Modelo sueco: El
paraíso del "Estado de Bienestar"
Pierre Lumieux
Roland Huntford ha podido describir la Suecia
moderna como un Estado corporativo. Se dice que Gunnar Myrdal, gurú
de la socialdemocracia sueca, se contaba entre los admiradores de
primera hora del fascismo mussoliniano. Según Melvin Krause, de la
Hoover Institution, los italianos eran demasiado individualistas e
indisciplinados como para hacer honor al modelo corporativista de
Mussolini, y en la Suecia colectivista es donde está mejor plasmado
este modelo. Un viceministro de educación, Sven Moberg, admitía que
las asociaciones estudiantiles obligatorias se parecen a las
corporaciones medievales, pero, añadía, "nuestro fin es establecer
un modelo corporativo".
Ciertamente, la socialdemocracia se presenta a menudo como
ideológicamente ecléctica y hasta pragmática. Pero, ¿es injusta esa
comparación con el modelo sueco?
En otros tiempos. si hubo libros que tenían por título 'El modelo
sueco', los años setenta y ochenta vieron el famoso modelo minado
por la doble constatación de que el Estado-Providencia es
económicamente ineficaz y políticamente opresivo.
En la década de los ochenta el crecimiento sueco se redujo a la
mitad del norteamericano y el nivel de vida de estos escandinavos se
vio gravemente afectado por la galopante inflación.
El economista sueco Sven Rydentfelt, como muchos otros economistas,
calculan que la tasa de paro real es entre cuatro y cinco veces
superior a la cifra oficial (en torno al 5% hoy en día) si se tiene
en cuenta el paro encubierto mediante empleos fantasma y
artificiales contabilizados por el Estado.
La cuarta parte de las pequeñas y medianas empresas desparecieron en
una década. En el sistema médico estatizado, impersonal e inhumano,
para una cirugía no urgente de vesícula biliar hay que esperar 3
años por término medio.
El Estado sueco sustrae hacia sus arcas casi dos tercios de la
producción nacional. El trabajador industrial medio se ha tenido que
enfrentar a tasas de impuestos sobre la renta del 60%.
En Suecia están prohibidos los juguetes bélicos y la película ET.
El Estado vela por todo. Los funcionarios tutean a sus
administrados: igualdad y fraternidad. En el gran mural grisáceo del
paraíso social, la criminalidad sube en flecha: en Estocolmo: en
1980, uno de cada diez profesores fue agredido o gravemente
amenazado en la escuela. Una tercera parte de las muertes de jóvenes
entre 20 y 25 años es debida al suicidio.
En Escandinavia, el puño bien visible del Estado ha sustituido a la
mano invisible del mercado.
En Dinamarca, Mogens Gilstrup, presidente del Partido del Progreso
fue encarcelado por hacer apología de la evasión fiscal y llevar a
cabo su enseñanza. Ingmar Bergman fue arrestado por lo mismo:
evasión fiscal, el delito supremo de la socialdemocracia. Bergman
pronto se exilió y es imitado por B. Anderson.
Muchos otros artistas y escritores han huido a Estados Unidos como
Max von Sydow, o a Italia, como Thulin o Sven Stolp.
El apodado 'Doctor Milagro' de la economía sueca, se marchó a vivir
a Francia y hasta el propio Myrdal pasa más tiempo en Santa Bárbara,
California, que en su país.
Como simbiosis del Estado Providencia, la socialdemocracia sólo
puede conducir al aplastamiento del individuo por el Estado.
En 1984, de George Orwell, gobiernan hombres malvados. En el Estado
de Bienestar sucede aparentemente lo contrario: los políticos y
burócratas son buenos padres de familia o mujeres cumplidoras en el
trabajo. Pero las intenciones no cambian la lógica de las
instituciones. Y está comprobado que la tiranía hay que esperarla
menos del lado de los sádicos que de estos partidarios del Estado
que tanto nos quieren. "Lo que hace del Estado un infierno es que el
hombre intenta hacer de él su paraíso", escribía Holderlin.
La película THX-1138 dirigida por George Lucas al inicio de su
carrera, nos muestra un escenario más plausible de la actual
tiranía, describe la socialdemocracia del futuro, una Suecia
perfecta, donde el Estado controla desde la cuna hasta la tumba para
vuestro propio bien. "Trabaja duro, mejora la producción, previene
los accidentes y sé feliz" repite dulcemente el eslogan del Estado.
Extraído de su número en la Seguridad Social, THX-1138 es el nombre
del héroe que se subleva contra la bondad, eficacia y opresión de
ese Estado de asistentes sociales. En un desenlace fantástico,
acabará por escapar de los policías que llevaba tras sus talones
porque el eficaz Estado había rebasado sus previsiones
presupuestarias en la persecución.
Tras las críticas de algunos pensadores y periodistas, la prensa
acaba descubriendo un Estado asistente social que se ha convertido
en un Estado policial. En un documentado reportaje, Liberation
descubre la verdadera cara de este socialismo de rostro humano:
22.000 niños suecos, un récord en Occidente, han sido arrebatados a
sus padres por asistentes sociales sin mandato judicial. Por
ejemplo, el 3 de mayo de 1979, media docena de policías de paisano
rodean la casa de Ingegerd Mabrell, una divorciada de 48 años de las
que los servicios sociales sospechan vagamente que educa mal a sus
hijos, y dos asistentes sociales penetran y se llevan a su hija Eva
de 14 años, y luego van a la escuela y secuestran también a su
hermana pequeña Marianne. Han hecho falta más de dos años de
procesos judiciales y una pequeña fortuna en gastos judiciales para
que la madre pudiera recobrar a sus hijos. Un asistente social de la
ciudad de Vaggeryd intentaba desde hace tres años quitarle el
pequeño Mikael a su madre, Inger Johanson, porque es obesa y piensa
que es demasiado fea para educar a su hijo.
Una joven británica residente en Suecia. June Holsrot, ha estado a
punto de que le arrebataran su hijo porque los cuidadores del jardín
de infantes le reprocharan que hablara inglés en casa,
obstaculizando así la 'buena socialización del niño'. Bajo iguales
presunciones, el pequeño Alexandre Aminoff, de 10 años, fue raptado
por funcionarios suecos a la salida de la escuela y, según comenta
Cornelia Spar cinco años más tarde, sus padres no le habían vuelto a
ver.
La tercera vía que forman conjuntamente el corporativismo y la
socialdemocracia conduce al estatismo y la tiranía.
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