Poder imperialAdolfo Rivero
En efecto, nada menos que el
Tribunal Supremo de la Florida decidió ignorar las instrucciones
expresas de la Constitución del estado e interpretarla según lo que
les parecía ``políticamente correcto''. Es decir, según lo que
ayudara al triunfo del candidado que le parecía más progresista. No es
una afirmación gratuita. Tan flagrante fue su error que el Tribunal
Supremo de Estados Unidos, siempre renuente a intervenir en las
decisiones de los supremos estatales, tuvo que fallar por votación 7-2
que la decisión era inconstitucional. Casi nada. No deja de ser irónico que
ahora muchos periodistas liberales estén clamando en contra del
activismo judicial de la corte Rehnquist. Les encanta el activismo
judicial --siempre que sea a favor de causas progresistas, es decir,
liberales. A los liberalfascistas no les
gusta Estados Unidos. Quieren cambiar radicalmente esta sociedad. No les
gusta la democracia representativa, no les gusta el individualismo, no
les gusta la familia monogámica, no les gusta la virilidad, no les
gusta la femeneidad, no les gusta el cristianismo, no les gusta la
civilización occidental, no les gustan un montón de cosas. Pero,
aunque la inmensa mayoría de la prensa, los académicos, los artistas,
et ad. sean liberalfascistas, esas ideas están muy lejos de ser
mayoritarias en el pueblo americano. De aquí que sea muy difícil
cambiar muchas cosas importantes mediante el proceso normal de la
legislación. He aquí donde entra a jugar su papel el activismo
judicial. Activismo judicial significa
que los jueces toman un papel activo en los problemas sociales de la época,
que no se limitan a aplicar la ley sino que la interpretan de acuerdo a
lo que consideren como el espíritu de la época. El activismo judicial
es profundamente negativo, es un intento de los liberalfascistas por
cambiar la sociedad no a través de leyes aprobadas por los
representantes del pueblo, sino mediante una ``interpretación'' de esas
leyes. ``Interpretación'' que no es sino una forma de ``legislación''
solapada. Esto es muy peligroso. Los jueces federales no son
electos. Sus cargos son vitalicios. Lo son, precisamente, para que no
tengan que ser responsables ante el pueblo. Los padres fundadores no
eran populistas; se dieron cuenta de que si los jueces fueran electos y
responsables ante el pueblo, cuando el pueblo se viera poseído por
cualquier pasión partidista los podría presionar a que alteraran la
separación de poderes. (Sólo hay un poder, ¡el poder del pueblo! ¿Se
acuerdan de eso?) y acabaría con el gobierno representativo. Como hizo
Castro en su momento, y como está pretendiendo hacer Chávez. Ahora bien, si los jueces no
son electos y no son responsables ante el pueblo, como debe ser, ¿quién
nos va a proteger contra el poder de los jueces? Es por eso que el papel
de los jueces es aplicar la ley, no crearla. Aplicarla
independientemente de sus propias opiniones sobre lo que es bueno o no,
equitativo o no. Frente a una situación nueva y compleja, los jueces
están en la obligación de razonar de la manera más lógica y
coherente posible, ateniéndose a la letra de la ley existente. Puesto
que las situaciones son nuevas, en este proceso siempre hay,
necesariamente, un cierto margen de creación. Pero es una creación mínima.
No se puede cambiar el edificio. En todo caso, utilizar el espacio de
las caballerizas para garaje. Nada más. Los fundamentos de la
libertad americana están en la estructura de la república. Los
principales rasgos de esa estructura son la separación de poderes en el
gobierno nacional y la limitación del poder nacional para preservar, en
la mayor medida posible, la autonomía de los estados. Ambos principios
están dictados por la Constitución. La división de poderes ha
garantizado las libertades de los americanos tanto como, y quizás más
que, el mismo Bill of Rights. La frase ``separación de poderes''
significa que ``el Congreso tienen los poderes legislativos'', como los
define el artículo I de la Constitución; el ``Presidente posee el
poder ejecutivo'', como está definido en el artículo II; mientras que
el artículo III establece ``el poder judicial''. Esos poderes son muy
diferentes en naturaleza, como querían los fundadores. Cuando los
poderes son compartidos, como a veces lo son por el Congreso y el
presidente, la Constitución es generalmente explícita en ese sentido.
Así, la Constitución especifica que el presidente puede vetar una ley
del Congreso, y que el Congreso puede pasar por sobre ese veto con la
aprobación de las dos terceras partes de cada cámara. Similarmente, el
presidente puede negociar tratados, pero éstos tienen que ser
ratificados por las dos terceras partes del Senado. El gran papel de la
judicatura es preservar la Constitución. La Constitución preserva
nuestras libertades haciendo que todos los que tienen autoridad para
hacer leyes o establecer normas sean directamente responsables ante el
pueblo mediante elecciones regulares. Y también lo hace garantizando
que la autoridad democrática del pueblo se mantenga dentro de los límites
constitucionales. ¿Para qué? Para que no pueda haber abusos contra
minorías momentáneamente impopulares. En la Constitución no existe el más mínimo indicio de que la judicatura comparta nada del poder legislativo o ejecutivo. La intención de la Constitución es que las cortes federales apliquen la ley tal como la establecieron otros. Si la judicatura hiciera más se convertiría en un poder verdaderamente imperial, que nada ni nadie podría contener. Y una judicatura imperial sería el fin de Estados Unidos tal como lo conocemos. Sí, vivimos en medio de una guerra cultural. Y se libra en todos los frentes. |
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