En defensa del neoliberalismo
 

                    

        La segunda oportunidad de Alan García

ADOLFO RIVERO CARO

La contundente derrota de Ollanta Humala (y de su eposa Nadine Heredia, que es la que lo dirige) ha sido una pésima noticia para Hugo Chávez y Fidel Castro. Sus amigos tienen que estarse preguntando, si no es ahora, con el barril de petróleo a $60, ¿cuándo va a poder determinar el dúo Chávez-Castro la política de América Latina? Hace pocos días, confiado en su triunfo en el Perú, Chávez dijo: ''Y ahora vamos para México''. El líder venezolano podrá estar invirtiendo millones en México, pero no creo que ese tipo de declaraciones ayude mucho a López Obrador.

Confieso que Alan García me soprendió. Convirtió la injerencia castrochavista en su caballo de batalla. Fue una toma de posesión extraordinaria. García planteó que pretender imponerle a Perú, desde afuera, un modelo economicosocial era totalmente inaceptable. Merece la pena reflexionar sobre esto porque eso, precisamente, es lo que siempre ha querido hacer la izquierda radical. Así hizo la Internacional Comunista desde fines del siglo XIX, así hizo la II Internacional a principios del siglo XX, así pretendieron hacer, a tiro limpio, en los años 60 y 70. Inclusive ahora, tras el histórico colapso de la URSS y el campo socialista (que se produjo, extrañamente, en la decimoquinta etapa de la crisis general del capitalismo). La izquierda ni cambia ni se resigna. Su nueva línea es aprovechar triunfos electorales momentáneos para cambiar las reglas de juego constitucional y entronizar su dictadura. Tal como hizo Hitler en 1933. En un estado de derecho, nadie puede sentirse excesivamente preocupado por perder unas elecciones. A los pocos años va a tener otra oportunidad. Esto, sin embargo, es anatema para la izquierda radical, cuya principal preocupación es eternizarse en el poder. Alan García lo comprendió. Y desafió abiertamente esta pretensión. Me parece algo sin precedentes en América Latina, donde todos quieren copiar mecánicamente el discurso izquierdista. Y eso es una política perdedora porque peleando a la defensiva como izquierdista, nadie le va a ganar a Chávez o a Castro. (¡Atención, Venezuela!)

¿Tendrá algún futuro el ''nacionalista'' Humala, como lo califica amorosamente cierta prensa? ¿O regresará, junto con su dinámica esposa, a una justificada oscuridad? Eso dependerá de la gestión de gobierno de Alan García. ¿Es posible sentirse moderadamente optimista? Creo que sí. La autocrítica de Alan García fue otra toma de posición sin precedentes. Nada de justificaciones. Me equivoqué y he aprendido. Esto y su posición antichavista lo coloca en una posición privilegiada para un buen gobierno. Ahora tiene una brújula. ¿Cómo gobernar? Defendiendo un modelo antichavista y anticastrista. Aprendiendo de las políticas de gobierno de los tigres asiáticos. ¿Podrá hacerlo? No lo sé. No va a ser fácil. Los grandes intereses económicos de Perú son hostiles a la liberalización. Siempre han utilizado al estado para que los defienda. Lo que ha caracterizado el capitalismo de América Latina ha sido la alianza entre el estado y unas cuantas grandes empresas privadas. Un capitalismo de amigotes. Esta provocó la gran frustración de las privatizaciones de hace 20 años. El APRA, sin embargo, es un partido de centroizquierda y Alan García es un gran comunicador. ¿Pudiera jugar el Perú un papel de liderazgo latinoamericano? No es imposible.

Si Alan García sólo impide el triunfo de la extrema izquierda para mantener la hegemonía de un capitalismo proteccionista y retrógrado, estaremos frente a una victoria a corto plazo. Sería una pena porque Alejandro Toledo ha hecho un excelente gobierno y ha preparado el camino para un gran despegue nacional. El Perú ha estado creciendo a un 6 por ciento anual. Ha sido difícil conseguirlo. La izquierda antidesarrollista se angustia porque tender oleoductos pudiera alterar la bucólica vida de algunas tribus indígenas. Les desvela que hacer pueblos en la medio de la selva pueda afectar el futuro del cucarachón del cocotero y la reproducción del mono araña. No será fácil derrotar esa alianza de una izquierda y una derecha igualmente reaccionarias. Pero no es imposible. ¿Qué políticas siguen los países que crecen a un nivel más alto? No es ningún secreto. ¿Acaso no están expuestas en el Indice de la Libertad Económica editado por el Wall Street Journal y la Heritage Foundation? La verdadera interrogante es si el nuevo presidente electo de Perú realmente ha superado su pasado populista.

La abrumadora victoria de Uribe en Colombia y el triunfo de Alan García han cambiado la situación política del continente. Ahora se abre una posibilidad para la estabilización de Ecuador. Queda por delante, como gran incógnita, las elecciones de México. No sólo las presidenciales, sino también las del Congreso. Un Congreso hostil puede hacer inefectivo al mejor intencionado de los presidentes. Veremos. Chávez va a hacer esfuerzos desesperados por ganar estas elecciones. El ejemplo del pueblo peruano, sin embargo, nos permite sentirnos moderadamente optimistas.



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