En defensa del neoliberalismo |
Victor Davis Hanson ¿Cuántas veces no hemos oído los siguientes lamentos sin haber recibido respuestas específicas de nuestros dirigentes? "Israel tiene armas nucleares, ¿por qué criticar a Irán?" "Pakistán consiguió armas nucleares y nos hemos resignado." "¿Quién tiene autoridad para decir que Estados Unidos o Rusia pueden tener bombas atómicas, pero otros países no? "Irán ha prometido usar sus reactores para usos pacíficos, así que ¿por qué demonizar al régimen? En realidad, Estados Unidos tiene razones muy válidas para decir que Irán tiene que detener su campaña de proliferación nuclear. Por lo menos seis buenas razones saltan a la vista, sin contar con la obvia objeción de que Irán ha violado los protocolos de no-proliferación nuclear de Naciones Unidas. Es hora de explicárselas a todo el mundo. Primero, no podemos excusar a Irán porque reconozcamos que la Unión Soviética, China comunista, Corea del Norte y Pakistán obtuvieron armas nucleares. En cada una de esos casos, los dirigentes de la política exterior de Occidente lo consideraron como una crisis puesto que regímenes anti-liberales ganaban fuerza con su capacidad de destruir ciudades occidentales. Un trágico error no se corrige con un error similar, especialmente porque se debe aprender de los errores del pasado. La lógica de “Si ellos lo hicieron, ¿por qué no yo?" conduciría a un mundo nuclearizado en el que nuestra multiples guerras, desde Darfur hasta el Medio Oriente, podrían volverse nucleares. Por el contrario, mientras menos naciones nucleares, más probable es que la persuasión pueda jugar algún papel. No existe la hipocresía abstracta cuando del Armagedón se trata. Segundo, es un hecho que las democracias desarrolladas son menos propensas a atacarse mutuamente. Aunque sean propensas a guerrear — la Atenas imperial y la Venecia republicana estuvieron tres de cada cuatro años en algún tipo de guerra entre el siglo 5 A.C. y el siglo 16 respectivamente — a los gobiernos consensuales no les gusta pelear entre si. En términos contemporáneos eso significa que no hay ninguna posibilidad de que una Francia anti-americana y unos EEUU cada vez más anti-franceses vayan, como democracias nucleares, a atacarse mutuamente. Rusia, tras la caída del comunismo, y su parcial evolución hacia una democracia, le plantea una amenaza mucho menor a los EEUU que cuando era un estado totalitario Sería lamentable que Taiwán, Japón, Corea del Sur o Alemania se hicieran nucleares — pero no sería la catásstrofe de un Pakistán nuclear que, con impunidad de facto, le ofrece santuario a bin Laden y a los planificadores del 9/11. Los primeros funcionan con libertad de prensa, elecciones libres, libertad de expresión y, por consiguiente, la voluntad de guerra de sus gobiernos está sometida a una serie de balances y contrapesos. Pakistán, sin embargo, está a un infarto de convertirse en una teocracia islámica. Y aunque la India tiene relaciones volátiles con su vecino islámico, el mundo está mucho menos preocupado con su arsenal que con el del autocrático Pakistán. Tercero, hay un cierto número de
regimenes delincuentes que pertenecen a una categoría especial: Corea
del Norte, Irán, Siria, y Cuba son estados autocráticos cuyos dirigentes
han tratado de buscar la atención mundial promoviendo la insurrección y
el terrorismo más allá de sus fronteras. Es peligroso que Rusia, China y
Pakistán sean nucleares, sería espantoso que Kim Jong Il tuviera la
bomba o que el Presidente Ahmadinejad pudiera tenerla. El
fundamentalismo islámico y el estalinismo de Corea del Norte podrán ser
contrarios al progreso científico pero son proclives a la política
nuclear. Cuando regímenes de este tipo se vuelven nucleares, consiguen
esta lunática ventaja: "Nosotros estamos locos o no tenemos nada que
perder, o ambas cosas — y ustedes no." En el póker nuclear, parecer loco
es ventaja. Sólo imagínense la actual controversia sobre las caricaturas en el contexto del Presidente Ahmadinejad con el dedo sobre media docena de misiles nucleares apuntando hacia Copenhagen. Quinto, cualquier país que esté buscando energía nuclear "pacífica”, siendo totalmente suficiente en producción de energía, es automáticamente sospechoso. Irán tiene suficiente gas natural para satisfacer sus necesidades de generación eléctrica limpia durante siglos. La única explicación posible para su mil millonario programa de construcción de reactores nucleares, y gastar otros miles de millones adicionales tratando de esconderlos y descentralizarlos, es obtener armas atómicas y, por consiguiente, ganar fuerza y atención que, de otra forma, no estaría justificada ni por sus fuerzas armadas convencionales, ni por su influencia cultural, ni por sus logros económicos. Sexto, Occidente tiene razón en sentirse responsable por desalentar la proliferación nuclear. La tecnología de esas armas surgió de la ciencia y la tecnología occidentales. En realidad, la historia de la proliferación nuclear es exclusivamente una historia de espionaje, contrabando e ingenieros extranjeros entrenados en EEUU o Europa utilizando los conocimientos adquiridos fuera de sus países. Pakistán, Corea del Norte e Irán no tienen ellos mismos la capacidad de hacer esas armas, como no la tuvieron Rusia, China, y la India que aprendieron o se robaron ese conocimiento de los físicos americanos o europeos o de su ingeniería industrial. Cualquier país que no pueda por si mismo crear esas armas probablemente no va a garantizar los necesarios protocolos para salvaguardarlas de su robo o de su mal uso. Podemos discutir todo lo que queramos sobre la solución — es inmoral usar la fuerza militar o inmoral no usarla; los golpes aéreos son factibles o serán un desastre operativo; los disidentes se van a alzar o ya están muertos o en el exilio; Rusia y China va a ayudarnos o a van a disfrutar con nuestro dilema; Europa está con nosotros o ya está llegando a acuerdos con nuestros enemigos; Naciones Unidas va a tomar medias o es más probable que acuse a Estados Unidos que a Teherán. Sin embargo, todos están de acuerdo en que Estados Unidos parece no querer actuar hasta momentos antes de que los misiles estén armadas, y ciertamente que no está actuando como poder imperialista que describen sus caricaturistas. Hasta que no haya una firme evidencia de que Irán tiene sus ojivas nucleares listas, la administración aparentemente no quiere volver a vivir la pesadilla de los últimos tres años. Golpear a Irán va a conjurar toda la vieja histeria estilo iraquí sobre unilateralismo, golpes preventivos, inteligencia incompleta o fabricada, imperialismo, y deliberada hostilidad contra un país musulmán. En la mayor de todas las ironías, la izquierda (que tiene que comprender bien la terrible posibilidad de un Irán fascista con armas nucleares) se siente súbitamente perpleja ante la aparente cautela multilateralista de Bush. Los demócratas del Senado no saben si atacar ahora a la administración por su falta de decisión o si esperar a que las bombas empiecen a caer para explicar lo que se debía de haber hecho. En todo caso, nadie debe dudar que un Irán nuclear, no solo terminaría con todo intento de detener la proliferación nuclear en el mundo, sino que sería una permanente pesadilla para la civilización misma. Victor Davis Hanson es académico de la Hoover Institution. Su ultimo libro es A War Like No Other. How the Athenians and Spartans Fought the Peloponnesian War.
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