a su nihilismo.
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