En defensa del neoliberalismo

                                         

 

                                              

                          Verdadera creyente

 

 

¿Cómo hubiera sido la historia de América Latina sin revolución cubana y sin Fidel Castro? Es interesante reflexionar sobre esto. Es muy probable que no hubieran existido los numerosos movimientos guerrilleros que ensangrentaron el continente durante décadas. Es muy probable que las anacrónicas ideas de la izquierda no hubieran podido penetrar tan profundamente entre nuestros intelectuales. Esto, a su vez, hubiera ayudado a que nuestros países consiguieran un vigoroso desarrollo económico. Después de todo, si lo consiguieron Malasia, Tailandia, Corea del Sur, Singapur y Taiwán, si hasta China comunista ha estado creciendo vertiginosamente desde que abrazó el modelo capitalista, si hasta la India ha estado saliendo de su torpor, ¿por qué no hubiéramos podido conseguirlo nosotros en América Latina? ¿Qué lo explica? ¿Qué lo ha estado impidiendo? A mi juicio, la influencia de la revolución cubana ha sido nefasta para nuestro continente y un ancla para su desarrollo.

¿Cómo es posible que Estados Unidos haya tenido una actitud tan displicente frente a un régimen tan furiosamente hostil, a 90 millas de sus costas? No hay una respuesta sencilla a esta pregunta. Sabemos, sin embargo, que la revolución cubana fue sumamente popular. Es lógico pensar que Fidel Castro haya aprovechado esa inicial popularidad para reclutar espías dentro del establishment americano. ¿Habrán podido influir en la manera de pensar de los gobernantes de Estados Unidos? ¿Cuántos y qué importancia pueden haber tenido, y pueden tener todavía?

''True Believer'' (Verdadera Creyente), el libro sobre la investigación y captura de la superespía Ana Belén Montes, que trabajaba para el gobierno cubano, acaba de llegar a nuestras librerías. Se lee como una novela de detectives. Su autor, Scott W. Carmichael, el oficial de contrainteligencia que encabezó esa operación, estará aquí, en Miami, mañana sábado, firmando el libro en Books & Books entre las 6 p.m. y las 8 p.m. Es una buena oportunidad para manifestarle nuestra apreciación. Por otra parte, creo que sería muy útil hacer llegar el libro al mayor número posible de nuestros amigos americanos.

El objetivo fundamental de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) es evaluar las capacidades militares y las intenciones de las potencias extranjeras. Su trabajo es elaborar informes para los principales líderes políticos de Estados Unidos. Obviamente, ellos toman sus decisiones sobre la base de una determinada información. Mucha de esa nformación la suministra la DIA. Desde 1991, Ana Belén Montes fue la principal experta de la DIA en relación con Cuba y, en gran medida, en relación con América Latina. Ana Belén Montes trabajó dentro de la DIA durante 16 años.

Carmichael, por su parte, investiga los intentos de penetrar la agencia por parte de los enemigos de Estados Unidos. A esa tarea ha dedicado buena parte de su vida. En su opinión, Ana Belén Montes ha sido una super-espía al nivel de Aldrich Ames en la CIA y de Robert Hanssen en el FBI. Era la principal experta en Cuba dentro de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos. Su influencia tiene que haber reverberado en toda la inteligencia occidental. Eso significa que la opinión de los dirigentes políticos del mundo occidental ha estado profundamente influida, desde hace muchos años, por la inteligencia cubana. Obviamente, esto debería de haber provocado una gran alarma dentro del gobierno americano y, sobre todo en el Departamento de Estado. ¿Ha sido así? En lo más mínimo. Inclusive presa, Ana Belén sigue triunfando. Gracias a ella, y a otros como ella, el gobierno americano sigue pensando como la inteligencia cubana quiere que piense.

El objetivo fundamental de la inteligencia castrista es que el gobierno americano menosprecie la importancia de Cuba. Eso es todo. El objetivo de Castro siempre ha sido convencer al gobierno americano de que Cuba es un enemigo estridente, sí, pero esencialmente incapaz e inefectivo. Sobre todo, tras el colapso de la Unión Soviética. Es una política brillante. Le ha permitido conseguir el apoyo de los enemigos de Estados Unidos en el mundo entero. Y, al mismo tiempo, le ha estado trasmitiendo internamente a nuestro gobierno un supuesto mensaje de negociación y, por consiguiente, de debilidad.

Scott W. Carmichael no hubiera querido escribir este libro. Los funcionarios de contrainteligencia nunca escriben sobre su trabajo. Carmichael lo ha hecho espantado por el éxito del trabajo de Ana Belén. Es cierto que ha sido descubierta, pero las opiniones que sembró durante muchos años siguen siendo aceptadas, sin discusión, por todos los departamentos del gobierno americano. Increíblemente, el gobierno americano no ha querido hacer ninguna reevaluación sobre Cuba, y sobre América Latina, pese a saber que ha tenido a un agente enemigo desinformando sobre estos temas, al más alto nivel, durante muchos años. Es por eso que, a sabiendas del disgusto de sus colegas, Carmichael llegó a la conclusión de que había que llevar este problema ante la opinión pública. Está convencido de que hay muchos espías cubanos, como Ana Belén, trabajando dentro del gobierno de Estados Unidos. Es muy probable que, a través de ellos, Fidel Castro le está vendiendo información vital a enemigos jurados de este país y a gobiernos terroristas como Irán y Corea del Norte. La dictadura cubana nunca pondrá una bomba atómica en una ciudad americana. Pero ayudará en todo lo posible a que otros lo hagan. Ojalá no tengamos que comprobarlo nunca.

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