El león de la izquierda
Adolfo Rivero Caro
Ahora que han pasado las exequias del senador Edward Kennedy y que
la gran prensa liberal americana se ha fatigado rindiéndole
homenaje, me parece necesario recordar algunas verdades sobre este
hombre. El 18 de julio de 1969, al cruzar un puente en
Chappaquiddick, Mass., un embriagado senador Ted Kennedy precipitó
su carro sobre una laguna. Kennedy logró salir del carro. Fue sólo
tras ir a un hotel cercano y dormir durante nueve horas, que
denunció el hecho a la policía. Y sólo fue entonces que los buzos
pudieron rescatar el cuerpo de Mary Jo Kopechne, la joven de 28 años
que había estado en el asiento a su lado y que murió ahogada. Esto,
por supuesto, lo incapacitó permanentemente para poder aspirar a la
presidencia de Estados Unidos. Este es el “león” de la izquierda
americana.
Casi todos los enormes problemas que hoy agobian a Estados Unidos,
desde la destrucción de la familia hasta la crisis migratoria tienen
sus orígenes en políticas defendidas por Edward Kennedy. No es de
extrañar. Kennedy era esencialmente hostil al sistema
económico-social de Estados Unidos e hizo todo lo posible por
transformarlo. Es por eso que nuestra prensa “liberal” (socialista)
exalta su figura. Nuestro pueblo, sin embargo, y particularmente
nuestra población hispana que está aquí huyendo del totalitarismo,
tiene derecho a saber la verdad sobre este personaje.
Todos sabemos que durante la Guerra Fría, el principal enemigo de
Estados Unidos fue la Unión Soviética y el movimiento comunista
internacional. Y todos sabemos que Ronald Reagan fue el principal
enemigo de los soviéticos y el que condujo al colapso del campo
socialista y de la misma Unión Soviética: la revolución política
social más grande del siglo XX. De lo que nadie habla ahora es de
los enemigos de la política de Reagan en Estados Unidos. Pues bien,
el principal enemigo de la política de Reagan en Estados Unidos fue
Edward Kennedy.
Cuando se abrieron los archivos de la NKVD en 1991, Tim Sebastian,
un periodista del London Times y la BBC descubrió un documento de
Kennedy y lo reportó en un artículo del Times, del 2 de febrero de
1992, titulado “Teddy, la KGB y el documento secreto” (“Teddy, the
KGB and the top secret file.”) Se trataba de una carta secreta,
escrita el 14 de mayo de 1983 por Viktor Chebrikov, el jefe de la
KGB, y dirigida a Yuri Andropov (el hombre que dirigió la sangrienta
represión soviética cuando la insurrección anti-comunista de 1956) y
entonces Secretario General, del Partido Comunista de la URSS. En
esa carta (que puede leerse en
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Chebrikov le transmitía una oferta del senador Ted Kennedy,
presentada por John Tunney, un viejo amigo de Kennedy, antiguo
senador demócrata por California. Según Chebrikov, Kennedy estaba
profundamente preocupado por el deterioro de las relaciones en
Estados Unidos y la Unión Soviética que, en su opinión estaba
llevando al mundo al borde de una confrontación nuclear. Kennedy no
le echaba la culpa de esta situación a la Unión Soviética y a
Andropov sino a Ronald Reagan. No sólo eso. Kennedy decía estar
“muy impresionado” con Andropov.
El mensaje de la carta era que había que detener la supuesta
política agresiva de Reagan, y hasta su intento de reelección.
Ronald Reagan era el principal obstáculo para la paz. Esa visión de
Reagan era consistente con lo que Kennedy había dicho y escrito por
aquella época, incluyendo artículos en Rolling Stone (marzo 1984) y
en discursos como su intervención del 24 de marzo, al otro día del
discurso de Regan sobre su iniciativa de la llamada “guerra de las
galaxias” que Kennedy fustigó como “engañosas tácticas de miedo a
los comunistas (misleading Red-Scare tectics) y temerarios esquemas
de guerra”.
Todavía más interesante que el diagnóstico de Kennedy era la receta
que proponía, Kennedy sugería toda una serie de medidas destinadas
a ayudar a los soviéticos en términos de su imagen pública ante el
pueblo americano. Kennedy creía que el problema soviético era de
comunicación, producto de su incapacidad para contrarrestar la
“propaganda” de Reagan (no de la URSS). Era necesario que el pueblo
americano pudiera ver a través de la cortina de humo de Reagan y
comprender las pacíficas intenciones de los soviéticos.
Kennedy sugería un plan para que Andropov y otros altos dirigentes
soviéticos tomaran contacto con los grandes medios de comunicación
de EE. UU. para que pudieran presentar su caso ante el pueblo
americano. Inclusive mencionó específicamente los nombres de Walter
Cronkite y Barbara Walters. Kennedy mismo viajaría a Moscú con el
objetivo de preparar y darle argumentos al dictador soviético para
sus futuras discusiones con Reagan.
Ningún medio de prensa americano quiso publicar nunca la carta de
Kennedy. No querían perjudicar al “león” de la izquierda. Lo
admiraban mucho. Por nuestra parte, nosotros no tenemos nada que
admirar en ese hombre.
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Septiembre 03,
2009 |