En defensa del neoliberalismo
 

           

Sorpresa en Ecuador

 

 
ADOLFO RIVERO CARO

Para sorpresa de muchos, Alvaro Noboa resultó el ganador en la primera vuelta de las elecciones de Ecuador. Noboa, de 55 años y el empresario más importante del país, no le hizo concesiones a la demagogia izquierdista de Rafael Correa, su principal rival en las elecciones. Muy por el contrario, enfatizó las diferencias ideológicas entre ambos y llamó a los ecuatorianos a optar entre ambas visiones. Correa, el candidato de Alianza País, no simpatizaba con la dolarización, estaba en contra del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos e, increíblemente, no consideraba a las FARC como una organización terrorista. Sus secuestradores y narcotraficantes eran considerados como queridos compañeros. Como si fuera poco, al igual que Evo Morales y Ollanta Humala, planteaba la necesidad de una Asamblea Constituyente obviamente dirigida a eternizarlo en el poder. No es de extrañar que su vicepresidente se llamara Lenin Moreno. A la hora de las elecciones, sin embargo, resultó que los ecuatorianos no estaban tan entusiasmados con la visión de camisas rojas de Rafael Correa como se suponía.

En el 2005, la inversión extranjera en América Latina fue de $104,000 millones, un aumento de 35 por ciento en comparación con el año anterior. Gracias al petróleo, Ecuador ha tenido un 65 por ciento de aumento de esas inversiones. Es evidente que no es posible disminuir esas inversiones y elevar el nivel de vida de la población. Esto nos lleva a una de las básicas diferencias filosóficas que Noboa subrayó. La derecha piensa en términos de producción de riqueza. Para ella, estimular a los productores es enriquecer a la sociedad. La izquierda piensa en términos de distribución de riqueza. Su fórmula es confiscar, en mayor o menor medida, las ganancias de las empresas para invertirlas en programas sociales. Ahora bien, pasado cierto punto, esto desincentiva a las empresas, provoca su estancamiento y conduce al empobrecimiento general. La historia ha demostrado que es una solución falsa. Dicho esto, aunque la principal preocupación de las empresas sea ser lucrativas, es cierto que en las condiciones de nuestros empobrecidos países, las empresas tienen que tener una preocupación social. Es imperativo que sus beneficios no se limiten a la cúpula empresarial. En este sentido, son indispensables las negociaciones con los sindicatos. No es que me haga ninguna ilusión con ellos. Al igual que cualquier otra organización, pueden convertirse en una mafia y tienen que estar sometidos al escrutinio de la prensa y del público. Ahora bien, frente a la avaricia de las empresas, son una limitación necesaria. Lo realmente difícil es llegar a acuerdos que permitan prosperar a las empresas (lo fundamental puesto que se trata de la gallina de los huevos de oro), pero elevando el nivel de vida de los trabajadores. Es inevitable que los ''beneficios sociales'' reduzcan los márgenes de inversión en el crecimiento de las empresas y que esto pueda llevar al estancamiento de las mismas. Esto es un dilema eterno que nunca puede ser definitivamente resuelto.

En la última década, la democracia ecuatoriana ha estado en crisis. Ecuador tiene sustanciales recursos petroleros que representan 40% de las exportaciones del país. Las fluctuaciones del mercado mundial tienen un fuerte impacto nacional. Abdalá Bucaram, el Loco, fue electo en 1997 y destituido por el Congreso en 1997 por corrupción y comportamiento errático. Jamil Mahuad fue electo en 1998, pero en enero del 2000 el país sufrió una devastadora crisis económica. El PNB (producto nacional bruto) se contrajo y la pobreza aumentó significativamente. El sistema bancario colapsó y ese año Ecuador no pudo pagar su deuda externa. En 1999, la moneda se depreció en más del 70%. Al borde de la hiperinflación, el gobierno de Mahuad anunció la dolarización de la economía. Miles de indígenas protestaron en Quito y una junta militar, en la que el coronel Lucio Gutiérrez jugó un papel destacado, reemplazó a Mahuad en enero del 2000. El vicepresidente Gustavo Noboa se hizo cargo de la presidencia. Posteriormente, el Congreso aprobó una serie de reformas estructurales, incluyendo la dolarización, la inflación se redujo del 14 al 7 por ciento anual y la economía del país se estabilizó.

Lucio Gutiérrez ganó la presidencia en las elecciones del 2002 en alianza con el movimiento indigenista Pachakutik. Sin embargo, una vez en el gobierno apoyó el tratado de libre comercio con EEUU e hizo un giro hacia reformas neoliberales. Esto provocó que los indigenistas volvieran a presionar para el derrocamiento del gobierno. Gutiérrez tuvo que renunciar en el 2005. El vicepresidente Alfredo Palacios asumió la presidencia, prometiendo revocar algunas reformas neoliberales. Gutiérrez salió al exilio, regresó al país y fue encarcelado. En marzo del 2006, sin embargo, un juez desestimó los cargos en su contra. En estas últimas elecciones, Gilmar Gutiérrez, hermano de Lucio, se postuló y ha quedado en el tercer lugar de las eleccciones con alrededor del 16 por ciento de la votación. Es el candidato que más provincias gana, entre ellas todas las orientales. Lucio Gutiérrez tiene más simpatías de lo que muchos sospechaban.

En el Indice de la Libertad Económica Ecuador está en el lugar 107. Chile, el país más económicamente libre de América Latina, está en el 14. Alvaro Noboa quiere avanzar en ese sentido. Y muchos ecuatorianos parecen estar de acuerdo.

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