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Cultura y Sociedad Islámica
Juan F. Benemelis
Al acero redentor no escaparán los cristianizados yemenitas, persas y
bizantinos. De esta manera, entre 622 y 632, toda la Arabia fue
islamizada. Los musulmanes encontraron en las regiones conquistadas una
cultura superior las cuales fueron asimiladas. En la Siria había una
larga tradición científica y se utilizaban a los clásicos griegos y en
la Persia sasánida la astronomía babilónica estaba extendida. Durante el
primer siglo del islamismo, la mayor parte de los matemáticos y sabios
en territorios musulmanes eran de otras religiones y escribían en una
lengua diferente al árabe. Cuando los islámicos conquistan Armenia, el
geógrafo y matemático armenio, Anania de Shirak, había compuesto su
valioso libro de aritmética. Alrededor del 662, el obispo nestoriano de
Mesopotamia, Severus Seboth, escribió en siríaco obras de astronomía, de
geografía y un tratado astrolabio a partir de fuentes griegas,
babilónicas e hindúes.
La soberanía y la autoridad del Corán se expandirán por medio de la
lengua árabe, la cual fundamentó el poder religioso y político del
Islam. En especial la poesía fue uno de los más valiosos instrumentos de
expansión de la cultura árabe, probando que el fenómeno literario
poético era utilizado por el estamento político en las culturas
antepasadas. Normalmente se considera a las matemáticas árabes como una
matemática del pueblo árabe, pero su origen es de la India y sólo fue
transcrita al árabe. Fue precisamente el mesopotámico Seboth quien
utilizó los nuevos símbolos matemáticos hindúes y la referencia del
cero.
A estas alturas numerosos sabios y traductores, de diversas religiones y
regiones, se agruparon en Bagdad. El Califa Al-Mamún, que gobernó hasta
el 833, fundó una Casa de Sabiduría cuya función principal era traducir
los textos griegos e hindúes. Esta Casa de Sabiduría poseía una extensa
biblioteca y un observatorio astronómico. Los conocimientos astronómicos
eran de gran importancia para la religión islámica no sólo porque
permitía determinar el inicio del Ramadán, sino que permitía saber la
dirección de la Meca hacia donde los musulmanes deberían rezar. Fue en
esa época de Al-Mamún que Al-Fazari escribió su primera obra de
astronomía, intitulada As-Sindhind al-kabir, a partir da la traducción
de un manuscrito del hindú Brahmagupta.
El tema de la secularización en el mundo árabe está relacionado
históricamente a la problemática de la autenticidad y modernización que
ha ocupado un lugar central en la cultura árabe desde los inicios del
siglo XX y lo continúa hasta hoy. La ausencia de secularización en la
cultura árabe ha estado relacionada con su postura hacia la
modernización. El tema fue ampliamente tratado en el libro de Taha
Husein, Pre-Islamic Poetry, publicado en 1925. Asimismo, en Averroes and
his Philosophy (1903), el pensador cristiano-libanés, Farah Antun,
destacado ensayista que vivió en Egipto a principios del siglo XX,
defendió vehementemente la secularización y la separación del Estado de
la religión.
A diferencia de Occidente, la identidad cultural islámica está colocada
en un contexto del pasado y no del futuro y la única solución de tal
contradicción sería una revolución religiosa, como sucedió en Europa en
el siglo XVI, en la cual se legitimó la interpretación de las "sagradas
escrituras" por las hermenéuticas, lo que constituyó la fundación
intelectual y cultural de la secularización y en la separación del
Estado de la Iglesia. Esto podría ser un paso histórico capaz de llevar
a la civilización islámica a sustentar su soberanía en la razón. De tal
manera que la secularización represente el espíritu de la modernización.
En la franja que comprende de Turquía a Marruecos, bajo la égida
colonial anglo-francesa, se efectuó una vasta transferencia de teorías,
conceptos y métodos, de "misión civilizadora" hacia las nuevas élites
"indígenas" (Berque, 1967). Así, la tutela británica y el Protectorado
francés favorecieron la estructuración de las elites políticas e
intelectuales, articulando una historia favorable a la intervención
colonial, cuya sociología constituyó un "mundo árabe" o
"árabe-musulmán" acentuado en sus especificidades.
No se puede negar que la extensión de la urbanización gestada por el
orden colonial tuvo un resultado "destribalizante" implantando a la vez
el mecanismo más eficaz de la racionalidad. El Egipto proto-nacional
heredará de Mohammed Alí (Bey Efendi) la modernización a marchas
forzadas del ejército y del aparato del Estado que introdujo el jedive y
visir Ismaíl Pashá en 1875. Los cuadros "nativos" herederos del
pensamiento "árabe-musulmán" tendrán sin dudas en Hassán Al-Hajwi
(1874-1956) al intelectual más importante del período "colaborador" del
Protectorado, y en Mokhtar Al-Soussi (1900-1963) al constructor de una
antropología musulmana. Así también el jurista y fundador del movimiento
nacionalista egipcio, Qasim Amín publicará en 1900 dos obras decisivas:
La emancipación de la mujer y La Nueva Mujer.
La proyección "civilizadora" de la etapa colonial y post-colonial
proveniente de las metrópolis europeas escrutará con visión paternalista
este entorno. La definición de tribu, ya fuese nordafricana o medio
oriental constituyó también un paradigma para la antropología
anglo-sajona. Al lado de la sociografía del analista socio-político
francés Michaux-Bellaire, el académico islamista francés Jacques Berque
(1910-1995), en su intento de construir una antropología de la
de-colonización, evocará el exotismo y el sensualismo del pensamiento
árabe-islámico (Berque, 1954). Por su parte, los saint-simonianos se
esforzarán por erigir un "humanismo oriental" (Berque, 1967, 299-300)
El enorme cuerpo de conocimiento de "sociología musulmana" constituido
por más de medio siglo bajo la cobertura del Protectorado francés tuvo
su escenario en la École des Lettres de Argelia, creada en 1879 bajo la
dirección del filólogo René Basset, llegando a ser el principal
laboratorio de pensamiento colonial magrebí. Un cometido parecida fue
realizado a partir de 1904, por la Misión Científica de Marruecos,
dirigida por el profesor de sociología islámica en el Collége de France,
Alfred Le Chatelier, con el objetivo de constituir un "cuerpo
doctrinario" capaz de orientar los "asuntos musulmanes"; esta
institución se transformó en 1925 en el conocido Institut des Hautes
Études Marocaines (Rivet, 1996).
La abolición del Protectorado del África norte, bajo condiciones
relativamente pacíficas va a dejar el campo libre e los elementos
"progresistas" que aceptarían la des-colonización para construir las
nacionalidades. La oposición árabe-berebere se reflejará en las
sociedades sedentarias asentadas en los valles versus las nómadas
montañeses, en su diferente interpretación del Islam, acusándose a los
autóctonos beréberes de mostrar elementos pre-islámicos, restos
indiscutibles de un "paganismo residual" que el fundamentalismo luego
querrá destruir, y a los árabes sedentarios norafricanos de "laicismo" o
"republicanismo" (Rivet, 1999, 87).
La hipótesis cara a la empresa colonial, la negación de cualquier
modernidad introducida en la etapa colonial, o la urgencia de articular
un contra-paradigma que reivindicase la independencia y se inscribiese
a la problemática de identidad desarrolló entonces una sociología
fragmentada: turca, libanesa y marroquí, una escuela histórica egipcia o
tunecina. Es el reflujo institucional anti-colonial que cristaliza en la
"arabización" de las ciencias sociales. La obsesión consistía en
reformar la sociedad a partir del pacto social original islámico, con
vistas a consolidar una identidad egipcia, marroquí, árabe, berebere,
islámica, adulterando la historia, en la empresa de reactivación de la
civilización.
Al fenómeno autóctono, acusado de "paganismo pre-islámico" o "paradigma
ruralista" se le considerará una herencia de la sociología colonial. Se
propondrá entonces, por intelectuales árabes y europeos incluso, una
de-construcción de los conceptos pertenecientes al discurso sociológico
que se refería al mundo árabe a partir de una preeminencia occidental,
de una ideología "etno-centrista". Era la disolución de la etnología en
favor de la consolidación de las independencias nacionales, de la
construcción del "socialismo árabe" definido por el nasserismo.
Una extensión de la presencia cultural extranjera, en particular
norteamericana, que se acrecienta notablemente a finales de la década
setenta, con la apertura de Anuar El-Sadat y la firma de los acuerdos de
paz egipcio-israelíes. Se favorecen los programas universitarios de
asistencia, al punto de suscitar una virulenta reacción en la década de
los ochenta, campañas de denuncia de "ingerencias", como expondría el
periódico Al-Ahram, al equiparar la empresa "colonialista" de los
egiptólogos de Napoleón Bonaparte con los académicos norteamericanos
acusados de "americanizar" la sociedad egipcia con la complicidad de los
intelectuales egipcios.
Según los teólogos islamistas contemporáneos de mayor relieve (Abdul Al-Mawdoudi,
el pensador islámico paquistaní; Hassán Al-Banna, precursor de la
Hermandad Musulmana; Sayyed Qutub, considerado la cumbre del pensamiento
fundamentalista; Mohammed Ibn Abd al-Wahhab, el fundador del movimiento
puritano wahabita; Hazrat Shah Waliullah, prolífico escritor hindú del
siglo XVIII y místico islámico; Mohammed Abu Kichk, el famoso predicador
egipcio; Najib Farag, el connotado periodista y escritor palestino) así
como los jefes de organizaciones militantes como el fundamentalista
argelino Ali Belhadj: "el yihad se impone hasta el día del juicio final
y representa lo que hay de mejor en el Islam. Es el objetivo
estratégico, al servicio de la dawa; asegura la instalación del Estado,
su seguridad y su estabilidad, permitiéndole así de cumplir su misión
superior por el bien de la humanidad (Alexandre del Valle 05/07/2004)."
El hundimiento de las corrientes nacionalistas no-religiosas tendría
como contra-parte la ideología-refugio del islamismo que pretendería
adquirir el carácter de catalizador social, de reivindicación de las
elites marginadas. Si bien el concepto de identidad sería el núcleo
central de una ideología islamista, de oposición política, de protesta
social y de revisión de los parámetros fundamentales de la sociedad, la
unidad nacional se enarbolaría por los nacionalistas como una ética del
progreso y una estrategia de desarrollo económico y social (Oliver Carré
y Gerard Michaud: Les Freres musulmans, París, 1983).
Era la manifestación de la unidad de la sociedad árabe-musulmana, en un
fondo común civilizacional que se perpetúa y diversifica en el espacio
que comprende "del Golfo al Océano" con la identificación de las "petro-monarquías"
que se hunde en una degradación teórica mediocre de "autenticidad" y la
herencia, contra la "adulteración" foránea de la contemporaneidad (Berque,
1974). A diferencia de las élites más abiertas hacia el mundo
occidental, aquellas más cerradas emitirán un discurso de autodefensa
contra el sentimiento de impotencia, de humillación. Pero esta lógica de
superación de la realidad envuelve la negación intelectual de la
modernidad, la retirada del mundo moderno movilizando la tradición y el
patrimonio para alcanzar más rápidamente, piensan ellos, el progreso.
A partir de tales circunstancias, con la quiebra del nacionalismo, en el
mundo árabe o musulmán se intensifica el esmero por las obras de
paradigmas específicamente "árabes" o "islámicos" en las diferentes
ciencias sociales, de la sociología a la economía, pasando por la
psicología, la historia y las ciencias políticas. Se le opondrá a la
reforma colonial el contra-paradigma de una reforma de identidad,
rechazándose los términos de progreso, desarrollo, modernidad y
post-modernidad, exigiendo la fidelidad al pacto fundacional islámico.
Todo se traduce en un discurso nihilista de rechazo de sí mismo, de
auto-denigración y de oscurecimiento voluntario de la historia árabe y
musulmana; un integrismo anti-islámico virulento, que el mundo árabe
descubre con gran asombro.
El fin metafísico occidental ha derivado en una tesis anti-metafísica,
sobre todo anti-moderna sostenida por Martín Heidegger, heraldo
occidental del anti-occidentalismo. Este elemento ha sido aprovechado
por el filósofo islámico Ahmad Fardid el cual fabricó una mezcolanza
entre la metafísica "heideggeriana" con la experiencia espiritual
islámica, que desembocó en una crítica (negativa obviamente) de la
tradición occidental partiendo de su origen griego, la cual, según
Fardid, ha empobrecido la noción de un Dios trascendente frente a un
"yo" individual, sujeto cuasi divino, el "anti-Allah" apóstata. El
objetivo de los pensadores islámicos Fardid y Mohammed Ikbal es el de
destronar a este "yo" individual y atacar la perversión occidental del
derecho humano, de la mundialización, de la fe en el progreso infinito.
La influencia de Fardid viene escoltada por la obra de Djalal Al-Ahmad,
el cual publicó el famoso ensayo La Occidentalidad, reeditado por la
casa editorial parisina Harmattan, un diagnóstico fuertemente negativo
que plantea a la Europa cristiana y a sus representantes (el novelista
Albert Camús, el filosofo Jean Paúl Sartre, el pensador Emil Michel
Ciorán, el dramaturgo Eugene Ionesco y el cineasta Ingmar Bergman) como
un cuerpo extraño y la enfermedad mortal del Islam. Para estos
escritores islámicos la "occidentalidad" nace a partir de la rivalidad
con la identidad islámica, por ello se impone eliminar cualquier proceso
de re-occidentalizarla. Pero lo que busca la intelligentzia islámica es
usar una retórica que esconde una gran habilidad estratégica y mediática
y en eso no se diferencia con los varios imanes y mullas contemporáneos
ya sean afganos, yemenitas o iraníes.
En la lectura del último libro del filósofo francés Bernard Lévy: Chi ha
ucciso Daniel Pearl? reconstruye la vida y muerte de un periodista
norteamericano de origen hebreo asesinado bárbaramente por un grupo
religioso extremista el 31 de enero de 2002. Asimismo describe el
sórdido mundo de los terroristas, desconocido en Occidente. En tal
perspectiva de Lévy se enfrentan de un lado el intelectual sui generis,
amante de la libertad y de su aventura, que ama las cosas bellas de la
vida, y de otro la brutalidad. En su novela, Lévy afirma que el Pakistán
es el más canalla de los estados canallas de hoy día, y afirma que se
está formando entre Islamabad y Karachi un agujero negro de Apocalipsis.
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