Al liberar a
los marinos,
los iraníes
pueden
pretender
aparecer
flexibles y
generosos.
¿Por qué
insistir
entonces en
que abandonen
su programa
nuclear?
¿Acaso no
dicen que es
sólo para
generar
energía
eléctrica?
Hasta ahora,
los
extremistas
iraníes han
podido
proceder con
relativa
impunidad.
Esto es muy
peligroso
porque esa
relativa
impunidad los
envalentona y
los convence
de que pueden
hacer lo que
quieran. Y
tienen muchos
aliados en
Occidente.
Estos
insisten, por
ejemplo, en
que Israel
tiene armas
nucleares.
Cierto, pero
Israel es un
estado
minúsculo (la
tercera parte
de la
provincia de
Oriente) que,
desde su mismo
nacimiento, ha
estado
amenazado con
la destrucción
por sus
vecinos. Es un
caso ejemplar
de defensa
propia. Los
dirigentes
iraníes, por
su parte, no
sólo hablan
abiertamente
de la
destrucción de
Israel (''el
pequeño
Satán'') sino
también de la
de Estados
Unidos (``el
Gran Satán'').
Esto no es
ninguna
especulación.
Se trata de
las
declaraciones
expresas, mil
veces
repetidas, de
los dirigentes
iraníes. ¿Qué
va a suceder
cuando estos
fanáticos
dispongan de
armas
nucleares?
A nosotros
nos atacaron
el 11 de
septiembre del
2001.
Desgraciadamente,
hay mucha
gente que está
dispuesta a
dar la vida
por matar al
mayor número
posible de
hombres,
mujeres y
niños
americanos. En
cualquier
momento,
pueden atacar
una de
nuestras
ciudades con
armas de
exterminio
masivo. El
costo y las
dificultades
de la guerra
de Irak no
pueden
hacernos
olvidar que,
hasta ahora,
hemos podido
llevar la
guerra al
terreno del
enemigo y
evitar otros
ataques en
nuestro
territorio. En
realidad, en
su lucha
contra el
terrorismo, el
principal
peligro que
confronta
Estados Unidos
es interno. El
Partido
Demócrata está
siendo ganado
por la extrema
izquierda,
siempre
interesada en
la derrota de
Estados Unidos
porque, para
ella, la
principal
potencia
capitalista
del mundo
siempre ha
representado
el enemigo
fundamental.
Otros sectores
del partido,
por su parte,
piensan que la
derrota de
Estados Unidos
en Irak les
garantizaría
la presidencia
en las
elecciones del
2008. Es
realmente
trágico pero
la realidad es
que Joe
Lieberman, que
fuera el
candidato
demócrata a la
vicepresidencia
de Estados
Unidos, ya no
cabe dentro
del partido y
está militando
como
independiente.
Un triunfo de
los
apaciguadores
en Estados
Unidos tendría
consecuencias
catastróficas
para nuestro
país.
Se está
utilizando
nuestra
cultura de
respeto a los
derechos
humanos para
socavar y
debilitar
nuestra lucha
contra el
terrorismo. El
objetivo
fundamental de
la gran prensa
liberal
americana no
es crear
conciencia
sobre el
enorme peligro
que se cierne
sobre nuestra
nación y sobre
todo
Occidente.
Todo lo
contrario, lo
que se quiere
presentar como
un peligro es
nuestro
esfuerzo por
confrontar la
amenaza del
terrorismo.
Los peligrosos
no son los que
decapitan
civiles
inocentes
frente a las
cámaras de
televisión
sino los
marines
americanos que
los tienen
presos en
Guantánamo.
Esto es
simplemente
monstruoso. En
el fondo, es
ese
antiamericanismo
irracional del
que nos habla
Paul Hollander.
Se
está forjando
una extraña
alianza entre
los
fundamentalistas
islámicos y la
izquierda
occidental.
Los une el
odio contra
los valores de
nuestra
sociedad. Ahí
está la
alianza entre
Fidel Castro y
Hugo Chávez
con la
ultrarreaccionaria
teocracia
iraní. Y se
están
utilizando los
valores de
nuestra
sociedad para
proteger a los
que quieren
destruirla.
No es
cierto que se
esté
protegiendo
una tolerancia
supuestamente
sagrada e
inviolable.
Esos liberales
americanos,
tan
susceptibles a
la libertad de
opinión,
exigen un
dolido respeto
para todos los
que ofenden
deliberadamente
el
cristianismo,
la fe de la
mayoría de los
americanos, o
para los que
quieren
transformar
radicalmente
instituciones
milenarias,
como el
matrimonio, o
para los
derechos de
los
fundamentalistas
islámicos,
dedicados a
destruir todo
nuestro modo
de vida. Sin
embargo, han
considerado
intolerable
que alguien
quiera
presentar
estudios
académicos
sobre las
diferencias
entre las
razas o entre
los sexos. En
ese caso, no
hay discusión
intelectual
posible. ¿Cómo
es posible?
¿Acaso debemos
sustituir unos
prejuicios por
otros? ¿De
dónde viene
ese
igualitarismo
radical? ¿Será
para poder
criticar la
sociedad
americana en
aras de un
ideal
abstracto?
La acción
de los iraníes
debe verse
como un
intento por
evaluar la
capacidad de
respuesta del
mundo
occidental. Y
esa respuesta
ha sido muy
débil. Es
cierto que el
gobierno
británico no
dio excusas
pero, en
realidad, no
había ninguna
razón para
darlas: los
marinos
estaban en
aguas
iraquíes. Gran
Bretaña nunca
dio la menor
señal de dar
una respuesta
militar. La
solidaridad de
la Unión
Europea brilló
por su
ausencia.
Inclusive en
Estados
Unidos, Nancy
Pelosi, la
presidenta de
la Cámara,
bloqueó una
resolución que
condenaba la
acción iraní.
Occidente ha
salido
debilitado de
esta
confrontación
y, por
consiguiente,
aumenta el
peligro de
futuros
ataques.