Libertad y Tiranía
Adolfo Rivero Caro
Quisiera referirme a un libro aparecido recientemente, Liberty and
Tyranny'', de Mark Levin que ya ha vendido un millón de ejemplares,
un fenómeno publicitario que la gran prensa liberal persiste en
ignorar. Levin es un abogado que fue asesor en el gobierno de Reagan
y que ahora es un conocido comentarista radial. Es una pena que el
libro no se haya traducido al español puesto que explica,
indirectamente, por qué Estados Unidos, cuyos fundadores se
establecieron en el Nuevo Mundo bastante después de españoles y
portugueses, se ha convertido en una gran potencia mundial mientras
nuestros países todavía están luchando por salir del subdesarrollo.
Nuestros intelectuales deberían reflexionar sobre esto.
La misma Declaración de Independencia plantea claramente la posición
de los Padres Fundadores de este país. "Sostenemos que estas
verdades son evidentes, que todos los hombres son creados iguales,
que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables,
entre ellos la Vida, la Libertad y la Búsqueda de la Felicidad...''
Como vemos, desde sus inicios, el énfasis de la nueva sociedad ha
estado en el individuo, en que todos tenemos un derecho inalienable
a ser libres y buscar nuestra felicidad. La propiedad privada y el
libre mercado no son más que extensiones naturales de esa libertad
individual. No es de extrañar que los Fundadores creyeran en que en
la sociedad existe una armonía de intereses, es decir una
cooperación desarrollada a través de la experiencia de incontables
generaciones. Esta es una idea radicalmente opuesta a la concepción
marxista de la lucha de clases.
Lo Fundadores comprendieron que la mayor amenaza a la libertad es la
de un gobierno central todopoderoso, donde unos pocos deciden por
todo el mundo. De aquí que, en Estados Unidos, la gran diferencia
política se encuentre entre los que creen en estas ideas, los
llamados conservadores'', y los llamados "liberales'' o estatistas
que defienden el
papel hegemónico del Estado. En la práctica, los estatistas
sostienen la concepción marxista de la lucha de clases, claman
contra las desigualdades, productos de la vida misma, y reclaman la
intervención gubernamental en defensa de un infinito número de
víctimas''. Los estatistas reclaman cada vez más autoridad para
eliminar las imperfecciones de la
humanidad.
Por consiguiente, para los estatistas, la libertad no es una ventaja
sino un inconveniente: no es posible alcanzar la Utopía si los
individuos son libres de escoger su propio camino. Ningún ejemplo
más claro que la dictadura cubana de los Castro o que Venezuela,
donde Chávez considera un enorme obstáculo la libertad de expresión
y está arremetiendo contra
la misma. Como dijera James Madison en El Federalista 51, "Al
organizar un gobierno... la gran dificultad reside en esto: primero
hay que hacer que el gobierno pueda controlar a los gobernados, y
luego hay que obligarlo a controlarse a sí mismo''.
Los Fundadores sabían que el poder de las mayorías podía llevar a la
anarquía y eventualmente al despotismo. Nosotros insistimos en el
carácter democrático de EEUU para diferenciarnos de las dictaduras
donde se ignora la voluntad popular pero la democracia es un sólo un
aspecto limitado y parcial de nuestro sistema de gobierno. Los
Fundadores nos dieron una Constitución llena de mecanismos
antidemocráticos, como el Colegio Electoral, por ejemplo, objeto de
críticas recientes que demandan su eliminación. Pero el Colegio
Electoral existe para que en las elecciones presidenciales los
estados grandes y populosos no puedan avasallar a los estados
pequeños y de menor peso demográfico.
Estados Unidos es una república donde el poder gubernamental está
limitado y descentralizado a través de un sistema de frenos y
contrapesos. El gobierno interviene en la sociedad civil para
proteger a los ciudadanos contra fuerza o fraude, pero no interviene
en casos de intercambio pacífico y voluntario. Si EEUU sólo fuera
una democracia, un gobierno
que represente a la mayoría podría cambiar las leyes a su arbitrio y
los derechos serían contemplados como privilegios que son otorgados
por el gobierno y que pudieran ser rescindidos por el mismo.
Lo estamos viendo ahora mismo. En América Latina algunos gobiernos
están aprovechando una momentánea mayoría, conseguida en elecciones
democráticas, para cambiar los principios republicanos y, una vez
conseguido esto, establecer su dictadura. Increíblemente, los
Fundadores previeron esos peligros hace más de dos siglos. Es por
esto que no querían que la Constitución pudiera alterarse fácilmente.
Y lo consiguieron. En toda nuestra historia, la Constitución (1787)
sólo se ha enmendado 27 veces, y las primeras diez enmiendas, la
Carta de los Derechos (Bill of Rights) se adoptaron poco después de
la ratificación de la Constitución misma. Seguiremos comentando
sobre el libro en próximas columnas.
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Septiembre 11,
2009 |
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