En defensa del neoliberalismo
 

 

                      Tiempo borrascoso

ADOLFO RIVERO CARO

El mundo siempre ha sido, y va a seguir siendo, un lugar extremadamente peligroso. En nuestra época, esos peligros se incrementan por la pretensión de ignorarlos. Desde la Ilustración hasta nuestros días, existe en Occidente una poderosa corriente intelectual que estima que los hombres son naturalmente buenos y pacíficos y que la delincuencia, las guerras y todos los males sociales son producto de equivocadas políticas sociales. De ahí su implacable descontento con la sociedad en que les ha tocado vivir. No es posible, se dicen, que haya tantas injusticias. La culpa, como se acostumbraba decir en los años 60 y 70 copiando directamente a Marx, es ''del sistema''. Las injusticias de la vida los llevan a ser anticapitalistas. No importa que nuestro tipo de capitalismo haya hecho inmensamente rica y segura a nuestra sociedad. La mayoría de nuestros intelectuales no lo reconoce. Todo lo contrario. Mientras más próspera nuestra sociedad, más insoportables parecen sus imperfecciones. Cualquier alternativa parece mejor.

En el mundo de hoy, eso es suicida. Socava nuestra capacidad de resistir a los que quieren destruirnos. Tiende a crearse una extraña alianza entre los intelectuales occidentales antisistema y los nuevos bárbaros que quieren destruir nuestra sociedad. No es tan extraño como parece. La mayor parte de la intelectualidad occidental fue marxista y simpatizó con la URSS de Stalin. Luego se enamoró del genocida de Mao Tse-tung. Y, cuando la guerra de Vietnam, todas sus simpatías estaban con Ho Chi Minh, ese sanguinario dictador, el querido ''Tío Ho'' que los liberales americanos no quieren recordar. Aquellas dictaduras, al menos, se disfrazaban con la retórica de la izquierda. Los progresistas de hoy hacen manifestaciones en contra de la guerra de Irak y protestan por el derrocamiento de un dictador fascista. Consideran que vigilar a potenciales terroristas es atropellar los derechos de los ciudadanos. Están irritados porque Estados Unidos ha liberado a 50 millones de personas en Afganistán e Irak. ¿Cuál es la actitud de las feministas americanas ante los bárbaros atropellos que se cometen diariamente contra millones de mujeres musulmanas? ¿No les interesan? ¿No se alegran de lo que ha significado para ellas la liberación de Afganistán? Su silencio es ensordecedor. Para todos los grupos ''progresistas'' el enemigo no es la barbarie musulmana, no son los talibanes, no es Saddam Hussein. El enemigo es Bush. Y las únicas instituciones que hay que transformar radicalmente son las de la sociedad occidental.

Puesto que la sociedad capitalista es inherentemente sospechosa, la mayoría de los intelectuales considera de mal gusto defender sus valores. Se considera desprecio por otras culturas. ¿A dónde puede conducir esta actitud frente a un radicalismo islámico cada vez más agresivo? La publicación de unas banales caricaturas de Mahoma en un periódico de Dinamarca provocó furiosas manifestaciones, amenazas de muerte, incendios, motines y boicots comerciales. ¿Cuál fue la reacción de la mayoría de los dirigentes políticos occidentales? ¿Criticar esa salvaje intolerancia? ¿Exigir que se impusiera el orden, que se respetara la ley? Nada de eso. Fue criticar a los que publicaron las caricaturas. Ningún gran periódico americano, por cierto, se atrevió a exhibirlas. ¿Por qué? ¿Por qué eran una falta de respeto a los creyentes musulmanes? ¿Y el respeto por la libertad de expresión de los caricaturistas?

En una novela de reciente publicación, El código da Vinci, se dice que Jesucristo se casó con María Magdalena y se presenta a la organización católica Opus Dei como una banda de fanáticos y asesinos. Ahora se piensa hacer un gran película sobre la novela. ¿Qué diría la prensa liberal americana si a unos católicos se les ocurriera quemar unos cuantos ejemplares del libro? ¿O acaso serían más respetuosos si, al estilo musulmán, se quemaran cien mil ejemplares o se hicieran cosas peores? No sería de extrañar. Los nihilistas sólo respetan la fuerza. No querer confrontar al fundamentalismo islámico a nombre de la tolerancia, es crear las condiciones para un futuro Armagedón.

En Mi lucha, Hitler había proclamado su voluntad de apoderarse de Europa y exterminar a los judíos. Inglaterra y Francia no lo quisieron creer. Pretendieron llegar a un acuerdo ''civilizado''. Hitler lo interpretó como debilidad. El resultado fue la guerra. Los fundamentalistas han manifestado su voluntad de islamizar al mundo. La Europa cristiana está agonizando y los musulmanes van a llenar su vacío espiritual. El presidente de la República Islámica de Irán ha proclamado su voluntad de borrar a Israel del mapa. Y, dentro de muy poco, va a tener armas atómicas. Ese es el gran aliado que han escogido Hugo Chávez y Fidel Castro. Todo en aras de oponerse a Estados Unidos. Nuestra civilización está en peligro. ¿Seguirán ignorando esta realidad nuestros intelectuales?



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