El desafío de la educación
ADOLFO RIVERO CARO
No es aventurado decir que el problema más grave de la sociedad americana es el de la educación. Es algo que afecta, decisivamente, el futuro del país. En todas las evaluaciones internacionales, los estudiantes americanos están al nivel de un país del tercer mundo. ¿Cómo es posible?
El poderoso sindicato de los maestros americanos, controlado desde hace décadas por los socialistas, clama por más dinero para ''nuestros niños''. Es, por supuesto, una tomadura de pelo. Todo el dinero va a parar a manos de su reaccionaria e ineficiente burocracia. Estados Unidos prácticamente ha duplicado los gastos en educación desde los años 80. Los resultados han sido menos que nulos. No sólo eso. El tamaño de las clases se ha reducido como nunca antes en nuestra historia. Parece positivo, pero hay que recordar que más aulas significan más maestros y, si tenemos problemas con la calidad de los maestros, más aulas significan peores maestros. La realidad es que, pese a todos los sacrificios del público, el desempeño de nuestros estudiantes sigue siendo miserable. Y, si hay algo claro, es que la culpa no es nuestra.
Obviamente, el sindicato de maestros ha tenido una devastadora influencia. Siempre ha sido tan indiferente a la lectura, las matemáticas y la geografía como desvelado por promover la agenda ''progresista''. ¿Qué importa que los muchachos no sepan donde está Canadá si saben usar preservativos? Y, en fin de cuentas, ¿qué importancia tiene que sean prácticamente analfabetos si tienen ''autoestima''? Ignorante, sí, y a mucha honra. Eso se considera el gran triunfo de la pedagogía progresista americana.
Afortunadamente, hay países que han escapado a este desastre. El programa Internacional para la Evaluación de los Estudiantes (PISA) ha establecido, sin discusión: primero, que el desempeño de los países exitosos es mucho mejor que el de los peores y, segundo, que una y otra vez, los mismos países encabezan todas las evaluaciones internacionales: Japón, Singapur, Corea del Sur, Finlandia y Canadá. No se trata de dinero, Singapur gasta menos dinero por estudiante que casi todos los demás. Y no se trata de aumentar las horas de estudio. Los estudiantes de Finlandia empiezan la escuela más tarde y estudian menos horas que en otros países desarrollados.
Recientemente, McKinsey & Co., una prestigiosa firma que asesora empresas y gobiernos, ha hecho algunas recomendaciones basado en los resultados de PISA. Según ellos, las escuelas tienen que hacer tres cosas: 1) Conseguir los mejores maestros. 2) Conseguir el máximo rendimiento de los maestros. Y 3) intervenir cuando los estudiantes empiezan a retrasarse. Pero, ¿no es eso lo que hacen todas las escuelas? Ciertamente que no. Una organización no lucrativa, la New Commission on the Skills of the American Workforce (la Nueva Comisión sobre las Capacidades de la Fuerza de Trabajo Americana) ha demostrado que, en Estados Unidos, los maestros generalmente se reclutan entre el 33 por ciento de los graduados universitarios de peor calificación. Corea del Sur, por su parte, recluta sus maestros de primaria entre el 5% de los graduados universitarios con los mejores expedientes: la elite de los graduados. Singapur y Hong-Kong, por su parte, los reclutan entre el 30% de los mejores expedientes.
Los maestros de primaria de Corea del Sur tienen que tener un título de cuatro años que sólo otorga una docena de universidades. Conseguirlo requiere notas excepcionales. En contraste, ser maestro de secundaria sólo requiere un título de cualquiera de 350 colleges con criterios de selección mucho más amplios. Esto significa que, en Corea del Sur, ser maestro de secundaria representa un status inferior a ser maestro de primaria. Muy extraño para nosotros. En Corea del Sur, todo el mundo sueña con ser maestro de primaria. La lección es que hay una tendencia natural a querer ser el mejor, y que hay que aprovecharla. El entrenamiento de los maestros tienen que ser muy exigente.
Una vez graduados, los maestros reciben muy poco entrenamiento en las aulas. Pero los países exitosos hacen mucho por superar esta dificultad. Singapur les da a los maestros 100 horas de entrenamiento anuales y nombra a los de mayor experiencia para que supervisen el desarrollo profesional en cada escuela. En Japón y Finlandia, grupos de maestros visitan sus clases y planifican sus lecciones juntos. En Finlandia tienen una tarde libre a la semana para hacer esto.
Otra experiencia importante es qué hacer cuando los alumnos y las escuelas empiezan a fallar. En los países exitosos los mejores maestros intervienen temprano y con frecuencia. Finlandia tienen más maestros expertos en educación especial dedicados a los alumnos retrasados que ningún otro país: uno de cada siete maestros en algunas escuelas. En un año cualquiera, una tercera parte de los estudiantes recibe lecciones remediales individuales. Singapur tiene clases extra para el 20% de los peores estudiantes y se espera que los maestros se queden horas extra para ayudarlos.
El gobernador Jeb Bush hizo un gran esfuerzo por mejorar la educación en la Florida. Se han conseguido algunos resultados, pero es mucho lo que queda por hacer. El sindicato de maestros ha hecho prácticamente imposible deshacerse de los incapaces. Los ricos pueden mandar sus hijos a escuelas privadas, pero el sindicato se opone ferozmente a que los padres de escasos recursos puedan hacer lo mismo. Tenemos que estar conscientes de esta situación y confrontarla. Hay que dar la batalla en cada escuela. No podemos ser indiferentes. Es mucho lo que está en juego.