LA
REVOLUCION CAPITALISTA EN AMERICA LATINA.
|
Paul Craig Roberts
Traducción: Adolfo Rivero
Las imágenes han ayudado a definir el modo en que los occidentales
perciben a Japón, y en grado menor, a las demás sociedades
capitalistas del este de Asia: rascacielos bordados de intermitentes
luces de neón que hacen oscilar los mensajes escritos en japonés; señoras,
ya mayores, que, vestidas con sus kimonos, emergen de los veloces trenes
eléctricos; la calma de los jardines enclavados en los centenarios
monasterios budistas de Tokío, Seúl y Taipei. Estas imágenes, que
pertenecen ya a una supermodernidad, están sobreimpuestas a una
civilización que sigue siendo enfáticamente diferente a la occidental.
Es precisamente esta yuxtaposición la que define el problema teórico a
que nos referimos en este capítulo . Un problema teórico, debemos añadir,
que tiene enormes implicaciones prácticas.
Simplemente, tenemos que
situar a Japón como el primer país oriental que ha alcanzado la
condición de una sociedad industrial avanzada. Es más, ha llegado a
esa posición a través de un sistema económico que, pese a sus
importantes diferencias con el sistema occidental es, sin dudas,
capitalista en su forma. En realidad, Japón se ha convertido en un
factor muy importante del "sistema mundial" del capitalismo
industrial. Estos hechos, por si, mismos, determinan que cualquier teoría
del capitalismo le tenga que prestar especial atención al Japón.
Pero, ya no es solamente
Japón el que está en una situación teóricamente significativa. Lo
están también los llamados Cuatro Pequeños Dragones: Corea del Sur,
Taiwan, Hong Kong y Singapur. Cada uno de ellos tiene una historia
triunfal por derecho propio, ampliando y modificando, a la vez, los éxitos
japoneses. Y ahora parece ser que el dinamismo económico capitalista
del oriente asiático está penetrando al este de Singapur, en otros países
de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), entre los
que sobresalen Malasia, Indonesia y Tailandia.
Este nuevo capitalismo
del este asiático es suficientemente distinto como para podérsele
llamar un "segundo patrón" importante. El este de Asia ha
generado un nuevo tipo o modelo de capitalismo industrial. El analizarlo
de esta manera, nos permite comparar este fenómeno, aspecto tras
aspecto, en sus similitudes y diferencias, con Occidente. Pero poder
hacer esto constituye una gran adquisición intelectual. Esta adquisición
es similar a la que pudiera obtener un zoólogo que ha estado estudiando
ciertas especies en un ambiente y que, súbitamente, observa que esas
mismas especies empiezan a crecer en otro ambiente muy diferente. Como mínimo,
el zoólogo estaría en una posición mucho más ventajosa para decidir
que características son específicas de esas especies y cuáles se
deben a las peculiaridades de uno u otro ambiente. En estos tiempos, el
estudioso de la sociedad está en mejor posición para decidir cu les
características responden intrísecamente a las especies de
"capitalismo industrial", y cuáles son realmente accidentes
de la historia y de la cultura occidentales. Para entender mejor el
mundo occidental debemos tratar de entender al este de Asia y, a esos
efectos, tratar de entender y hasta poder predecir el desarrollo de esas
sociedades no occidentales donde está emergiendo el capitalismo
industrial.
Existe un acuerdo
bastante generalizado sobre algunos de los rasgos similares que se ven
en todas las sociedades del este asiático en cuanto a que han
desarrollado modernas economías industriales de tipo capitalista que
han tenido un alto índice de crecimiento sostenido aún durante períodos
de recesión (como ocurrió después del impacto petrolero del comienzo
de la década de 1970) entre 1955 y 1975 del 7.8% al 9.5% de crecimiento
de su Producto Nacional Bruto y por encima del 5% de crecimiento del
Producto Nacional Bruto per cápita. Más aún, estas sociedades han
podido eliminar prácticamente el tipo de pobreza asociado con el Tercer
Mundo. Estas sociedades también, han desarrollado economías
fuertemente engranadas con la producción manufacturera para la
exportación, aunque en este aspecto los Cuatro Pequeños Dragones en
gran medida han sobrepasado a Japón ya que este último, en su período
de crecimiento máximo, y debido a su gran mercado doméstico, era menos
dependiente del mercado internacional que algunas de las economías de
Europa Occidental. Aunque existen entre estas sociedades diferencias políticas
que son muy importantes, todas se caracterizan por el activo papel del
estado. Con la excepción de la educación, son estados en desarrollo en
cuanto a los servicios sociales (aunque esto esté cambiando en Japón).
Los impuestos que se pagan son relativamente bajos. Por último, en términos
del comportamiento económico individual, estas sociedades se
caracterizan por las altas tasas de ahorros (estimuladas por leyes sobre
los impuestos), alta productividad (especialmente en los trabajadores
manuales) y una ética laboral muy positiva.
Hemos mencionado la
palabra "modelo" anteriormente. Es importante distinguir el
doble significado que tiene este término. Por un lado,
"modelo" significa un tipo o patrón específico; por otro
lado, indica un tipo o patrón a emular. Ambos significados han sido muy
mencionados en recientes discusiones en el este de Asia pero es
importante señalar que un significado no implica el otro. Los rasgos de
estas sociedades que hemos enumerado aquí podrían parecer lo
suficientemente distintas entre si como para justificar que se hable del
"modelo" del capitalismo industrial del este de Asia, en el
sentido de que sea un patrón o tipo distinto al de Occidente. No
necesariamente este "modelo" pudiera transferirse con éxito a
otras partes del mundo, sea por sus circunstancias históricas únicas o
por las características socioculturales que también son de carácter
único en el desarrollo del este de Asia. Dadas estas circunstancias, no
se puede suponer el uso del término "modelo" como ejemplo a
seguir, aunque se puede evaluar este problema a posteriori.
El milagro económico que
ha logrado Japón después de la Segunda Guerra Mundial es ampliamente
conocido por todos. Brevemente, se puede señalar el año 1948 como el
del despegue, muy poco después de la derrota y la subsiguiente
devastación del país, y mientras éste se encontraba bajo ocupación
militar. En 1953 Japón alcanzó los mismos niveles del Producto
Nacional Bruto del período pre-bélico. Desde esa época se obtienen
las tasas de rendimiento muy altas. Entre los años 1952 y 1963 el
Producto Nacional Bruto se triplicó con un crecimiento del 9% anual.
Durante ese mismo período se quintuplicó la producción de productos
manufacturados y se duplicó el consumo. Ya hacia el año 1970, esta
marcha económica hace que Japón sea no solamente un formidable poder
industrial que reta a Occidente en áreas económicas muy importantes
sino que, a su vez, esto se hace eliminando una enorme pobreza y
proveyendo un nivel de vida para los japoneses que puede compararse con
el de los países mejor provistos de Occidente. Por eso el término de
"milagro económico" es muy apropiado para aplicarlo a este
caso, aunque debemos recordar que es precisamente esta frase, la que se
utilizó en Alemania Occidental para describir el tremendo desarrollo
que se obtuvo justamente en ese mismo periodo.
Los casos de Japón y de
Alemania Occidental pueden compararse entre si porque ambos son dos
gigantes económicos que resurgieron de las cenizas de la guerra y de la
derrota (ver Erhardt y el plan Marshall). En
otras palabras, ninguno de estos países se embarcó en esta empresa sin
experiencia previa de witschaftunder (1) ya que ambos habían realizado
su primera revolución industrial en el siglo XIX. Realmente, entre 1890
y la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de Japón fue del 3.5%
anual, uno de los más altos del mundo. Pese a lo asombroso de la
recuperación económica del Japón de la Segunda Guerra Mundial,
resulta teóricamente menos interesante que su original aventura en el
desarrollo económico moderno. Esto nos lleva a preguntarnos qué teoría
está detrás de todo esto, y detrás del modelo de desarrollo
"Meiji" (si es que se le puede llamar así), y que ocurrió en
Japón entre los años 1868 y 1912.
Estos sucesos merecen la
etiqueta de "milagrosos", así como también hay que
considerar milagrosa la historia contemporánea de Japón. Hay tres
datos que sirven para subrayar el rápido movimiento de este desarrollo:
1853, entra en la bahía de Tokio el Comodoro Perry con una pequeña
flotilla imponiendo por la fuerza a Japón el comercio con los E.U, y
luego con los demás países importantes de Occidente; 1868, la llamada
Restauración Meiji, que fue un golpe de estado violento que derrocó al
régimen feudal de Tokugawa e inauguró un proceso de apresurada
modernización; 1905, Japón derrota a Rusia por tierra y por mar, en el
momento en que ésta era una de las naciones más poderosas en el orden
militar. El año 1912 marca el final de este período revolucionario y
arbitrario a la vez y coincide también con la fecha de la muerte del
emperador Meiji; pero, es muy cierto que cuando estalla la Primera
Guerra Mundial ya Japón ha comenzado su transformación inicial.
En realidad, el período
de Meiji fue revolucionario y hubo un deliberado movimiento del
feudalismo hacia el capitalismo. Sería interesante preguntarse hasta qué
punto los actores principales de esos cambios, los grandes oligarcas de
la elite de Meiji, fueron conscientes de lo que estaban haciendo. Por
supuesto, hay que señalar que el propósito del golpe de estado de
Meiji de 1868 no fue la instalación del capitalismo moderno sino
desarrollar un poderío militar con el propósito de defender la soberanía
y la independencia del país, y evitar así el destino histórico de
China frente al imperialismo occidental. El lema de la campaña fue
'sonno joi" (reverenciemos al emperador, expulsemos a los bárbaros).
Esto sonaba más como una llamada a asumir una posición antimodernista
que a un proceso de modernización. Quizás éste sea el preciso momento
en que se repite la histórica ironía de que uno sólo puede resistir a
los "bárbaros" convirtiéndose en uno de ellos. Fuera como
fuese, uno de los aspectos más fascinantes de la revolución Meiji es
la manera en que, deliberadamente, estuvo concebida por una elite política
inteligente y reflexiva. Uno de los episodios más dramáticos de este
período fue la misión de Tomomi Iwakura a Occidente en la que un
numeroso grupo de funcionarios cuidadosamente seleccionados visitó un
país tras otro para observar cuáles eran las instituciones que sería
más conveniente para el Japón emular. La Misión Iwakura fue recibida
en los E.U con entusiasmo. (El Presidente Grant les ofreció una regia
recepción a estos exóticos visitantes). Y también en Inglaterra y
Francia fueron recibidos amistosamente. Pero fue la Alemania de Bismarck
la que más impresionó a estos emisarios. Algunos de los consejos que
el Canciller de Hierro le dio personalmente a Iwakura tuvieron gran
influencia una vez que la misión regresó a su país (tales como las
sugerencias de que Japón debía de generar su propio capital y evitar
las deudas externas así como que la constitución japonesa debía
salvaguardar la autonomía del emperador sin darle mucho poder al
parlamento). Esta revolución fue tan política, jurídica y social como
económica. Los privilegios feudales se abolieron aunque la aristocracia
recibió recompensas en efectivo y en bongs, con la obligación de que
tenían que invertir estos últimos. De esa forma la elite Meiji resolvió
simultáneamente dos problemas de manera muy ingeniosa, 0 quizás, con
una suerte increíble, según cómo uno interprete la conciencia de esta
elite Meiji y los recursos que utilizó para resolver estos complejos
problemas de ingeniería social: 1) los que pertenecían a la antigua
clase reinante fueron desprovistos de sus privilegios pero también
fueron ampliamente recompensados para evitar que se convirtieran en una
oposición peligrosa al nuevo gobierno. Aunque, por supuesto, también,
hubo algunos agitadores oposicionistas, y quizás, en fiel respuesta a
los paternales consejos de Bismarck, el capital inversionista se acumuló
en el país para dedicarse a la nueva etapa de la industrialización. El
proceso de des-feudalización se llevó a cabo mediante una especie de
reforma agraria que llegó a opacar a la que ocurrió después de la
Segunda Guerra Mundial. Quizás, este proceso sirvió para confirmar que
una sociedad agraria no puede modernizarse sin cambiar el sistema de
tenencia de la tierra. O, si se prefiere, que el capitalismo exitoso se
mueve del campo a las ciudades y no a la inversa.
Al principio de la nueva
etapa de industrialización, el gobierno desarrolla sus propias
empresas: fábricas y astilleros modelos que eran operados como
industrias nacionales, fundamentalmente bajo la administración de
expertos extranjeros. Esto podría considerarse como un "socialismo
tipo Meiji', y puede argumentarse que estaba más de acuerdo con las
tradiciones colectivistas japonesas que con el capitalismo del mundo
occidental. Pero esto no fue la que sucedió. Tan pronto como una buena
cantidad de japoneses terminaban su entrenamiento para operar las nuevas
empresas industriales el gobierno las vendía a jóvenes e empresarios
privados a muy bajos precios. Y así nacían las nuevas industrias
corporativas. Por supuesto que no las llamaban así pero, el gobierno
sirvió a los nuevos inversionistas y, muy sabiamente, se retiraba de
cualquier intervención en el proceso de producción. Se podría
discutir una y otra vez hasta qué punto la oligarquía Meiji siguió
sus puntos de vistas intelectuales sobre la economía moderna, o sus
propias intuiciones, o si simplemente tuvo suerte.
De la noche a la mañana,
la abolición del feudalismo creó un mercado laboral abierto, igual al
que había tenido Europa en siglos anteriores. En un momento dado, las
personas de todas las clases sociales tuvieron total libertad para
cambiar de residencia o de trabajo. En realidad, lo que ocurrió
entonces se calificaría ahora como una revolución en el campo de los
derechos civiles. Por supuesto, no en el sentido de las libertades
democráticas sino en el de que tanto la propiedad como la empresa económica
privada estuvieron desde ese momento protegidas del abuso del poder
arbitrario de la antigua aristocracia. Y, finalmente, aunque no había
interés en desarrollar un estado que subsidiara a las clases
necesitadas, como lo hizo Bismarck en Alemania, el gobierno intervino
para crear un sistema universal de educación. En este drama
revolucionario, el Decreto Imperial sobre Educación debe ser
considerado como uno de los momentos más importantes de ese período,
La clase mercantil de Japón
data de hace muchísimo tiempo y su centro operativo está en Osaka. Fue
precisamente esta antigua clase mercantil la que con contadas
excepciones, (como, por ejemplo, la importante empresa Mitsui)
desconfiaba de las actividades de las nueva empresas industriales. De
manera, que rápidamente se formó una nueva clase industrial, reclutada
entre los diferentes grupos de la población, incluyendo a los
campesinos propietarios de pequeñas empresas y a los artesanos. Un
grupo muy importante dentro de esta nueva clase fue el de los samurai de
menor categoría que habían sido “desmilitarizados” en el
precedente período de Tokugawa. Y, como el nuevo poder empezó a
centralizar progresivamente, no se crearon nuevos espacios para los
soldados que estaban fuera de los destacamentos. Los historiadores no
están de acuerdo en...
(¿)
...de Naciones del
Sureste Asiático ASEAN, entre las que sobresalen notablemente Malasia,
Indonesia y Tailandia. En otras palabras, que este fenómeno que estamos
analizando aqui es uno en el cual la geografía se impone y la demografía
está ampliamente representada.
La posición adoptada a
este respecto es la de que este nuevo capitalismo del Este Asiático es
suficientemente distinto como para podérsele llamar un "segundo
patrón" importante. Es decir, el este de Asia ha generado un nuevo
tipo o modelo de capitalismo industrial. El analizarlo de esta manera,
nos permite comparar este fenómeno, aspecto tras aspecto, con las
similitudes y diferencias entre el Occidente y el Oriente Asiático,
Pero poder hacer esto constituye una gran ganancia intelectual. Esta
ganancia es análoga a la que pudiera obtener un zoólogo que ha estado
estudiando ciertas especies en un ambiente y que, súbitamente, observa
que esas especies empiezan a crecer en otro ambiente diferente al del
que las mismas especies prosperan. Como mínimo, el zoólogo estaría en
una posición mucho más ventajosa para decidir qué características
son especificas de esas especies y cuáles se deben a los peculiaridades
de uno u otro ambiente. En estos tiempos el científico social está en
mejor posición para decidir qué características responden intrínsecamente
a las especies "capitalismo industrial", y, que son
actualmente, como lo fueron en el pasado: accidentes de la historia y de
la cultura de Occidente. Para entender mejor el mundo occidental debemos
tratar de entender al este de Asia y, para esos efectos, entender y
hasta poder predecir el desarrollo de otras sociedades que no son,
precisamente, occidentales, donde el capitalismo industrial está
emergiendo.
Existe un acuerdo
bastante generalizado en referencia a algunos rasgos parecidos que se
ven en todas las sociedades del este de Asia en cuanto a que han
desarrollado modernas economías industriales de tipo capitalista que
han tenido un alto índice de crecimiento sostenido aún durante
periodos de recesión ( como ocurrió después del impacto petrolero del
comienzo de la década de 1970) entre 1955 y 1975 del 7.8% al 9.5%, de
crecimiento en el Producto Nacional Bruto y por encima del 5% per cápita
del Producto Nacional Bruto. Más aún, estas sociedades han sido
exitosas en eliminar prácticamente el tipo de pobreza que esta asociada
al Tercer Mundo como lo evidencia su "fisiología" ( se quiere
decir, como en los capítulos anteriores, que las condiciones de vida
reflejan aquellas de los estratos más pobres ).
Estas
sociedades también, han desarrollado sus economías engranadas
fuertemente con la producción manufacturera para la exportación (
aunque en este aspecto los Cuatro Pequeños Dragones han sobrepasado a
Japón en una gran medida porque este último, en su periodo de
crecimiento máximo y debido a su gran mercado doméstico, era menos
dependiente del mercado internacional que algunas de las economías de
Europa Occidental. ) Aunque existen diferencias políticas entre estas
sociedades que son muy importantes, las similaridades de su modelo de
desarrollo son evidentes y, sin duda, encierran una lección a ser
tenida en cuenta por América Latina.