En defensa del neoliberalismo

                                         

 


Prensa y objetividad
 

 

 

Una de las razones por las que la prensa escrita está perdiendo atractivo y legitimidad es por la forma ofensivamente sesgada y prejuiciosa de dar las noticias. No quieren informarnos objetivamente y dejar que saquemos nuestras conclusiones. Nos quieren imponer sus opiniones mediante una presentación sesgada de la información.

Tomemos el caso del Programa de Seguro de Salud Infantil (SCHIP). La prensa ''liberal'' nos lo presenta como que los demócratas quieren darles seguro de salud a los niños que no lo tienen y el presidente Bush y los republicanos se oponen. No quieren que los niños tengan seguro de salud. Tienen, como dice Paul Simon, ''un corazón de piedra''. Uno se pregunta, porque vivimos en los Estados Unidos y los dirigentes son electos por el pueblo, ¿cómo es posible que un político defienda algo tan obviamente impopular? ¿Están locos? No, no están locos, es que una prensa partidista no está informando y dejando que cada quien decida: está defendiendo una posición preconcebida.

En el caso del SCHIP, por ejemplo, se trataba de prorrogar la ley que da cobertura a los niños de familias pobres. Ese es el objetivo de la ley. Hay más de dos millones de niños que califican, pero que ni siquiera están inscritos. Bush insiste en que los estados inscriban, por lo menos, el 95 por ciento de esos niños de familias cuyos ingresos están por debajo del 200 por ciento del nivel de la pobreza. Bush también quería ampliar el programa en un 20 por ciento. En vez de eso, sin embargo, el Congreso demócrata apuntó a una enorme ampliación del alcance de la ley. En primer lugar, en vez de cubrir a las familias que ganan 200 por ciento por arriba del nivel de la pobreza, quiere cubrir a las que están 300 por ciento por arriba.

Por otra parte, el programa cubre a 600,000 adultos y, ahora, los demócratas quieren definir como ''niños'' a los que tengan 25 años o menos. Un hombre de 23 años que gane $30,630 al año calificaría como beneficiario. Bush dijo que esto no tenía nada que ver con la cobertura de los niños pobres, que este proyecto de ley simplemente ayudaba a la clase media, pero que su costo ($30,000 millones adicionales) era excesivo. Y vetó la ley. A mí me parece que es un tema legítimamente discutible, pero me irrita la forma sectaria en que se manipula.

O el caso del general Sánchez, que ha criticado ásperamente la forma en que el gobierno ha estado dirigiendo la guerra de Irak. Sí, pero el general Sánchez también está profundamente disgustado por la forma en que la prensa cubre la guerra de Irak. 'A mí me parece que, siempre que ustedes puedan conseguir una historia de primera plana, hay muy poca o ninguna preocupación por el `daño colateral' que puedan provocar'', ha dicho. ``Para ustedes, las reputaciones personales no tienen ningún valor. Reportan con total impunidad y nunca se les hace responsables de conducta poco ética [...] Ustedes asumen que tienen razón y que representan la moralidad''.

Los soldados, por supuesto, tienen que demostrar su moralidad, todos los días, al riesgo de sus vidas. Sólo para ser implacablemente criticados por esos periodistas, seguros y protegidos espectadores que disfrutan de un público mundial. ''Eventos tácticos insignificantes se han convertido en derrotas estratégicas'', dice el general. ``Lo que está claro para mí es que ustedes está perpetuando las corrosivas políticas partidistas que están destruyendo nuestro país y matando a nuestros soldados que están en la guerra''.

Este general, nombrado por Bush para dirigir la guerra en Irak, es igualmente crítico del gobierno. ''Cuando una nación va a la guerra, tiene que aplicar todos los elementos del poder para ganar. Esta administración no ha podido emplear y sincronizar su poder político, económico y militar. Y ciertamente que no han comunicado esa realidad al pueblo americano [...] Estados Unidos no ha estado plenamente comprometido con ganar esta guerra''. ¿Destacó estas opiniones la prensa? Por supuesto que no. El sesgo en la información, por cierto, nace en las agencias internacionales de prensa. En esa Reuters, por ejemplo, que nunca dice que terroristas pusieron una bomba en un mercado, sino que lo hicieron los ''insurgentes''. ¿Hubieran estado estos periodistas publicando los discursos de Goebbels y haciéndole entrevistas a Himmler en 1941 a nombre de la ``objetividad''?

Pero nada de esto es nuevo. Los cubanoamericanos hemos tenido que sufrir esto durante décadas. En buena medida, Fidel Castro fue un engendro del New York Times. Ahora mismo, por ejemplo, la gran prensa ''liberal'' (socialista) americana está desgarrada. El discurso populista de Chávez y Evo Morales les resulta extraordinariamente atractivo. Infortunadamente para ellos, Chávez se declara seguidor incondicional de Fidel Castro y le dice ''camarada'' a Osama bin Laden. Eso no les deja mucho campo de maniobra. Castro es un cadáver político. Y no hay forma de defender a Bin Laden. Lo deben de estar lamentando. Tenemos que leer la prensa con mucho cuidado.

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