¿Qué le pasa a España?
José María Aznar
España se enfrenta a una situación económica crítica. Junto con
Portugal, se encuentra en el centro de la crisis financiera de
Europa. Los inversores están asignando mayores riesgos de impago a
la deuda pública española que en ningún otro momento desde que el
país entró en la eurozona.
En el plano social, la situación es inquietante. La tasa de
desempleo supera el 20%. La desocupación entre los jóvenes se sitúa
por encima del 43%.
No sólo los mercados financieros están aumentando las dudas sobre la
economía española. La Comisión Europea ha expresado sus
preocupaciones sobre la capacidad del gobierno de reaccionar e
implementar medidas económicas para conducir la situación.
Allá donde voy, la gente me pregunta: ¿Qué le pasa a España? ¿Cómo
es posible que en tan sólo unos años mi país haya pasado de ser "el
milagro económico" de Europa al "problema de Europa"? ¿Qué la pasa a
una economía que hace sólo unos años crecía más del 3% años tras
año, incluso cuando Alemania, Francia e Italia tenían crecimiento
cero? Ahora es la única de las cinco grandes economías de Europa que
sigue decreciendo.Todas estas preguntas me causan un profundo dolor
y me provocan una enorme preocupación sobre el presente y el futuro
de mi país. Hace tan sólo seis años, España creaba seis de cada 10
nuevos puestos de trabajo de la eurozona, las cuentas públicas
tenían superávit, las reservas de deuda pública se reducían con
rapidez y sus multinacionales se expandían por toda Europa, América
Latina y Estados Unidos.
Mi respuesta a todas estas preguntas sobre España es clara: España
está padeciendo la crisis política más seria de su historia
reciente. Las preocupaciones económicas y la falta de confianza en
España son resultado del déficit de credibilidad del gobierno. El
alto precio que está pagando la sociedad española es lo que pasa
cuando los políticos se niegan a reconocer sus errores.
El origen de la crisis española se sitúa en las decisiones políticas
adoptadas en 2004 para abandonar el proceso de modernización que la
sociedad española inició hace más de 30 años. En ese momento, los
españoles decidieron en consenso consolidar nuestra democracia y las
instituciones después de casi 40 años de dictadura. El siguiente
paso era entrar en la UE y después en el euro, y converger económica
y socialmente con las naciones más prósperas de Europa.
En 2004, Madrid cambió de dirección. El gobierno rechazó el acuerdo
reconocido en la Constitución de 1978 y provocó una ruptura en la
estructura del Estado español que llevó a diferencias entre las
distintas regiones del país. La consecuencia es que ha desaparecido
gran parte de lo que nos une como españoles y ha convertido a España
en un país difícil de liderar.
En el plano económico, una vez que España adoptó el euro y la
devaluación de la divisa dejó de ser una opción, el gobierno
abandonó su compromiso de estabilidad presupuestaria y el continuo
proceso de acometer las medidas necesarias para seguir siendo
competitivos en los mercados mundiales. Estos errores económicos se
pueden ver en las arbitrarias intervenciones del gobierno en el
ámbito empresarial, con un flagrante desprecio hacia las reglas del
juego, incluso hacia las reglas europeas. También hemos visto un
crecimiento sin precedentes del gasto del gobierno y en las subidas
de impuestos.
El lugar que España ocupa actualmente en el panorama internacional
refleja que su peso está menguando en el mundo. El gobierno ha
renunciado a sus responsabilidades y no ha logrado defender sus
intereses nacionales en el exterior.
Sólo un nuevo gobierno puede recuperar la credibilidad y eso exige
unas elecciones generales.
Un nuevo gobierno podría hacer un llamamiento a la sociedad española
para emprender un enorme proyecto nacional de recuperación,
regeneración y reforma de la nación. Para esto no hay milagros o
atajos, no los hubo en el pasado ni los habrá en el futuro. Con un
nuevo proyecto político nacional y con la puesta en marcha de las
políticas adecuadas, España puede recuperar la confianza
internacional y la credibilidad, y los españoles pueden recuperar la
confianza en sí mismos y en su nación.
Una parte esencial de este cambio político será reconocer de forma
inmediata que el Estado debe limitar su rol económico y social, y
abrir nuevas áreas de libertad y dinamismo para la sociedad y el
tejido empresarial privado. España necesita acometer profundas
reformas de su estructura administrativa, incluyendo la erradicación
de los cuerpos burocrático y público y la racionalización del gasto
público. España no puede retrasar más la reforma de su sistema de
seguridad social, pero debe comenzar ya a restablecer las
condiciones para una próspera sociedad que está abierta a todo.
España está más que capacitada para convertirse, una vez más, en un
país dinámico y emprendedor, que genere empleo y oportunidad. Pero
primero debe asumir la dura tarea de superar seis años de errores
políticos. No podemos esperar.
Columna de The Wall Street Europe |