El Chávez de Ecuador
El gobierno de Barack Obama continuó la semana pasada su
ofensiva de encanto dirigida a los gobiernos autoritarios de
América Latina con el envío del subsecretario del
Departamento de Estado para asuntos del hemisferio
occidental, Arturo Valenzuela, a Ecuador para que se
reuniera con el presidente Rafael Correa.
¿Por qué prestarle atención a una visita de un diplomático
de rango intermedio a una república bananera? Porque si
quiere saber lo que Honduras eludió el año pasado al negarse
a doblegarse ante Estados Unidos, mire hacia Ecuador. Es más,
la visita de Valenzuela demuestra lo poco que EE.UU. está
dispuesto o puede hacer por la gente que sucumbe a la
tiranía de la izquierda.
Associated Press
Arturo Valenzuela y Rafael Correa
Luego de asumir la presidencia en 2007, Correa decidió que
su popularidad lo colocaba por encima del Congreso y la ley.
Una sólida mayoría de ecuatorianos quería una nueva
constitución. Correa, no obstante, decretó que la Asamblea
Constituyente, que redactaría el nuevo documento, también
debería tener amplios poderes, incluyendo la autoridad para
disolver el Congreso. Eso desencadenó una crisis
constitucional que fue resuelta a favor de Correa cuando
hizo uso del poder del Estado y sus partidarios recurrieron
a la violencia. Si las fuerzas armadas ecuatorianas hubieran
respondido con el coraje y el patriotismo que mostraron sus
pares hondureños, hoy en día el país aún podría tener buenas
posibilidades de una democracia.
Ahora que Correa ha consolidado su poder, está empleando
intimidación estatal para destruir a sus oponentes. La
prensa está bajo constante amenaza, los detractores están
siendo empujados al exilio, la economía se encuentra en
ruinas y ha trascendido que la guerrilla colombiana de las
Farc considera al gobierno de Correa como un aliado. El país
también mantiene relaciones amistosas con Irán.
Mire cómo la situación llegó a este punto. Cuando el
Congreso ecuatoriano le indicó a Correa que no le otorgaría
a la Asamblea Constituyente los poderes que buscaba, la
corte electoral, que él controla, destituyó a los
legisladores de la oposición, quienes fueron reemplazados
con miembros más sumisos.
La Corte Constitucional intervino y falló que los
congresistas desbancados debían ser restituidos. En
respuesta, según Gabriela Calderón de Burgos, una columnista
del diario 'El Universo', de Guayaquil, "Correa fue a la
radio y la televisión para decir que, a pesar de la decisión
de la Corte, los congresistas despedidos no regresarían".
En una entrevista telefónica la semana pasada, Calderón de
Burgos agregó: "El mismo día, fuerzas policiales bajo la
autoridad del gobierno y con el deber de proteger a la Corte
no actuaron y fueron fácilmente superadas en número por una
turba furiosa que se abrió paso. Ex miembros de la Corte
sostienen que tienen pruebas que muestran que la policía
dejó entrar a la multitud. Esto nunca fue investigado.
Algunos de los individuos, que fueron miembros de la
Asamblea Constituyente y ahora están en el Congreso,
participaron en esta violenta toma de la Corte. Vimos en la
televisión a miembros de la Corte salir corriendo del
edificio mientras personas en la calle les tiraban cosas".
Usando estos métodos, no le tomó mucho tiempo a Correa
destruir el equilibrio de poderes institucionales que se
interponía en su camino a convertirse en el Juan Domingo
Perón de Ecuador.
Los medios han sido un problema más difícil. En junio del
año pasado, cuando informé sobre documentos inéditos de las
Farc obtenidos por Colombia en una redada en una base
rebelde, que indicaban complicidad entre el grupo
guerrillero y miembros del gobierno de Correa, éste saltó de
la ira. En un viaje a Nueva York al mes siguiente amenazó
con "demandar" a The Wall Street Journal por mi columna. "Estamos
hartos de sus mentiras", señaló. Días después, apareció un
video que mostraba al líder de las Farc, el Mono Jojoy,
hablándoles a sus soldados sobre cómo los rebeldes habían
apoyado la campaña de Correa.
La demanda judicial aún no se ha materializado.
En la actualidad, Correa les está haciendo la vida imposible
a los periodistas ecuatorianos. Desde que llegó al poder, su
gobierno ha tomado el control de cuatro canales de
televisión y ha creado uno propio. Correa utiliza su púlpito
de intimidación con regularidad para insultar a periodistas
y atacar la personalidad de sus oponentes. Además, le gusta
entablar demandas.
Cuando se juntó una multitud fuera de las oficinas de El
Universo el pasado agosto para intimidar a los empleados
porque en un artículo publicado por el diario, Emilio
Palacio, un columnista de centro-izquierda del periódico,
denunciaba a un subordinado de Correa. El presidente
apareció en la televisión para decir que Palacio debería ser
demandado. El columnista fue luego acusado de calumnia bajo
el código penal y sentenciado a tres años de prisión.
Durante la reunión del martes ante las cámaras de televisión,
Valenzuela expresó su preocupación acerca de las ambiciones
nucleares de Irán y su relación en ciernes con Ecuador.
Según Reuters, Correa le dijo: "No queremos meternos en esa
discusión. Pero, ¿qué tiene que ver eso con vender banano a
Irán, qué tiene que ver eso con que Irán quiera financiarnos
ciertas hidroeléctricas?" Traducción: Mahmoud Ahmadinejad es
mi amigo. Usted no se meta.
¿La respuesta de EE.UU.? Valenzuela no descarta una reunión
entre Correa y Obama. Si sucede eso, prepárese para la
segunda parte del abrazo entre Obama y Hugo Chávez en Puerto
España, Trinidad y Tobago, en abril de 2009: más humillación
para los estadounidenses que solían pensar en su gobierno
como un noble defensor de la libertad en contra de déspotas.
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