En defensa del neoliberalismo
 

           

                     Vacunas culturales

 

 
ADOLFO RIVERO CARO

Tras el espectacular triunfo de la guerra fría, que tanto amargó a la izquierda mundial, muchos pensamos que íbamos a entrar en una época de relativa paz. Pensamos que el antiamericanismo, tan cultivado durante tanto tiempo por el aparato de propaganda soviético, iba a retroceder en el mundo. Que la caída de Castro era inminente. Que las reaccionarias ideas comunistas del control estatal iban a ser definitivamente barridas por las ideas de la libertad: la libertad política y la libertad económica.

Era una visión razonable, pero simplista. No tardamos en descubrir que la propaganda soviética sólo había manipulado resentimientos antiamericanos que eran mucho más viejos y profundos. Hay una formidable colección de ensayos sobre el tema: Understanding Anti-Americanism: Its Origins and Impact at Home and Abroad, editado por Paul Hollander. No sólo esto. El hecho de que Estados Unidos se quedara como la única superpotencia mundial iba a exacerbar los sentimientos antiamericanos. Era el típico reflejo de la envidia magnificado por la cultura adversaria. Este paradójico aumento del antiamericanismo en el momento del triunfo de las ideas americanas, iba a servir como tabla de salvación para la dictadura de Castro. Esto es un punto importante. Recuerdo haberlo argumentado en una reunión en Madrid, donde no fue muy bien recibido: (Castro es sustentado por el antiamericanismo, ponencia en el Congreso de la Cultura Cubana, 28 de enero-1 de febrero de 2004).

Es una realidad: mientras el antiamericanismo siga siendo la ideología fundamental de la intelectualidad latinoamericana, el apoyo a Castro y la emergencia de fenómenos como el chavismo son inevitables. Chávez es el resultado lógico del antiamericanismo venezolano. Tras el 11 de septiembre del 2001, la reacción americana, brevemente vista con simpatía, no tardó en ser considerada como excesiva, guerrerista y prepotente. Países latinoamericanos que tanto habían sufrido a manos de dictaduras protestaron estridentemente porque Estados Unidos hubiera derrocado la sangrienta tiranía de Saddam Hussein. No cabe duda de que este ambiente ideológico propició la llamada ofensiva de la izquierda en América Latina, y los triunfos de Evo Morales, Correa y Daniel Ortega. Muchos amigos cubanos se lamentan de que Estados Unidos intervenga en un país lejano como Irak pero permita, frente a sus costas, una tiranía tan activa y peligrosa como la de Castro. Les propongo que reflexionen sobre la exp eriencia de Irak. Si derrocar la tiranía de Saddam Hussein ha provocado una reacción tan negativa, ¿qué no hubiera provocado una intervención contra Castro? En este ambiente cultural, ¿qué estímulo puede tener Estados Unidos para intervenir en Cuba?

Quizás algunos se pregunten qué se puede hacer. El antiamericanismo es un hecho, no existe por gusto, tiene razones que lo justifican. Lo que hay que hacer, nos dicen, es ganar las batallas políticas que tenemos por delante. Luego, una vez en el poder, trataremos de corregir pasados errores. Esto es un error. Por supuesto que tenemos que prestar atención a nuestras batallas políticas. Pero nuestro punto débil es el trabajo ideológico, cultural. En una cultura intelectualmente anticapitalista no nos puede sorprender que surjan grupos que levanten el anticapitalismo como bandera para llegar al poder.

No quiero que me malinterpreten. Los problemas de la sociedad venezolana no son simplemente ideológicos. Detrás de esas luchas de ideas y conceptos existen duras realidades económicas. Cuando fui a Caracas para el referendo, simplemente me enamoré de la ciudad. (Debo de haber sido caraqueño en otra vida.) Sin embargo, aunque mis amigos estén acostumbrados, los cerros que rodean la ciudad me resultaron ofensivos. La realidad es que una sucesión de gobiernos democráticos nunca pudo implementar reformas capaces de conseguir un crecimiento económico substancial y disminuir la pobreza. ¿Qué lo impidió entonces? ¿Qué podemos hacer ahora si no estamos en el poder?

Hay que abrir una batalla contra esa mentalidad antiamericana y anticapitalista. Es el sustento cultural del populismo chavista. Tenemos que tomar conciencia de que ha sido nuestro antiamericanismo el que ha puesto a estos demagogos en el poder. Obviamente, esta reorganización intelectual es difícil. Tanto, que casi todo el mundo la considera imposible. No puedo estar de acuerdo. La razón y la experiencia histórica están de nuestra parte. Pero hay que difundir estas ideas. Es por eso que he creado neoliberalismo.com. En otras columnas me he referido a la importancia de difundir ideas como las expuestas en el Indice de la Libertad Economica 2007. ¿Por qué no tener una reunión internacional para discutir el libro en Caracas?

Ciertamente que son temas dignos de discusión. China y la India han estado creciendo al 9 por ciento anual y más. Irlanda ha tenido una revolución económica en los últimos 25 años. ¿Por qué no estudiar a profundidad esas experiencias? ¿Por qué no difundir la obra de Milton Friedman, F. A Hayek, Ludwig Mises, Michael Novak, Irving Kristol y tantos otros? ¿Por qué no estrechar relaciones con los intelectuales americanos que defienden estas ideas? ¿Por qué no aprender a distinguir, de una vez por todas, entre las críticas racionales a Estados Unidos y una hostilidad irracional y contraproducente? Esto es un trabajo de minorías, pero son ellas, a largo plazo, las que deciden el rumbo de la cultura. América Latina está enferma y nos hacen falta vacunas culturales para el sarampión populista.

www.neoliberalismo.com