Crisis con Israel
Adolfo Rivero Caro
La gran prensa socialista americana (EEUU
es el único país del mundo donde a los
socialdemócratas se les llama "liberales'')
insiste constantemente en lo que considera
una verdadera provocación del gobierno
israelí: la expansión de las viviendas en un
barrio judío en el norte de Jerusalén. Lo
considera un atentado contra un potencial
acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.
En todo esto ha habido, sin duda, un
lamentable error burocrático. El vice-presidente
Joe Biden estaba de visita y es censurable
hacer algo que pueden resultar embarazoso
para un huésped importante. Dicho esto, no
fue más que un error burocrático.
Ciertamente no fue ningún cambio de política.
El barrio en cuestión está en Jerusalén y el
acuerdo Netanyahu-Obama estipula una
congelación de 10 meses de los asentamientos
en la Margen Occidental excluyendo a
Jerusalén. Así que no se violó nada. Por
otra parte, la ofensa no fue intencional. El
primer ministro no sabía de esta medida que,
en el mejor de los casos, no empezará hasta
dentro de dos o tres años. Netanyahu se
excusó y, cuando Biden se fue de Israel el
11 de marzo, la excusa parecía aceptada y el
incidente resuelto.
Al otro día, sin embargo, el gobierno de
Obama decidió formar un escándalo. La
secretaria de Estado, la ambiciosa e incapaz
Hillary Clinton, llamó a Netanyahu para
decirle que el incidente había creado una
crisis sin precedentes en las relaciones
entre Estados Unidos e Israel y que Israel
tendría que demostrar su deseo de paz. ¿El
deseo de paz de Israel? Cuestionar ese deseo
de paz es absurdo, significa ignorar la
realidad histórica desde 1947, cuando
Naciones Unidos acordó la división de
Palestina en un estado judío y un estado
árabe e, inmediatamente, los árabes le
declararon la guerra a Israel.
Israel ha hecho ofrecimientos de paz en
1967 y 1978. Siete años después de los
acuerdos de paz de Oslo en 1993, Yasser
Arafat lanzó una ofensiva terrorista que
costó la vida de miles de israelíes. En las
conversaciones de paz de Camp David en el
2000, el entonces primer ministro Ehud Barak
hizo proposiciones de paz que el mismo
presidente Bill Clinton, consideró generosas.
Ara-fat las rechazó. En el 2008, el primer
ministro Ehud Olmert le hizo proposiciones
igualmente generosas al líder palestino
Mahmoud Abbas, que las volvió a rechazar.
En estos sangrientos 67 años, los
palestinos nunca han aceptado una oferta
israelí de paz y nunca se han comprometido a
renunciar al terrorismo contra Israel. Una y
ora vez, han hecho explotar bombas en cafés
y clubes nocturnos israelíes, matando a
decenas de personas inocentes. La agencias
de prensa socialistas apenas lo mencionan.
Ahora bien, si algún cohete israelí contra
una base terrorista mata involuntariamente
algún civil, la indignación de las agencia
de prensa es formidable. No importa que los
israelíes le avisen a los civiles palestinos
que piensan ata-car algún vecindario donde
reside una base terrorista y les piden que
se muden, algo prácticamente nunca visto en
una guerra. No importa. Para la prensa
socialista, los atacantes y los responsables
de la violencia siempre son los israelíes. La
principal y única prioridad de los
palestinos ha sido la destrucción del estado
de Israel. Nunca han aceptado su legitimidad
y sólo insisten en el llamado ''proceso de
paz'' cuyo único objetivo es extraer
concesiones que debiliten a Israel
militarmente y le hagan prácticamente
imposible responder a los ataques
terroristas palestinos.
Netanyahu le ha dicho a Obama que está
dispuesto a aceptar un estado palestino. Le
pido a mis lectores que se tomen el trabajo
de ver un mapa y constatar que ese estado
prácticamente dividiría a Israel en dos, y
que lo debilitaría extraordinariamente en
caso de una guerra. No es una opinión, por
favor, miren el mapa. Últimamente, sin
embargo, el gobierno de Netanyahu no sólo ha
aceptado la idea de un estado palestino,
sino que ha eliminado docenas de puntos de
control antiterroristas para facilitar
la
vida de esos palestinos y ha ayudado en el
desarrollo económico de la Margen Occidental
hasta el punto en que su Producto Nacional
Bruto está creciendo a un 7 por ciento anual.
No sólo eso. Ha estado de acuerdo en una
moratoria sobre las construcciones en la
Margen Occidental, una concesión que la
misma Hillary Clinton calificó de "sin
precedentes''.
Ahora bien, ¿qué gesto, qué concesiones
han hecho los palestinos? Ninguna. Todo lo
contrario, Mahmoud Abbas, el presidente de
la Autoridad Nacional Palestina, ha rehusado
inclusive reasumir negociaciones directas
con Israel. Estados Unidos, Naciones Unidas,
Francia y otros países le han pedido a la
Autoridad Palestina que reanude esas
negociaciones inmediatamente. Todo ha sido
inútil. ¿Y es Israel el que tiene que
demostrar que quiere la paz?
¿Qué puede explicar esta
política, extraordinariamente unilateral?
Muchos analistas han observado que este
gobierno se muestra hostil con los aliados
de Estados Unidos,
pero conciliatorio y apaciguador con sus
enemigos. No es tan extraño como parece.
Obama viene de las filas de una izquierda
visceralmente antiamericana. Es por eso que,
una y otra vez, ha dado excusas sobre el
comportamiento de Estados Unidos, ignorando
que éste ha sido el baluarte de la libertad
en el mundo entero. Su ofensiva actitud ante
Israel sólo hace confirmar esta lamentable
realidad.
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