Prensa y petróleo
Adolfo Rivero Caro
Mayo 24, 2008
L a demanda norteamericana de petróleo y gas sigue
aumentando. Los norteamericanos consumen cada día unos 20
millones de barriles de petróleo. Aproximadamente un 60% de
ese consumo se importa. Al mismo tiempo, la demanda en
aumento ha hecho que el precio del gas natural en los
Estados Unidos sea el más alto del mundo. Desde 1999 ese
precio se ha multiplicado por siete. Para empeorar las
cosas, la capacidad productiva sobrante del mundo se
encuentra en el nivel más bajo de los últimos de los últimos
30 años --igual a sólo un 1% de la demanda mundial--, lo que
hace que el mercado sea sumamente sensible a la
incertidumbre política y económica, a los huracanes, el
terrorismo, etc.
¿Qué podemos hacer? La conservación —como es el caso del
mejoramiento de la eficiencia de los combustibles, una causa
tan querida por ecologistas y políticos—
sólo nos puede
beneficiar hasta cierto, muy modesto, punto. Parecería obvio
que lo fundamental es explotar nuestras reservas nacionales.
Esto no solamente compensaría los aumentos de precios que la
siempre creciente demanda global genera, sino que también
reduciría la dependencia del gas y el petróleo importados
que, entre paréntesis, pone en peligro nuestra seguridad
nacional. ¿Se trata de algo realmente posible?
La Dirección de Minerales de los Estados Unidos (una rama
del Departamento del Interior) estima que bajo las tierras y
aguas costeras de nuestro país yacen 102,000 millones de
barriles de petróleo y 635 billones de pies cúbicos de gas.
Para que se tenga una idea de la magnitud de estas reservas,
las del Mar del Norte, una de las principales fuentes del
petróleo que consume Europa, se supone contienen un total de
18,000 millones de barriles de petróleo.
Los geólogos estiman que otros 300 billones de pies cúbicos
de gas y 50,000 millones de barriles de petróleo esperan ser
descubiertos fuera de los 48 estados contiguos. El Instituto
Norteamericano del Petróleo (API) señala que este petróleo
bastaría para reemplazar las importaciones actuales desde el
Golfo Pérsico durante 59 años. En términos generales, los
expertos estiman que las recursos no descubiertos en la
Plataforma Continental Externa (PCE) que pueden recuperarse
con la tecnología actual ascienden a unos 420 billones de
metros cúbicos de gas y 77,000 millones de barriles de
petróleo, esto es, una cantidad de petróleo que equivale al
de México y Canadá juntos, y casi tres veces sus recursos de
gas. (Por lo general, la PCE comienza a partir de
tres a nueve millas náuticas de la costa, en dependencia del
estado en cuestión, y se extiende 200 millas hacia afuera.)
Sin embargo, casi el 90% de la Plataforma Continental
Externa no se puede explotar debido a consideraciones
ecológicas fundamentalmente espurias. ¿Cómo es posible? La
producción del Mar del Norte, que en 1999 llegó a alcanzar
los 6 millones de barriles diarios, no ha causado ninguna
degradación ecológica. No hay razones para creer que la
producción de la PCE pueda ocasionar daños ecológicos
significativamente mayores.
Creo que ha llegado el momento de que el Congreso asuma sus
responsabilidades y permita la explotación de estos inmensos
depósitos de petróleo y gas. El Congreso también necesita
revisar el engorroso proceso de autorización federal que
dilata considerablemente el desarrollo de la producción de
petróleo y gas, sobre todo en la zona montañosa occidental.
Es increíble que, en la actual situación, el Congreso siga
ferozmente opuesto a buscar petróleo en una mínima parte de
la Reserva Natural Nacional de Alaska y que se siga negando
permitir la producción de petróleo y gas en las zonas
costeras. Esto no es oponerse a los intereses de las
empresas petroleras, es oponerse a los intereses del pueblo
americano.
Obviamente, estas decisiones no son fáciles. Todos queremos
un medio ambiente limpio. Sin embargo, nada más importante que
el crecimiento económico. Nuestro Partido Demócrata,
fundamentalmente “liberal” (socialdemócrata), tiende a mirar
con suspicacia el crecimiento económico puesto que se
encuentra indisolublemente vinculado con el la prosperidad
de nuestras malvadas empresas (capitalistas). Para muchos de
sus voceros, la culpa de los actuales precios de la gasolina
está en… ¡la codicia de las grandes empresas petroleras! Por
favor. La mayor parte de la producción petrolera mundial no
depende de empresas capitalistas sino de grandes monopolios
estatales. En la actualidad, Exxon Mobil y el resto de la grandes empresas petroleras del mundo occidental - incluyendo
BP, Shell, ConocoPhillips, Chevron y Total — sólo controlan
alrededor del 7 por ciento de las reservas mundiales de
petróleo. El resto pertenece a los grandes colosos estatales
como la Aramco de Arabia Saudita, propietaria de más del 20
por ciento del petróleo del mundo. O a las compañías
petroleras de Irán e Irak, cada una de las cuales controla
alrededor del 10 por ciento de las reservas mundiales. O de
Pemex, la empresa mexicana, con el 1.3 por ciento de las
reservas mundiales.
Es una pena que nuestra prensa socialdemócrata no informe al
público. Con el galón de gasolina a casi $4 dólares, ella
oculta (o defiende) que el Partido Demócrata sigue
oponiéndose a incrementar nuestra producción nacional de
petróleo y de gas, a nombre de preocupaciones ecologistas. Y
trata de inventar argumentos para echarle la culpa al
presidente Bush. Por favor. Existe la tecnología que permite
el acceso a las fuentes de energía al mismo tiempo que un
medio ambiente limpio. Eso es lo que deberíamos de estar
discutiendo. Lo único que hace falta es la voluntad política
para tomar las decisiones adecuadas con respecto a la
energía.
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